En el centro penal de Izalco, lugar en que ya se reportaron al menos diez casos de reclusos que murieron durante el tiempo que lleva activo el régimen de excepción, centenares de personas, en su mayoría mujeres, se presentan a diario para entregar paquetes a sus familiares detenidos u obtener información sobre ellos.
Durante la jornada del 25 de mayo, aunque según los lugareños, no hubo tanta afluencia cómo durante otros días, al menos 500 personas exigían información y la oportunidad de poder entregar los implementos que necesitan sus familiares. Pese a que solo algunos logran hacerlo, no tienen conocimiento si realmente se entregan de forma adecuada.
La mayoría de personas llegan desde un día antes para no tener que esperar por tanto tiempo. Algunos de ellos esperan alrededor de seis horas para escuchar que no hay más cupo y deben esperar hasta el siguiente día para entregar los implementos a los internos.
Los familiares de algunos capturados llevan casi dos semanas durmiendo en la calle, bajo el sol y la lluvia, incluso sin comer. En ocasiones, una organización religiosa acompaña a las personas fuera del centro penal y lleva comida.
Entre lágrimas y lamentos, madres, esposas, padres, hermanas e hijos oraron por la libertad de sus familiares, a quienes, aseguran, se han llevado injustamente, sin ninguna justificación ni antecedente, según comentaron.
Además, expresan querer hacerle saber al presidente que muchos de los capturados son inocentes: "Acá vamos a esperar hasta que salgan nuestros familiares, si ellos no nos brindan información, aunque nos caiga la lluvia todos los días, no vamos abandonarlos".
A falta de respuesta de las autoridades, la mayoría ponen su fe en Dios, sus oraciones se hacen escuchar. Piden fuerza para la situación que están enfrentado. Escriben en papeles el nombre de su pariente para que el pastor ore por ellos.
Los agentes policiales, que custodian el lugar, obligan a las personas a desalojar las calles bajo la condición de que solo de esa manera podrán liberar a algunos detenidos. Las personas dicen saber que es mentira y que, en otras ocasiones, rara vez cumplen con su palabra.
"Es bien angustiante venir y no tener información de tus familiares, si nos dieran información no vendríamos a hacer aglomeración”, asegura una mujer quien tiene recluido a su hijo en el penal.
