"Prácticamente nosotros los salvadoreños nos buscamos la vida aquí", dice Elizabeth Villalobos, quien tiene 38 años de vivir en Estados Unidos y divide sus jornadas laborales entre su trabajo en un restaurante de comida rápida y la venta de frutas cerca de un centro comercial en Langley Park, Maryland. Sobre una mesa exhibe en depósitos transparentes mamones o talpas, jocotes, entre otras frutas, cuyos costos podrían andar de siete a diez dólares; y frutas tropicales, como la anonas, tienen costos superiores, tomando en cuenta su peso.
Elizabeth explica que la fruta llega en barco. "A nosotros por teléfono nos llaman y nos dicen hay tal fruta, tal fruta y tal fruta, entonces como por ejemplo ahorita estamos esperando la anona".
También relata que el costo de la comida es elevado. "Las pupusas aquí son $3.50 chiquitas; grandes, $7.00, no se puede dar menos porque está caro todo".
Mientras espera la llegada de los clientes, Elizabeth aprovecha para hablar, vía whasap, con sus parientes en El Salvador, entre ellos sus hermanos, primos y tíos.
"Ya mi mamá ya no está, mis hijos están aquí, ya establecidos, aquí nacieron dos, pero dos no", explica. Luego añade que anualmente visita el distrito de San Marcos, en el departamento de San Salvador.
"Yo me voy en diciembre para allá (El Salvador). Estoy en diciembre, enero, febrero. Vengo aquí hasta marzo. Últimos días de marzo, cuando ya está caliente. Pero ya tengo que dejar pagada la renta aquí, sino no encuentro ni la cobija, Aquí solo le dicen: lo siento, pero tienen que sacar las cosas porque aquí el sistema es diferente.. Y allá (El Salvador) no, allá la gente dice: no tengo, no tengo".
Elizabeth resalta el alto costo de los alquileres. "Aquí un apartamento de dos recámaras vale $1,250 y tiene que pagar luz , agua y gas. Es cara la vida, entonces uno tiene que buscar la manera de sobrevivir para ir viviendo al día", de ahí que sus días los reparte entre su trabajo como supervisora en un restaurante de comida rápida y los " días libres y todo me vengo a vender aquí frutas".
La salvadoreña narra que emigró cuando empezó la guerra interna del país.
En esos tiempos "que yo viajaba estaba tremendo. Los buses los quemaban. Una vez yo me llevé un susto ahí por el puente. Fuerte. Ahí nos bajaron a todo. Le quitaron el dinero a los cobradores y le dijeron al motorista que se bajara, que el bus le iban a dar fuego. Era noche y me acuerdo que tenía una niña pequeñita, yo me le eché al lomo . Nos fuimos y nos tuvimos que quedar por ahí hasta en la mañana".
Luego de ese incidente, Elizabeth emigró.
Viviendo ya en Estados Unidos, la realidad de los salvadoreños no le era indiferente a la comerciante y recuerda como las pandillas restringían el tránsito de las personas en las colonias.
"Yo estuve en las votaciones allá. Y yo estoy muy orgullosa del Presidente (Nayib Bukele), porque él ha puesto en regla todo", opina.
Para Elizabeth, la situación en Estados Unidos "está difícil", sumado a eso los peligros que hay para quienes buscan entrar ilegalmente a ese país.
"Al venir el salvadoreño aquí en todos los sitios le piden papeles legales. Es bien difícil el trabajo en una compañía grande. Hay mucha gente desempleada y están agarrando con puros papeles, verdad. Entonces, yo pienso que es difícil para que la gente se venga a sufrir aquí estando allá, si tiene allá que siembra maíz, frijoles, pienso yo que está mejor allá que aquí. Yo al retirarme, cuando llegue mi retiro, yo me voy para allá (...) en diez años, si Dios me lo permite".
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