La última vez que los familiares vieron con vida a Carlos Ernesto Mercado García, de 41 años de edad, fue el pasado lunes 18 de abril, cuando fue capturado en su casa de habitación en el municipio de San Bartolomé Perulapía, durante las acciones del régimen de excepción.
El 1 de octubre pasada la 1:00 de la madrugada, a los parientes les tomó sorpresa una llamada desde el penal de Izalco, en la que les informaban que Carlos había fallecido en el Hospital Jorge Mazzini de Sonsonate.
A esa hora de la madrugada los familiares se trasladaron desde Perulapía hasta Sonsonate para reconocer el cadáver de Carlos, sin embargo, estaba irreconocible por su delgadez. Según el reporte que recibió la familia sufrió un accidente cerebrovascular.
La familia asegura que en ningún momento fueron informados que Carlos había sido ingresado al centro de salud desde el 22 de septiembre, de hecho, el 24 de ese mismo mes le llevaron un paquete con insumos básicos al penal, pero no les notificaron sobre el estado de salud del detenido.
“Lo que nos pareció raro es que no lo encontraban en los listados”, relató una familiar.
Carlos era el último de 13 hermanos y laboraba como ordenanza en un colegio privado en la colonia Cima de San Bartolo; además vendía ropa y otros artículos, en una champa de lámina en la colonia donde vivía, asegura su familia. Previamente había trabajado por 10 años en una empresa textilera.
“Me duele porque él no tomaba, no padecía ninguna enfermedad y asistía a la iglesia”, dice con resignación su madre, una señora de 81 años.
Carlos fue detenido en su casa un día después de participar en una actividad de la iglesia evangélica donde asistía.
Los familiares relataron que cuando preguntaron el por qué de la detención los agentes les dijeron que “ellos sabían que él no se metía en nada, pero se lo tenían que llevar porque aparecía en un listado”.
Aunque otros testigos de la captura aseguran que fueron los mismos policías que lo anotaron, después que le revisaron su Documento Único de Identidad.
En Bosque de Perularía, colonia en la que vivía Carlos, fueron capturadas al menos 13 personas entre el 31 de marzo y el 4 de mayo, entre estos un sobrino de Carlos, quien es acusado de agrupaciones ilícitas.
En un inicio, Carlos fue enviado al penal de Mariona, pero desde el 22 de agosto fue trasladado a la cárcel de Izalco, donde estaba pendiente que le realizaran la segunda audiencia. Las autoridades lo acusaban por el delito de agrupaciones ilícitas.
Último adiós
Este lunes, Carlos fue sepultado entre cantos y una reflexión religiosa en el cementerio general del municipio.
Sus compañeros del grupo juvenil de la iglesia colocaron sobre su ataúd le una camiseta blanca con emotivos mensajes de despedida. “Gracias por tus buenas acciones”, se leía en uno de los mensajes.
Los familiares dijeron con resignación que como cristianos consideran que “ha sido la voluntad de Dios y sólo esperan de la justicia divina y la resurrección”.
Al final sus compañeros del grupo juvenil liberaron globos de colores al grito unísono de un “Hasta pronto Carlos”.