Seguramente no hay médico graduado de este hermoso y viejo edificio que no tengo lindos recuerdos de su paso por él. Yo soy uno de ellos, que guardo esos recuerdos de mi paso desde 1965 hasta mi graduación en Junio de 1972.
¿Dónde está ese edificio? Está ubicado frente a la entrada principal del Hospital Rosales y frente al antiguo Hospital de Maternidad, específicamente, en la intersección de la Calle Arce y la Avenida Universitaria (25a. Avenida Norte).
Se construyó durante la presidencia del doctor Manuel Enrique Araujo y se inauguró el 1 de marzo de 1913, bautizándolo como ESCUELA DE MEDICINA “EMILIO ÁLVAREZ”, en honor del eminente médico colombiano, “el Padre de la Cirugía Salvadoreña”. El diseño y la construcción estuvieron a cargo del italiano Francesco Durini. Su localización se debió a la lógica de que debía estar cerca del hospital escuela que era el Hospital Rosales.
En el costado sur del edificio original se encuentra el anfiteatro, que se construyó similar a la sala de conferencias de la Escuela de Medicina de París, construida a fines del siglo 18. Es a esta estructura a la que se ha dado en llamar “La Rotonda”.
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Durante el terremoto de 1917, el edificio sufrió graves daños y lo dejó inhabitable; no fue hasta 1936 cuando se volvió a utilizar después de una reconstrucción y desde entonces la escuela de medicina funcionó ahí hasta la construcción del nuevo edificio localizado en el campus de la Universidad Nacional, al final de la Avenida Universitaria.
Años después, en 1949, se construyó un nuevo edificio, adyacente y atrás del antiguo edificio, viendo a la Calle Rubén Darío; el diseño y construcción estuvo a cargo del arquitecto Ernesto DeSola.
Como mencioné anteriormente, yo ingresé a la Escuela de Medicina en el año 1965 y me permitiré hacer un recorrido del interior de este bello edificio y cuál era su uso en ese entonces; mencionaré a los personajes que lo habitaban y desde ya pido disculpas pues varios se me quedarán en el tintero.
El portón principal ve hacia la Calle Arce y sobre él dice “ESCUELA DE MEDICINA”. Al no más entrar, a la izquierda, estaba el conmutador telefónico al que atendía don Toñito; y a la derecha estaba la biblioteca y doña Blanquita Vilanova, que era bibliotecaria y secretaria a la vez; la biblioteca tenía una extensa colección de libros que se obtuvo a través de la Fundación Rockefeller por la intercesión de la Dra. María Isabel Rodríguez.
Se entraba al edificio a un amplio espacio rodeado de corredores y con un patio interno; desde este punto se podía ver, al fondo, la estructura circular de “La Rotonda”.
En el primer piso, a la izquierda, estaba Bioquímica; su director era el Dr. Julio Cesar “el Gallito” Ruiz, y recuerdo a las doctoras Adela Bolaños, Ivette Sagastume (que falleció muy joven) e Interiano de Martínez. En ambos corredores laterales habían aulas y laboratorios.
Al fondo del edificio se encuentra La Rotonda, que originalmente fue el anfiteatro y luego fue bautizada como LA ROTONDA: es un bello espacio con su pared posterior redonda (me imagino de ahí derivo el nombre de Rotonda). El techo es una cúpula transparente que le da una buena iluminación (en las paredes inferiores de la cúpula hay un diseño con nombres de varias personalidades de la época, como “M E Araujo” y “E Álvarez”, entre otros. El piso es original, cuadriculado, negro y blanco y al frente había una tarima un poco elevada (escenario). Las butacas fueron reacondicionadas hace unos años y los miembros de la SAMS (Salvadoran American Medical Society) contribuimos con $250 por butaca, poniéndole nombre, a elección del donante, a cada butaca (yo doné $1,000 por 4 butacas y le puse a las 4 “Emilio Álvarez Lalinde” honrando a mi pariente).
Al segundo piso se llega por unas escaleras que están en el corredor de enfrente. A la izquierda estaba un amplio salón de laboratorio de Fisiología y a la derecha las oficinas de ese departamento, donde recuerdo a la Dra. María Isabel Rodríguez y Dra. Torres, quien nos daba fisiología pulmonar; a la derecha, al fondo, estaba Parasitología, con el Dr. Cedillos, y Microbiología, con el Dr. Godoy; a la izquierda, al fondo, había salones de clases y una escalera pequeña para bajar al primer piso y llegaba frente a la puerta de entrada de la Rotonda.
Atrás del antiguo edificio se construyó en edificio anexo y moderno. En su primer piso, a la izquierda, estaba el salón de disección de anatomía, y a la derecha el Departamento de Patología y el cuarto frío donde guardaban cadáveres; el Jefe del Departamento era el Dr. Juan Héctor “Chele” Berríos, también estaba el Dr. Sigarán que nos daba Micro Anatomía. En el segundo piso creo que había laboratorios.
En el corredor que quedaba entre los dos edificios había 2-3 grandes recipientes con agua y formalina, donde se introducían, al fin de la semana, los cadáveres para refrescarles sus tejidos. Tanto en la facultad, como en los hospitales, en las clases llegaba a pasar lista el VEDEL de la Facultad llamada Benedicto.
En los salones de clase y en la Rotonda recibíamos, además, clases presenciales de diferente materias, como Salud Pública con el Dr. Díaz del Pinal y Neuroanatomía con el Dr. Remolina (que era profesor visitante). También era frecuente que nos visitaran profesores extranjeros que llegaban invitados y participaban activamente dando clases o supervisando los laboratorios. Recuerdo al cardiólogo venezolano Alfonso Anselmi, quien, durante un experimento en Fisiología, ¡me dio una soberana revolcaba de preguntas!
El edificio de la antigua Escuela de Medicina estaba estratégicamente ubicado ya que tenía a su alrededor a los tres hospitales escuela: a su izquierda está el Hospital Rosales, a la derecha estaba el antiguo Hospital Bloom (hoy hospital del ISSS), y enfrente, el antiguo Hospital de Maternidad (recientemente demolido y donde se esta construyendo un edificio que será parte del Hospital Rosales).
Hay en el área tres monumentos muy significativos para la Escuela de Medicina: frente al edificio (Calle Arce de por medio) está el monumento al Dr. Emilio Álvarez, gran maestro y Padre de la Cirugía de El Salvador, que está viendo hacia la facultad. Frente al portón se encuentra un busto del Dr. Tomas G. Palomo, que está dándole la espalda a la facultad pero mirando a su maestro el Dr. Álvar. Y frente al Hospital Rosales, en la plaza de entrada, está el monumento al Sr. José Rosales (fundador del hospital) que está viendo hacia los otros dos. Y haciendo un triángulo de gran significado para la historia de la Medicina de El Salvador.