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“No sé si mi hija está viva o muerta”, madre de capturada en el régimen de excepción

La versión policial fue suficiente para que 18 personas fueran encarceladas, pero las evidencias apuntan que estos agentes podrían estar involucrados en fraude procesal.

Por Lissette Lemus | Abr 09, 2024- 08:45

Silvia Aracely H. estudiaba bachillerato a distancia y laboraba cocinando en un comedor de San Marcos Lempa. Cada 15 días se desplazaba a El Zamoran para llevar comida a  sus padres, ancianos de 79 y 66 años, y a sus tres hijos de 15, 11 y nueve años. 

Ese domingo, después de cenar, Silvia, sus padres y sus hijos se acostaron temprano, pero les despertó el bullicio que hicieron los policías cuando capturaron a Heriberto M. G, sobrino de Silvia, quien vivía en la casa de al lado, consta en un habeas corpus presentado ante la Corte Suprema por su madre Esperanza. 

Silvia y su madre se levantaron rápidamente a ver qué pasaba. Silvia preguntó a los policías por qué se llevaban a su sobrino alegando que es un joven trabajador. “Venite vos 

también”, le dijo el agente, la esposó y la subió a la patrulla, ante la mirada y el temor de los demás adultos y los niños que se quedaron llorando. 

Un pastor y un grupo de evangélicos que habían llegado a una casa vecina a orar por una persona enferma observaron cuando Silvia y su sobrino Heriberto eran subidos a  una de las patrullas policiales. A ninguno de ellos, les leyeron una orden de detención. 

¿Por qué se llevan a mi hija?, se atrevió a reclamarles la madre de Silvia. “A no señora, vaya a hablar con el gobierno, que el gobierno que nos manda a nosotros a llevar a su hija”,  le contestó uno de los agentes.

La detenida pasó tres días en las bartolinas de Usulután. Luego fue trasladada al penal de Ilopango, pero su familia no fue informada hacia donde la habían llevado. 

Ante la angustia, su madre salió un día después a prestar dinero para poder viajar hasta San Salvador para preguntar por el paradero de su hija en el penal de mujeres de Ilopango. 

Al mediodía había conseguido lo suficiente para viajar y aunque sabía que era muy tarde, no le importó y se fue hasta la capital. 

Al llegar al penal de Ilopango se encontró con un listado de nombres, pero ella no puede leer. Después de un rato un custodio se compadeció de ella y le confirmó que su hija ya estaba en ese penal. 

La señora compró lo que le alcanzó y entregó el paquete, pero por la hora ya no pudo regresar a su casa. Esa noche, se quedó sentada fuera del penal, hasta las cinco de la  mañana del día siguiente, hora que emprendió el viaje de regresó hasta la zona del Bajo Lempa. 

Silvia fue enviada de Ilopango hacia el penal de Apanteos, durante el traslado masivo en septiembre de 2022. “No sé si mi hija está viva, si mi hija está muerta, yo desconozco  aunque todos los meses voy a dejarle paquete”, se lamenta su madre.

LEA EL REPORTAJE COMPLETO: Las familias que el régimen de excepción destruyó en el Bajo Lempa

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