No es la extensión territorial ni la cantidad de personas que habitan en un determinado municipio lo que los define: Son sus raíces, sus costumbres, su identidad cultural, religiosa y sus actividades productivas. En síntesis, esto es lo que varios habitantes de Coatepeque y Texistepeque, del departamento de Santa Ana, se les viene a la mente cuando se les pregunta sobre la posibilidad de que sus lugares de origen desaparezcan para integrarse como distritos o ser incorporados a otros municipios o departamentos del país.
No asoma en ellos ni la más mínima duda de que, aunque sean desintegrados dejen de llamarse “texianos”, para el caso de los habitantes de Texistepeque o dejar de ser las familias “más emprendedoras” que han hecho de Coatepeque, uno de los lugares turísticos más visitados por la hermosura de su lago, la diversidad de la gastronomía y la versatilidad de la arquitectura de sus restaurantes y hoteles.
En sus habitantes es poco o nada lo que conocen sobre la posible intención del gobierno de reducir los municipios de El Salvador de 262 a 50. Así lo dijo el presidente Nayib Bukele en diciembre del año pasado, comparando a un país de apenas 21,000 kilómetros cuadrados, tener que estar dividido en tantos municipios.
De esto, no existe aún una propuesta oficial del Ejecutivo en la Asamblea, pero los vientos soplan hacia esa dirección, al decir de diputados del oficialismo que han sido entrevistados en otros medios de comunicación sobre ese tema.
Hace unos días, la revista digital Factum reveló que el Ministerio de Gobernación comunicó a las alcaldías de El Congo, Coatepeque y Texistepeque que pronto podrían desaparecer para formar parte de distritos.
El titular del ramo, Juan Carlos Bidegaín, se desligó en una entrevista matutina, aduciendo que los memorándum que recibieron los alcaldes no era una información “oficial”; sin embargo, defendió que la disminución de municipios tiene a su base la optimización de los recursos del Estado y que es desde la Presidencia de la República de donde saldrá la iniciativa de ley para concretizarlo.
Pero más allá de las decisiones políticas, para los habitantes de Texistepeque, especialmente en el periodo de Semana Santa, la algarabía tiene nombre: sus calles se visten de rojo, la gente corre despavorida de un lugar a otro para no ser azotados por los “Talcigüines”. Así se les conoce por su nombre en náhuatl, a los hombres vestidos de Diablo que buscan purgar de sus pecados a los habitantes de ese municipio y a quienes los visitan para vivir esa tradición.
“Allí no entiendo como la van a barajear, yo siento que sea lo que sea, no comprendo tampoco ese fragmento del cambio que ellos quieren hacer, no comprendo en realidad, como el drama popular de los Talcigüines pertenece a la Iglesia, no a la alcaldía, de hecho tenemos nuestra propia directiva y al final ya ni pertenecemos a la Iglesia, sino al pueblo de Texistepeque, a la ciudad de Texistepeque”, afirmó Juan Antonio Pérez, intérprete de los Talcigüines.
Para los miembros de esta hermandad de los Talcigüines, los temas políticos no harán sucumbir su “amor”, su “pasión” que por años han mantenido a la tradición, sin apoyo incluso de la misma alcaldía, según dijeron. Para ellos la administración en papeles podrá cambiar, pero no sus corazones, ni su arraigo a lo que disfrutan hacer, para que los valores culturales de su municipio trasciendan.
“Vamos a seguir saliendo cada año, es un compromiso que tenemos todos de cuidar nuestro patrimonio, ahora que somos patrimonio cultural de El Salvador, estamos comprometidos con nuestra tradición para seguir llevando año con año a nuestro municipio a que sea parte renombrado dentro y fuera de nuestro país, para nosotros nada va a cambiar, puede cambiar el aspecto administrativo del municipio, pero para nosotros todo va a seguir igual y lo vamos a seguir haciendo con el mismo deseo y amor que lo hacemos hasta el día de hoy”, argumentó el presidente de la Directiva de los Talcigüines, Dani Reyes.
Guillermo Antonio Guzmán Martínez, un septuagenario oriundo de Texistepeque, dice que antes de pensar en reducir los municipios, el gobierno debería consultarle a los pobladores si están de acuerdo o no. Dice que la “popularidad de Bukele” no debería hacer que los diputados aprueben todo lo que él les diga.
“Yo creo que lo que pretenden es quitarle la administración financiera a los alcaldes y reducir también empleados y poner sus propios funcionarios a trabajar en diferentes distritos”, analizó Guzmán.
Zona protegida
Coatepeque fue declarado recientemente “Área Natural Protegida” por el Ministerio de Medio Ambiente, lo que implica medidas de protección sistemáticas por parte de las alcaldías, del Ejecutivo y de los pobladores asentados en las orillas del enorme cráter de agua de origen volcánico.
Con o sin esa declaratoria, sus habitantes conocen muy bien los secretos que guarda el espejo de agua de 2,400 hectáreas. El lago les da vida y los alimenta, por generaciones ha sido el manto azul turquesa que los abriga. Tras la declaratoria de zona protegida, los alcaldes de los municipios de Santa Ana, El Congo e Izalco, firmaron un convenio de cooperación en donde se comprometen a proteger y conservar el medio ambiente de la cuenca de Coatepeque.
El acuerdo tiene como objetivo la instauración de un Comité de Cuenca, para que todas las autoridades, comunidades y demás actores clave trabajen de forma permanente en la recuperación ambiental de Coatepeque. A través de éste, los tres gobiernos locales establecerán ordenanzas propias para la conservación del lago y el bienestar de las comunidades.
¿Pero como quedará esto si Coatepeque y El Congo desaparecen como municipios? Alejandro Villacorta, director Ejecutivo de la Fundación Coatepeque, dijo que no pueden opinar mientras no exista claridad de si habrá reducción de municipios o no, aunque señala que la protección del lago no dependerá de la decisión política que tome el gobierno.
“El trabajo ambiental en la recuperación del lago no depende de la división política. Continuáremos trabajando con las autoridades que se determinen”, apuntó.
Sin embargo, para el sector turístico de la zona, el panorama es distinto. Manifiestan que de por sí la alcaldía de El Congo no los apoya, lejos de eso les subió los impuestos, que la declaratoria de “Área Natural Protegida” es letra muerta, nadie hace nada por proteger el recurso de la zona y que los trámites engorrosos que ya atraviesan con la municipalidad podrían empeorar.
“Realmente la alcaldía que está ahorita (de Nuevas Ideas en El Congo) no nos ayuda en nada, al contrario, nos han subido los impuestos como restaurantes, no nos han ayudado en nada”, reaccionó molesto uno de los propietarios de restaurantes de Coatepeque, que prefirió omitir su nombre.
Alegó que la mayoría de las personas que han levantado sus negocios son gente de la zona, que con pocos recursos han ido creciendo con mucho sacrificio, pero son un sector productivo que genera impuestos olvidado por los gobiernos de turno.
“Acá es gente emprendedora, es gente local que ha luchado, no ha sido fácil, mis papás son de la tercera edad, han llegado a hacer su negocio con mucho esfuerzo”, aseveró.
Sobre la protección de los recursos naturales ni hablar, según dijo, las mismas costumbres de los alcaldes de antes: “conectes e influencias” inciden en la tala de árboles y la degradación del lago, pese a ser zona declarada de cuido ambiental por el gobierno.
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