Los gemelos Fredy Ernesto y William Solano, de 20 años, tenían como meta migrar para Estados Unidos y dejar atrás el duro trabajo de jornal que realizaban en campos de cañales, en el municipio de Acajutla, donde por 24 horas de trabajo continuas, usualmente pagan 15 dólares, es decir un aproximado de 0.62 centavos de dólar la hora, de manera temporal.
La madre de los hermanos, Silvia Solano, relata que William era más decidido, es por eso que ya había intentado una vez alcanzar “el sueño americano”.
En la época que hondureños, guatemaltecos y salvadoreñas buscaban la forma de llegar a Estados Unidos en caravanas, William decidió probar suerte, pero no llegó muy lejos, fue capturado por las autoridades migratorias en la ciudad de Tapachula, en México, donde pasó aproximadamente detenido y luego aceptó regresar a su empobrecido poblado rural Villa San Cristóbal El Inicio, en el municipio de Acajutla.
“Yo le decía quédate hijo, no volvas aquí, pero me dijo no mami mejor me voy a regresar” dice la señora.
El año pasado tenía planeado nuevamente el arriesgado camino migratorio, pero esta vez en compañía de su gemelo, después de cultivar maíz en una parcela alquilada y así dejar una reserva a su madre, quien vive de hacer tortillas.
Para cultivar eran beneficiados por un programa de gobierno que ayuda a los agricultores, es por eso que el 17 de mayo de 2022, salieron junto a un cuñado a la zona conocida como kilo 5, para recibir la semilla mejorada y el abono, pero al regresar a su comunidad, los gemelos se encontraron con unos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que acaban de capturar a otro joven.
“Aquí estaba horrible porque los policías andaban enojados y habían botado la puerta de una casa (al lado)”, dice la señora.
Su madre relata que los jóvenes se dedicaron a bajar los sacos de los insumos agrícolas, cuando los agentes pasaron varias veces y la tercera se bajaron del vehículo y pusieron manos arriba a los gemelos para catearlos y los interrogaron preguntándoles por “alias” de supuestos pandilleros. Los jóvenes les dijeron que no eran ellos y que no conocían a esas personas que buscaban.
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Uno de los agentes consultó los Duis de los hermanos en el sistema y dijo que estaban limpios, pero otro de los policías tomó la decisión de llevárselos, asegura la madre.
“Váyase para Acajutla madre, allá vamos a ver” le dijo el agente a Silvia, pero en la delegación policial, después de varias horas, le informaron a Silvia que sus hijos quedarían detenidos porque los agentes captores ya habían hecho el reporte por agrupaciones ilícitas.
“Esa fue la última vez que yo vi a mis bichos y los logré abrazar y hasta hoy, año dos meses después, y yo no sé cómo están ellos” comenta la angustiada madre.
Al regresar a la casa sin sus hijos Silvia relata que en un momento pensó atentar contra su vida, pero en ese momento llegó su madre y le dijo “Tus hijos van a salir y te quieren ver viva no muerta, no penses en eso”.
La captura de sus hijos provocó que la señora perdiera el apetito, no durmiera y pasara llorando por varios días, hasta desmayarse en una ocasión.
Hace menos de un mes, Silvia narra que recibió una llamada de una persona que fue liberada del penal de Mariona y le aseguró que William estaba bien, pero le dijo que a Freddy nunca lo vio en la cárcel.
Ante la falta de información por parte de las autoridades de Centros Penales a los familiares de los capturados, los mensajes que los reos mandan con los que salen libres es la única esperanza de saber si están sanos o con vida.
La madre se siente preocupada al no saber nada de Fredy, debido a que su hijo usaba inhalador, porque solía padecer de bronquitis.
Silvia hace tortillas en el almuerzo y cena y con lo poco que gana y la ayuda de su pareja logra pagar 35 dólares a centros penales, cada 15 días, por cada uno, para que reciban un paquete que incluye algunos alimentos para sus hijos.
Y cuando les lleva el paquete que se compra afuera, donde se incluyen artículos de cuidado personal, gasta entre 60 y 80 dólares, asegura.
Como la mayoría de los familiares de los capturados en el régimen de excepción, Silvia se ha enfrentado a la falta de información por parte de la abogada de la Procuraduría General de la República (PGR) que lleva el caso de sus hijos.
Según la señora, la escueta información que ha recibido es que sus hijos probablemente enfrenten la segunda audiencia hasta enero de 2024, porque por el momento no están haciendo esas diligencias.
“Los abogados reúnen al montón de gente que llegamos a preguntar por los casos y lo mismo que le dicen a un familiar, le dicen a todos sin revisar los casos” se lamenta Silvia.
Contrario a las autoridades, Silvia asegura que sus hijos no tenían ningún vínculo con las pandillas y como prueba muestra las dos solvencias extendidas por la Dirección de Centros Penales que fue a solicitar cuando recién habían sido capturados los gemelos, para presentarlas como arraigos junto a las constancias de trabajo. “Yo pido que por favor saquen a mis hijos, ellos son trabajadores” suplica la madre.