“Lo irónico es que Marvin creía que el presidente estaba haciendo muy bien las cosas con el régimen de excepción, siempre decía 'el que nada debe, nada teme y nosotros no tenemos por qué sentirnos con miedo'”, fue parte de las últimas conversaciones que el taxista tuvo con su amiga y cliente, Isabel Rivera.
Los restos de José Marvin Salmerón fueron sepultados el domingo 12 de junio en el cementerio privado de Conchagua, después de la misa de cuerpo presente en la parroquia San Carlos Borromeo, donde asistieron sus familiares, amistades y compañeros de trabajo.
Salmerón murió el pasado 10 de junio en el Hospital Nacional Rosales, de San Salvador, tras estar recluido por varias semanas en el penal de Izalco; fue capturado en el contexto del régimen de excepción el pasado 23 de mayo en su casa de habitación en la colonia Bellavista, de La Unión.
“Lo irónico es que Marvin creía que el presidente estaba haciendo muy bien las cosas con el régimen de excepción, siempre decía 'el que nada debe, nada teme y nosotros no tenemos porque sentirnos con miedo'”, Isabel Rivera
De acuerdo con sus familiares, Marvin, era un paciente con diagnóstico de diabetes, por su misma enfermedad le amputaron un dedo del pie izquierdo, tenía un estricto tratamiento y curaciones, pero estando recluido en el penal le violaron sus Derechos Humanos y a la Salud.
La muerte de Marvin ha consternado a sus familiares, clientes, amigos y todas las personas que lo conocieron trabajando por más de 21 años como taxista en la ciudad de La Unión.
"Marvin era un taxista respetuoso nunca nadie lo conoció como pandillero o de ninguna organización delincuencial, su muerte ha sido injusta y por eso nos ha dolido a todos aquellos que lo conocimos”, Isabel Rivera, excompañera de bachillerato.
Tenía dos meses de haber vendido el taxi para estar cubriendo los gastos médicos que le estaba generando su enfermedad y la amputación del dedo, pese a esas condiciones de salud, le trabajó a otra persona quien le prestaba un carro particular para que hiciera los viajes o carreras cortas a sus fieles clientes.
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Sus familiares se enteraron de su muerte por una fotografía que personas desconocidas compartieron de un hombre al que trataron de bajar de un carro de traslado de reos a una camilla.
Marvin creyó ciegamente en el gobierno de que solo a los pandilleros estaban deteniendo, se confió porque él no tenía ningún vínculo con las pandillas, su único antecedente que tenía de hace varios años era por resistencia, pero quedó en libertad, dijo un pariente cercano a la víctima.
Lo detuvieron hace varios años; la Policía lo acusaba de resistencia, incluso en esa ocasión recibió varios golpes en su cuerpo, por ese delito del que le acusaban fue absuelto, aseguraron sus familiares.
La muerte de José Marvin Salmerón es el segundo caso de víctimas residentes de la ciudad de La Unión que mueren bajo el régimen de excepción recluidos en un penal; el primero fue Rafael Antonio Quintanilla, murió el 7 de junio recluido en el centro penal La Esperanza, conocido como Mariona.
Quintanilla, quien trabajaba como picachero, padecía de varias enfermedades crónicas, estando recluido en el penal no le dieron asistencia médica ni sus medicinas, su salud se deterioró y fue llevado al hospital nacional Rosales en San Salvador donde falleció, aseguraron sus familiares.
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