Hélmer Arsenio Corleto Torrento tiene 47 años de edad y más de cinco laborando como motorista de equipo pesado en la alcaldía del municipio de Ahuachapán, en el departamento del mismo nombre. Pero desde el pasado miércoles se encuentra detenido de manera arbitraria, según sus familiares.
De acuerdo con parientes, la detención de Hélmer ocurrió el miércoles aproximadamente a las 6:30 a.m. cuando varios policías detuvieron el microbús de transporte colectivo en el que se dirigía a su trabajo, y le ordenaron que se bajara. Nadie más fue bajado ni detenido, afirman las fuentes a El Diario de Hoy.
Al momento de su detención, Hélmer portaba todos sus documentos de identidad, incluyendo el carnet que lo acredita como empleado de la comuna ahuachapaneca, aseguran familiares.
Pero además de ser empleado municipal, Hélmer, su esposa e hijos también se dedican a la cría de ganado y al cultivo de hortalizas.
Sospechan que podría ser venganza de parte de algunos policías
Los familiares de Hélmer aseguran que éste jamás ha tenido vínculos con pandillas y que en el lugar donde viven tanto como en Ahuachapán es conocido como persona trabajadora y no como un delincuente.
Los parientes sospechan que la detención de Hélmer podría estar motivada a una especie de venganza de parte de algunos agentes de esa institución, debido a que hace cuatro años, cuatro policías allanaron y registraron, sin orden fiscal ni judicial, la casa de habitación, ocasión en la que robaron dinero en efectivo.
Fueron poco más de 600 dólares los que los policías se hurtaron durante el registro ilegal.
Los parientes de Hélmer no se quedaron de brazos cruzados y decidieron denunciar el hurto ante la Fiscalía que realizó las respectivas investigaciones llegando a tal punto que los cuatro elementos policiales admitieron el hurto y devolvieron el dinero en una sede judicial.
Ante eso, el juez que conoció el proceso prohibió a los elementos policiales acercarse a la vivienda de Hélmer y su familia. Eso fue en agosto de 2018
Sin embargo, en la mañana del 30 de diciembre de ese mismo año, otro grupo de policías entró de manera ilegal a la propiedad de Hélmer y su familia. Le pidieron a Hélmer que se quitara la camisa para ver si tenía tatuajes, al ver que no tenía y luego de conversar unos minutos, los policías les confesaron que el jefe (sin especificar quién) los había mandado a que se lo llevaran detenidos.
Esos policías le dijeron que no tenían razones para llevárselo, que habían notado que era una persona trabajadora; dijeron que le mentirían al jefe diciéndole que no lo habían encontrado. Se marcharon.
Pero ese mismo día en la noche, otros policías llegaron, sin orden judicial realizaron un registro y al no hallar nada ilegal, metieron unos tubos de aluminio en un saco, que eran parte de unas barandas de un automotor y dijeron que lo acusarían por fabricación artesanal de armas y agrupaciones ilícitas. Así lo hicieron
Pero tras probar su inocencia, Hélmer recuperó su libertad, pero el acoso policial les ha costado gastar varios miles de dólares en abogados, aseguró un pariente.
Los antecedentes de registro ilegal a la vivienda de Hélmer y su familia, así como el hecho de que los policías se dirigieran directamente a él entre todos los pasajeros del microbús, los hace sospechar que la captura podría estar relacionada al acoso que han sufrido por parte de varios policías desde que cuatro de sus compañeros tuvieron que admitir el hurto de más de 600 dólares.