“Mi papá anda trabajando en unos países”, me dijo David (nombre cambiado), un niño de siete años, cuyo padre lleva poco más de un mes desde que se fue de la casa donde vivía con su mujer y sus dos hijos, de cinco y siete años.
Él vive en la comunidad San Luis El Maneadero, municipio de Zacatecoluca, departamento de La Paz, a tan solo 650 metros en línea recta de la mega-cárcel que es motivo de orgullo del gobierno salvadoreño pues la describe como la más grande de Latinoamérica.
El padre del pequeño tuvo que salir el 16 de enero anterior sólo con lo que andaba puesto, tras ser alertado de que su nombre estaba en una lista que un grupo de soldados andaba sobre personas a capturar por supuestas agrupaciones ilícitas.
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El domingo 15 de enero, en la mañana, un grupo de entre 10 y 15 soldados llegó a (San Luis) El Maneadero, instaló su base en la escuela pública, desde donde salían a caminar por las calles terrosas de la comunidad.
Al día siguiente, de acuerdo con vecinos, capturaron a Víctor Manuel Murillo y a Juan Antonio Renderos Cruz. Varias personas vieron cuando llevaban a Víctor hacia la escuela. Ya no lo soltaron. En su casa quedaron su mujer y sus tres niños entre los dos y seis años.
Un día después capturaron a Johana Dalila Flores, de 24 años, mientras operaba el molino de maíz a donde la gente acude a hacer la masa para las tortillas. También se la llevaron con engaños, dice su padre, Antonio Flores, quien es líder de la comunidad El Maneadero.
Dalila es madre soltera y sus abuelos y tías cuidan de su hija. Según los familiares, Angely desde aquel 17 de enero se pregunta por qué “los policías” se llevaron a su madre. A veces cae en depresión y le da por llorar por la ausencia de su madre.
En total fueron cinco las personas que entre el 16 y 17 de enero capturaron los soldados. El miércoles 18 se retiraron de la comunidad pero continuaron llegando esporádicamente. Y el 5 de febrero volvieron a hacer capturas. Ese día la comunidad quiso interceder por Josué González Muñoz pero fueron agredidos por los militares, quienes amenazaron con disparar sus armas.
El Diario de Hoy ha tenido conocimiento de múltiples casos de salvadoreños, sobre todo jóvenes, que han migrado de manera irregular hacia Estados Unidos, para conjurar el peligro de ser capturados de manera arbitraria.
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El gobierno ha capturado en el lapso de un año a más de 60,000 personas y admitió que ha tenido que liberar a más de 3,000 a las que no pudo comprobarles pertenencia o vínculo con pandillas, pero que han tenido que soportar semanas o hasta meses en prisión sin el debido proceso. Otros 90 han muerto estando en la cárcel.
Esa nueva causa de migración ocurre mientras Estados Unidos hace esfuerzos por atacar los factores que propician la migración de centroamericanos, con millonarias inversiones, con apoyo de la empresa privada, en el Triángulo Norte de Centroamérica.
A principios de febrero, la vicepresidenta Kamala Harris anunció una inversión de 950 millones de dólares para atacar los factores que impulsan la migración ilegal.
La huida
Ese mismo 16 de enero, varios hombres salieron de El Maneadero tan solo con lo que andaban puesto al enterarse que sus nombres figuraban en una lista con todo y fotografías que los militares andaban.
De acuerdo con los informantes, los militares utilizaron a algunos niños de la comunidad para preguntar dónde vivían las personas que iban a capturar. A los niños les mencionaron los nombres y les mostraron fotografías, algunas obtenidas de la ficha del Documento Único de Identidad (DUI).
Edwin, Ernesto, Mario, Yonatan y Macario se enteraron a tiempo de que los soldados preguntaban por ellos. Y ese mismo día se fueron. Dejaron lo que estaban haciendo y se marcharon de la comunidad. Al menos cuatro de ellos buscaron refugio donde familiares mientras vendían algunos bienes para juntar dinero, irse a México y allí pagar un coyote que los pasara a Estados Unidos.
Al menos uno de ellos ya logró llegar a Estados Unidos. Es el padre de Denis, el niño que espera que su padre regrese pronto de “los países donde anda trabajando”.
Misma historia en La Bermuda
A 90 kilómetros de El Maneadero, en la comunidad Marianella García Villas, del cantón La Bermuda, municipio de Suchitoto, ha pasado igual: quienes han tenido la posibilidad de marcharse a Estados Unidos lo han hecho. De acuerdo con lugareños, se sabe que por lo menos siete jóvenes de esa comunidad se fueron hacia Estados Unidos por temor a ser capturados, porque la policía carga una lista de personas a capturar en esa comunidad por el delito de “agrupaciones ilícitas”.
En esa comunidad, las capturas bajo el régimen de excepción de personas ajenas a pandillas, según los vecinos, iniciaron a principios de abril. Gerson Zavala Gómez fue capturado el 7 de abril, José Dolores Zavala, el 15 de abril, fue arrestado Gerson de Jesús Palacios López, de 26 años, y el 20 de ese mismo mes, arrestaron a Porfirio Bladimir Palacios Murillo, de 24 años.
De este último, según la madre, el día que lo capturaron los policías no sabían ni el nombre completo porque hasta días después unos investigadores llegaron a preguntar el nombre completo de él mientras mostraban una foto que habían obtenido del perfil de Facebook de Bladimir.
En todos los casos, el común denominador es que los policías dijeron que los arrestaban a raíz de una llamada ciudadana que habían recibido mediante la cual los señalaban de ser colaboradores de pandillas.
Como en El Maneadero, en la comunidad Marianella García Villas, las capturas que los vecinos califican de arbitrarias o injustas han llevado a que varios jóvenes emigren de manera irregular hacia Estados Unidos.
De la familia de Dolores Zavala se fueron tres jóvenes. Todos lograron pasar la frontera y ya se encuentran en Estados Unidos. En estos días va de camino Jaqueline, dicen los vecinos.
Sin embargo, el caso que podría considerarse más emblemático es el de Josselyn Palacios, la joven que tuvo que, prácticamente, tuvo que huir del país para ponerse a salvo, luego de que en redes sociales fuera señalada de ser colaboradora de pandillas, debido a su participación en una marcha hacia Casa Presidencial el 19 de julio mediante la cual exigía la liberación de su hermano, Gerson de Jesús Palacios López, capturado el 15 de abril, el mismo día que arrestaron a Dolores Zavala.
Al siguiente día, en redes sociales decenas de cuentas publicaban una foto de Josselyn y Gerson, en la que la señalaban a ambos de ser pandilleros a la vez que mostraban una foto en la que ella hacía una señal llamada Maloik, que identifica a quienes les gusta la música rock y metal.
Pero el odio esparcido en redes generó temor en Josselyn, quien al siguiente día compró un boleto de autobús en el que salió hacia Guatemala y luego a México. Iba sola, sin coyote que le ayudara. Ella que jamás había salido del país. Lo más lejos que se había retirado de su casa era a San Salvador, a 40 kilómetros de distancia.
Josselyn logró llegar a Estados Unidos; de momento está a salvo del régimen de excepción que desde hace más de diez meses mantiene preso a su hermano, quien hasta el día de su captura no registraba antecedentes penales ni policiales.
Ninguno de los arrestados tanto en la comunidad Marianella García Villas como en El Maneadero ha logrado recuperar su libertad, a pesar de los esfuerzos de algunas familias en pagar abogados particulares.
Ricardo emigró tras ser liberado
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José Ricardo fue capturado por soldados de la Fuerza Naval, el pasado 5 de noviembre, junto a siete adolescentes más. Todos eran menores de edad y la presión ejercida por la comunidad Amando López, en el Bajo Lempa, hizo que el régimen los liberara pocas horas después.
A los ocho adolescentes los capturaron bajo cargos de ser pandilleros, días después de que éstos realizaran una representación teatral sobre la historia de la comunidad durante el conflicto armado. Antes hubo un episodio de brutalidad por parte del grupo de soldados golpearan y obligaron a desnudarse a un grupo de jóvenes que participaban en un baile.
Poco tiempo después, uno de esos jóvenes, que tenía familiares en Estados Unidos, decidió marcharse de El Salvador por temor, según vecinos, a ser nuevamente capturado por el régimen de excepción y, al haber alcanzado la mayoría de edad, ya no correría con la misma suerte de ser liberado.
Tanto la comunidad Amando López donde los ocho jóvenes fueron capturados por miembros de la Fuerza Naval, como la comunidad El Maneadero, donde entre enero y los primeros días de febrero, soldados de la Quinta Brigada de Infantería capturaron a varios habitantes, y la comunidad Marianella García Villas, en Suchitoto, comparten una peculiaridad: las tres son lugares que fueron poblados por excombatientes de la exguerrilla.