La madre de la líder comunitaria Esmeralda Beatriz Domínguez, capturada el 19 de abril en la zona del Bajo Lempa, narró en la entrevista de YSUCA la angustia y la incertidumbre que está viviendo la familia tras la detención, que ellos consideran arbitraria.
María Dolores García, madre de Esmeralda, pidió a las instituciones del Estado que dejen en libertad a su hija debido a que ella no tiene vínculos con alguna estructura criminal.
“Yo lo que pido es que se haga justicia, que investiguen las cosas, que no se lleven a las personas solo porque son señaladas o porque caen mal.”
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“Mi hija cayó mal porque siempre defendía los derechos de las personas, siempre platicaba con los policías, que esas cosas no habría que hacerlas sin investigar” afirma.
Esmeralda es líder de su comunidad, defensora de derechos humanos, técnica educadora en FUNDAHMER y madre de una bebé de cuatro meses y una niña de 13.
María relató que la captura de su hija fue arbitraria, la estaban esperando unos metros antes de su casa, cuando iba los policías la bajaron de la moto, le revisaron el celular y luego se la llevaron.
Una vecina que se percató de lo que estaba sucediendo salió para resguardar las pertenencias que quedaron tiradas, desde ese momento empezó el calvario para la familia.
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Esmeralda fue llevada en un primer momento a la delegación, luego fue movida a las bartolinas de Usulután.
Cuando estaba en Usulután, la familia tampoco la pudo ver. Pagaron comida para que se la entregaran, pero ningún familiar que le lleva alimentos a los capturados tiene garantía de que los reciban.
Con voz quebrantada María asegura que la afectación a la familia es algo de lo que no podrán recuperarse.
“Se pueden imaginar que dolor ver a la niña (de cuatro meses) llorando por su chiche” dice María.
Esmeralda es la cabeza de su familia en su hogar, donde vive con su abuela, su madre y sus dos hijas.
Ella se dedica al cultivo orgánico de diferentes hortalizas. Su madre comenta que un día antes de su captura estaba preparando las nuevas plantas de cebollín, chile y tomate que sembraría.
Al quedarse sin la persona que les proveía económicamente a la familia, María dice que la están pasando solo con la ayuda que le han brindado algunas personas.
“Gracias a Dios la gente me ha ayudado para comprarle la leche a la niña” relata.
María pide que se haga justicia en el caso de su hija. “Es un dolor inmenso porque estamos viviendo una represión igual que antes o quizás peor” se lamenta.
María es sobreviviente de la masacre de La Quesera, perpetrada por la Fuerza Armada entre el 21 y el 31 de octubre de 1981, en el área rural de los municipios de San Agustín, Jiquilisco y Berlín, ubicados en el departamento de Usulután,