Malformaciones fetales, complicaciones durante el parto, y al menos tres tipos de cáncer son algunos de los problemas de salud asociados a la exposición de químicos pesados usados durante la extracción del oro, según recientes estudios desarrollados por un laboratorio de patología, en la Universidad de Ciencia y Tecnología Kwame Nkrumah en Kumasi, Ghana.
La investigación destaca la muerte de una docena de madres entre 18 y 39 años, todas originarias de comunidades mineras vecinas y nueve de ellas habían trabajado en la mina de oro sin licencia para operar en África Occidental.
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Para el equipo investigador, es urgente dar a conocer cómo la fiebre del oro está cobrando un elevado costo en la salud de las mujeres, al incrementar el riesgo de muerte materna, abortos espontáneos y malformaciones fetales, señala una publicación de CNN.
Un médico local de Samreboi, en Ghana, accedió a testificar sobre los partos que había atendido, bajo el anonimato para no ser objeto de represalias, debido a que señala que en los últimos cinco años ha observado una importante cantidad de malformaciones entre los recién nacidos.
Uno de los casos que ha marcado su carrera fue el recibir un bebé cuya pared abdominal no se había podido formar y sus intestinos eran visibles.
“No solíamos ver muchas de estas cosas hasta que la minería ilegal se volvió muy desenfrenada. No creo que sea una coincidencia”, agregó la fuente.
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Minería en un país vulnerable
Pedro Cabezas, de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería, explicó que los efectos negativos en la salud de la población local puede ser visible en un periodo variable.
Mencionó que uno de los ejemplos más cercanos es San Martín, en Honduras, donde se realizó un proyecto minero durante más de una década y “ahora lo que ha quedado son comunidades enfermas alrededor, ese estudio (en Ghana) lo que hace es confirmar lo que ya hemos visto en la región Centroamericana, por eso hubo una oposición en contra de la minería en El Salvador, porque ya se había visto el impacto. Eso es lo que nos va a pasar”, detalló.
Actualmente el 71% del agua del río Lempa se encuentra contaminada con metales pesados producto de la minería en Guatemala; de concretarse proyectos mineros en territorio salvadoreño se aumentaría la carga de tóxicos vertidos en los mantos acuíferos que suministran agua potable, argumentó Cabezas.
El Salvador no tiene las condiciones para tratar el agua contaminada por la minería; además, esto requiere de una inversión millonaria, que no es efectiva en un 100%.
Las plantas potabilizadoras en el país no tienen la capacidad de limpiar el agua de agrotóxicos ni químicos usados en la extracción del oro, por lo que estos serían ingeridos en pequeñas cantidades, acelerando la aparición de enfermedades crónicas, señalan los ecologistas.
“Ahora también estamos hablando que hay diferentes impactos de fertilidad, cáncer, niños con problemas de formación. Aquí hemos visto niños que nacen con insuficiencia renal en los territorios donde hay contaminación por la caña de azúcar; esto puede pasar en los territorios mineros. Niños que van a ir naciendo con insuficiencia renal o cáncer debido a la bioacumulación de químicos en el cuerpo de las mujeres”, agregó Cabezas, argumentando que son detalles que “convenientemente el presidente (Nayib Bukele) olvidó mencionar en su discurso” del domingo anterior.
Con los intentos de reapertura de la mina Cerro Blanco en Guatemala en enero de este año, el Observatorio de Industrias Extractivas (OIE) fue uno de los primeros grupos ambientalistas en alertar sobre el daño que puede generar operar una mina a cielo abierto, debido a que representa una de las prácticas más dañinas para la flora, fauna, mantos acuíferos, el suelo y, por consecuencia y en primer lugar, la población de la zona.
“Los impactos de la minería tienen son diferenciados, porque resulta que cuando no hay agua en la comunidad son las mujeres las que tienen que ir a buscar el agua, cuando alguien se enferma son las mujeres las que cuidan, cuando la economía familiar sufre porque se va la mina quienes tienen que trabajar más son las mujeres”, agregó Cabezas, de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería.
Para el representante de la asociación es indispensable que el gobierno central fortalezca la institucionalidad ambiental para hacerle frente a las empresas mineras que podrían operar, para que cumplan las regulaciones básicas, pero lo que ocurre es lo contrario, pues hay un recorte al presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
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“Nosotros ya vimos los estragos”
“Nosotros ya vivimos esos eso efectos, sólo en la etapa de exploración en el municipio de San Isidro se secaron 15 nacimientos de agua (aproximadamente 3 años)”, señaló Francisco Pineda, de la Asociación Comité Ambiental de Cabañas en defensa del Agua y la Cultura, quien explicó que las perforaciones en el suelo rompieron las venas de agua entre 2005 al 2008.
Para extraer un gramo de oro se necesita entre 1.5 y 3 metros cúbicos de agua (3 mil litros de agua), según datos brindados por el Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA).
Posteriormente vivieron un episodio impactante, cuando la empresa que se encontraba trabajando vertió agua contaminada en una quebrada y los animales de la zona murieron. “Lo digo con propiedad, a nosotros se nos murió un ternero que iba pasando por la quebrada cuando bajó esa agua que tiraron en la parte de arriba, el animal murió a las tres horas”, señaló Pineda quién sostiene que los vecinos vieron morir una importante cantidad de animales de crianza y vida acuática.
“En esta zona vivimos de sembrar y un poco por la ganadería, estamos en una situación mala por el sistema, no es porque no queremos trabajar”, agregó Pineda.
El miembro de la asociación sostiene que las tierras que ahora trabaja, en 1942 eran usadas para la extracción artesanal de oro y “me contaron, los hombres trabajaban en calzoncillos porque no aguantaba la picazón que daba (los químicos), el aceite y el sudor. Mucha gente murió por problemas en los pulmones”.
Pero la comunidad vio los efectos negativos a corto plazo. “La gente sentía que ganaba más trabajando ahí que con la cuma, que pasó: mientras la empresa estaba, la gente tenía seguro y pasaba consulta; pero cuando la empresa se va, la gente quedó sin trabajo, enferma, nadie la atendía”, señaló Pineda.
Con la reactivación de proyectos mineros, las comunidades más cercanas no serán las únicas afectadas.
“Aquí el daño es para toda la población del país, nuestro ganado va a comer pasto contaminado. ¿Quién va a consumir esa leche? Estos productos se van a vender a San Salvador”, concluyó Pineda.
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“Lo único verde es el color de los dólares”
El presidente del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), doctor Ricardo Navarro, declaró a El Diario de Hoy, que limpiar el agua es un proceso demasiado caro, “sale más barato no ensuciarla debido a que hay que quitarle los metales, a veces no son procesos tan eficientes”, detalló.
Navarro sostiene que defender las tierras de los proyectos mineros ha cobrado cientos de vidas alrededor del mundo, los casos más recientes que se están registrando en África y Honduras.
“La minería aquí es totalmente inviable, ambiental y socialmente. Les va dejar dinero solo a las empresas”, agregó el presidente del CESTA.
“Hay tóxicos que son de vida o muerte, hay personas que se mueren porque se envenenan. Pero hay otros que afectan de formas diferentes, si es una madre que está embarazada la criatura le puede salir deforme y esos elementos le afectan porque son cancerígenos y afectan al cuerpo”, dijo Navarro.
Si los proyectos mineros operan en El Salvador a cielo abierto pueden usar aproximadamente 8 toneladas de arsénico al día, durante los 10 a 15 años de vida útil de una mina, según el presidente del CESTA.
“Hay países con centros hospitalarios que pueden dar una mejor atención médica, pero aquí ni medicinas hay en los hospitales. ¿Cómo vamos a esperar una buena salud si al Ministerio (de Salud) se le recorta presupuesto?”, concluyó Navarro.