"Mi nombre es Gloria Umaña. Tengo 45 años en Washington. El restaurante tiene 28. Yo llegué a Estados Unidos hace muchos años, mi inteligencia me ayudó y entonces llegué a esto que estoy (el restaurante).
Cuando me vine estaba jovencita, soltera, tenía 30 años, y dejé a mis hijos allá. En Estados Unidos, yo tenía una amiga de muchos años y me metió donde trabajaba ella. Fue de cocinera italiana. Ahí trabajé 13 años. Ahí es donde me dieron mí residencia.
Yo hacía venta en carro y la policía me agarraba. Ellos me dijeron que buscara un puestecito porque la siguiente vez iba a ser más caro. Entonces como que fue bendición que Dios me dio y encontré este puestecito. Yo compré este pedacito barato (local del restaurante). Yo he arreglado, estaba bien feo.
Ahora todo está muy difícil la renta está cara, comidas caras, y ahora no se hace nada. En aquel tiempo, cuando yo entré hice algo. Pero ahora es mentira. Demasiado cara las comidas, renta, de todo.
Y aquí varios muchachos, varias mujeres que vienen a pedir (trabajo), porque como los trabajos tampoco no están buenos, pero no les puedo dar. Aquí (restaurante) está la gente (empleadas) desde hace años. A mis trabajadoras las amo, como dos hermanas. Tengo muchos clientes; la gente me dice ¿ Gloria, tú eres la dueña? Sí, pues este changarrito es afamado.
Mis hijos todos están acá. Me fui a El Salvador a traerme tres mojados; los otros tres me los traje ya con residencia . Solo una era la que venía más pequeña. Me los traje y, bueno, tuvieron inteligencia porque cada quien tiene su casita, viven bien. La decisión de dejarlos y venirme fue porque allá no se hace nada y aquí uno prospera.
Yo lo que quería era tener mi casa y Dios me la dio porque tengo una casa en San Miguel, muy linda, y tengo mi casa acá. Eso es lo que yo quería, nada más.
Los hijos cuando vienen aquí cambian; los nietos, cuando nacen aquí, son diferentes. Ni ganas de ir (a El Salvador) les dan a ellos. Hay veces que nosotros, cuando nos venimos a este país, como que algo cambia. Ya no es una amistad con nuestro país. Yo creo que es por el trabajo. Y aquí cambiamos también. Los sentimos, que estamos en otro país.
Yo casi no voy a El Salvador. Voy para allá (tenía planeado viajar en octubre). Desde hace dos años que no voy. A mí me gustan las sopas, me gusta el atol de elote, me gusta el atol de chuco, el manjar blanco, todo eso me encanta allá. Es lo primero que yo mando a traer. Allá tengo sobrinos. Mi familia toda murió, mis hermanos, mis hermanas, todo eso murió. Solo yo he quedado.
Soy feliz. Yo ya hice lo que iba a hacer, tengo lo que quiero y no más".
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