Antes de que comenzaran las deportaciones en Estados Unidos debido a la política antimigratoria de Donald Trump, las agencias de Western Union en Santa Rosa de Lima vivían un lunes ajetreado. En la jornada llegaban decenas de clientes a cobrar sus remesas. En promedio, se entregaban unas 220 remesas al día, según las estimaciones de la sucursal.
El resto de los días, la demanda bajaba a unas 100 remesas diarias.
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Pero a partir de la primera semana de febrero, la clientela disminuyó sensiblemente. Ahora entregan en promedio 170 remesas los lunes, y de 60 a 70 entre martes y sábado.

“Definitivamente ha afectado bastante en cuanto a las remesas que envían nuestros parientes de Estados Unidos, principalmente el mayor flujo lo envían los inmigrantes ilegales y eso ha afectado porque se ha visto la disminución de remesas a partir de febrero, y quizás en un 25% o más”, expresa Ulises Morales Benítez, representante legal de sub-agente de Western Union con agencias en Santa Rosa de Lima y Anamorós.
Morales Benítez opina que la coyuntura migratoria que se está viviendo en Estados Unidos está afectando al país a nivel nacional. “Para decirle, que antes mantenía encendido el aire acondicionado del cubículo porque permanecían 10 personas esperando retirar su pago de remesas, pero hoy lo mantengo apagado porque casi siempre no hay flujo de personas esperando, hoy pasa solo el local”.
Pero el impacto no solo es en la cantidad de remesas que están enviando, sino también en los montos. Anteriormente, por persona retiraban cantidades de $500 a $600. Hoy, oscilan entre los $100 y $200, y solo en algunos casos llegan a $300.

Otro factor que evidencia el impacto es que las remesas que enviaban destinadas para construcción, las cuales oscilaban entre $1,000 a $2,000, dejaron de llegar.
A más de tres mil kilómetros de distancia en línea recta, en Washington D.C., Yency Hernández atiende en su negocio de encomiendas a la comunidad salvadoreña radicada en la capital estadounidense, en donde el temor se ha apoderado de los inmigrantes ilegales.

“En Hernández Express por la Gracia de Dios los clientes siempre están aportando a pesar de las noticias y solo se disminuyó cuando andaban los de ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) cerca del área; fue una semana más o menos que estuvimos muy despacio pero después pienso que la gente está preparándose para cualquier cosa que se les presente”, expresa Yency.
Ahora en su local, donde muchos de sus clientes son originarios del oriente de El Salvador, están recibiendo más encomiendas, lo cual está muy relacionado con el temor de las personas que tienen una situación migratoria irregular.
“Lo que está sucediendo, por ejemplo, hemos recibido más envíos ya que están enviando sus cositas poco a poco por si acaso le toca irse”, explica Yency.
En los paquetes que antes, y por años, estaban llenos de ropas, zapatos y perfumes para los parientes o amigos en El Salvador; ahora están llenos de objetos personales del inmigrante. Van “ropa, zapatos, perfumes, sus herramientas”, añade Yency, cuyo negocio lleva ya más de tres décadas.
También comenta que si sus clientes ahora están llegando más seguido.
“Digamos que si venían una vez a la semana, (ahora) están viniendo dos veces a la semana”, explica.

En la misma ciudad donde vive Yency, la abogada salvadoreña Rosa Rivera también es testigo de la angustia que viven los compatriotas debido a su situación migratoria.
Angustias que se reflejan en la ausencia de los grupos de emigrantes que llegaban a las afueras de las tiendas o cafeterías para ofrecer su mano de obra; ahora por miedo no llegan. También es perceptible en las tiendas hispanas, donde los clientes han disminuido.
Rivera, quien está facultada para ejercer tanto en Estados Unidos como en El Salvador, ha recibido más solicitudes de las habituales para realizar poderes legales a través de los cuales los inmigrantes facultan a gente de su confianza para asuntos de compraventas hasta encargar el cuidado de sus hijos.
“Los que tienen dinero están buscando la manera de comprar por lo menos lotes (en El Salvador) porque no tenían nada allá”, explica Rivera, originaria de San Miguel y radicada en la capital estadounidense desde hace una década.
Añade que como notario ha recibido peticiones de muchas personas indocumentadas que tienen hijos allá para que les elabore una carta poder de custodia de sus hijos; además de cartas poderes para que alguien de confianza pueda vender, rentar su vivienda o hacer cualquier trámite.
