Solo han transcurrido dos meses del 2023 y El Salvador contabiliza al menos cinco feminicidios que habrían sido perpetrados a manos de parejas o exparejas de las víctimas en distintos puntos del país, y aproximadamente siete muertes más en ambientes comunitarios, esto según los datos publicados por Observatorio de Violencia Contra la Mujer.
La Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), en diversas ocasiones ha externado su preocupación ante la violencia a la que se ven sometidas las mujeres. Silvia Juárez, representante de la misma, señaló que hasta la fecha el Estado salvadoreño tiene “una enorme deuda que sigue aumentando” con las mujeres.
“La primera gran deuda del Estado salvadoreño es su capacidad de implementar un Estado igualitario, que desestructure los obstáculos que impiden la igualdad de las mujeres”, haciendo referencia a la marcada brecha salarial, actualmente los cargos ocupados por mujeres tienen una remuneración menor en un 40% que los mismos cargos desempeñados por hombres.
ORMUSA registra cuatro feminicidios a manos de parejas en 2023 en El Salvador
Juárez recriminó que “un país que enfrentó un régimen de excepción, que ha suspendido garantías individuales no ha sido capaz de detener la violencia que se ejerce en contra las mujeres en el ámbito de las relaciones de confianza o en ámbito familiar” y sus entornos.
Para la representante de ORMUSA “el régimen de excepción afecta de manera diferenciada a las mujeres”, debido a que esto implicó a que son las mujeres las que deben ejercer las labores de búsqueda de familiares detenidos por las autoridades, deben velar por una defensoría, y con menos ingresos deben tener capacidad de brindar los kits para los detenidos y sostener el hogar.
Uno de los puntos más delicados tratados por la representante de ORMUSA son los casos de acoso en los cuales estarían involucrados elementos de seguridad al someter a “ciertas prácticas” a las mujeres como una medida para “no llevárselas detenidas”.
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Hasta la fecha, afirma Ormusa, “ante la desaparición de una mujer hay un estigma diferencial”, y ejemplifica que una desaparición puede verse como un medio para infringir otros delitos como trata de personas, robo de órganos y esto también podría estar motivado por otros fines como la explotación laboral y sexual de las víctimas. Para la representante de la organización, la diferencial entre las desapariciones femeninas y masculinas es que el ambiente de confianza tiende a estar involucrado en la situación.
Mientras que a nivel de las instituciones de seguridad se genera primero una hipótesis si la víctima pudiera haberse ido con una pareja, si es ella quién no quiere aparecer o si tiene un nivel de “responsabilidad” en lo ocurrido, situaciones no presentadas en el caso de los hombres.
“Hay cierta tolerancia o no se genera una alerta real cuando se desaparece a las mujeres”, Silvia Juárez, concluyó recalcando el papel que juega la sociedad ante los casos de desapariciones debido a que “cuando debería alegrarnos encontrar a una mujer con vida”, que en muchas situaciones buscó huir de la violencia es señalada e incluso se pide acciones legales en contra de ella.