Cada noche, a las 9 en punto, los integrantes de la familia Amaya se postran en el piso de tierra de su modesta vivienda en la colonia San Antonio, del municipio de Jucuapa, Usulután, para hacer una oración.
El más pequeño de los niños tiene seis años de edad y le pide a Dios que haga el milagro para que liberen a su madre. Su deseo es poder abrazarla y entregarle una mariposa verde de papel con listones de colores que le hizo para el Día de las Madres.
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La madre del niño es Karina Elizabeth Amaya Turcios, de 28 años, capturada la mañana del 25 de abril de 2022 cuando se disponía a comenzar a hacer las tortillas sobre una plancha que colocaba, con el permiso de la alcaldía, sobre la la avenida 2 de abril, en Jucuapa.
Esa mañana no hubo tortillas, la masa quedó en el lugar. La mujer fue detenida por policías y soldados asegurando que tenía en su contra una denuncia por agrupaciones ilícitas.
La madre de Karina, al darse cuenta de la captura de su hija, se fue hacia el puesto policial y ante la impotencia de no poder hacer nada por ella, se discutió acaloradamente con los agentes, quienes minutos después la esposaron y la acusaron también de agrupaciones ilícitas.
Desplazamiento de niños
Los tres niños de Karina tuvieron que desplazarse hasta la casa de su abuela paterna, quien se ha encargado de cuidarlos desde que tanto su madre como su abuela Mirian Lorena Turcios, de 48 años, fueron encarceladas, hace más de un año.
Cristina Amaya de 54 años, quien ha quedado a cargo de los tres menores de edad, explica que en ningún momento se opone a las medidas de seguridad establecidas por el gobierno, simplemente pide que las personas que son inocentes sean liberadas de los centros penales, lo más pronto posible.
“Yo sé que el gobierno ha hecho un gran papel porque en esta zona no se podía ni salir, pero han atormentado a mi familia porque se ha llevado a mi gente inocente” dice la señora que ahora debe velar por los tres niños y por los engorrosos trámites judiciales en su intento de demostrar la inocencia de las dos mujeres capturadas.
“Yo le pido (al presidente) en nombre de aquellas madres que tienen sus hijos que no deben nada que los liberen. Yo le puedo asegurar que mi nuera es enojada, pero nunca ha participado en cosas de las que se están acusando”, agrega.
La señora relata que el único problema que su nuera había tenido es una discusión con un señor que se molestaba que ella vendiera tortillas en ese lugar, porque antes él parqueaba ahí su vehículo.
Recluidas en Apanteos
Tras la captura las dos mujeres fueron enviadas a las bartolinas de Usulután, donde Cristina les llevó comida durante cinco días. Luego fueron trasladadas al penal de Ilopango, y el 1 de julio del año pasado fueron recluidas en la penitenciaría de Apanteos.
Los familiares de ambas mujeres han asumido la responsabilidad económica para la compra de los paquetes con insumos, pero Cristina se encarga de llevarlos hasta la cárcel donde se encuentran.
La señora relata que debe salir desde Jucuapa un día antes, para poder hacer la fila y entregar el paquete. A partir de información brindada por otras mujeres que han sido liberadas, sabe que ambas están enfermas, pero no sabe con exactitud cuál es su condición, pues en los centros penales no brindan ese tipo de datos.
“Ella (Karina) nos han mandado a decir que le pongamos abogado porque ella ya no aguanta esa situación, sabemos que las dos están enfermas por lo que dicen las personas que han salido de ahí” asegura Cristina.
“Yo pido que le den la libertad a mi nuera y su madre porque son trabajadoras”, dice la señora. Karina además de vender tortillas, por días hacía refrescos o sopas para poder mantener a sus hijos, pero para ello trabajaba con microcréditos.
Por el momento, los niños son sostenidos económicamente con lo que el padre y el abuelo ganan laborando como jornaleros.