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Más de una década esperando se cumplan las promesas de CEL en comunidades de Carolina

Hace 14 años se colocó la primera piedra de la presa hidroeléctrica El Chaparral en el municipio de Carolina, desde entonces CEL prometió una serie de construcciones para el beneficio de las comunidades movilizadas por el embalse, pocas se han cumplido.

Por Yessica Hompanera / Eduardo Alvarenga | Jun 26, 2022- 21:49

La colonia de la CEL fue un proyecto de vivienda para afectados pero está desierto. Foto EDH / Yessica Hompanera

El 16 de febrero de 2022 el presidente Nayib Bukele llegó a un peñasco que tenía una vista panorámica al río Torola en el municipio de Carolina en San Miguel. Ahí, frente a su podio, su personal de comunicaciones y habitante de la zona, habló sobre el principio de la construcción de un puente que conectaría a cantones con el casco urbano del pueblo. Él la presentó como algo novedoso de donde no solo se podrá cruzar sino también realizar “Bungee”, salto controlado desde un puente.

En 18 minutos de discurso inaugural, Bukele jamás menciona que este puente se construirá luego de muchos años de presión de las comunidades hacia CEL para no quedarse incomunicados con Carolina y el resto de pueblos gracias a la inundación del embalse de la presa El Chaparral, ahora bautizada como “3 de febrero” en alusión al triunfo de Nuevas Ideas a la presidencia. 

VER: El embalse de El Chaparral amenaza a más de 60 especies

El puente fue una de las primeras promesas que hizo la central hidroeléctrica mucho antes de que se colocara la primera piedra de la presa el 30 de septiembre de 2008. Los habitantes tendrán que esperar hasta un año para tenerlo mientras el agua del río Torola se desborde y vaya llenándose hasta convertirse en embalse. Según Bukele este proyecto está valorado en $12.5 millones de dólares. 

Foto EDH / Yessica Hompanera

Lea más: El embalse de El Chaparral amenaza a más de 60 especies

Un kilómetro río arriba se encuentra un puente colgante muy estrecho que conecta el casco urbano de Carolina con al menos 3 comunidades conocidas como La Orilla, Soledad Terrero y La Ceibita donde sus habitantes lo han utilizado como punto de intercambio de mercancías y este ha estado aquí desde hace varias generaciones. 

“En el lapso del proceso con CEL ellos siempre nos han dicho que vamos a tener buenas carreteras, acceso a la vivienda y puentes donde es necesario, pero hasta ahorita con el proceso que va de la presa. Ya supuestamente se está terminando allá abajo (la presa) y no han construido ni uno. También prometieron construir una clínica con todo el equipaje y tampoco se ha visto nada”, dice Samuel. 

Una de las primeras promesas que la central hidroeléctrica realizó a las comunidades fue generar “una mejor vida” para los afectados colocando servicios básicos tras su movilización de las tierras que quedarían debajo del embalse. Calles vecinales pavimentadas, viviendas, casa comunal y un puente eran algunas de las cosas que ofrecieron pero no todas llegaron a excepción de una cancha custodiada por un vigilante de CEL. 

Mientras las comunidades esperan que se cumplan los acuerdos pactados con CEL luego de muchos años de reuniones desde el 2008, el presidente de CEL, Daniel Álvarez anunció en una entrevista de televisión el 22 de febrero que ya comenzaron las maniobras para llenar los 8.6 kilómetros de embalse “ya iniciamos las obras de embalse de agua; recuperamos eso que estuvo perdido por casi 14 años que se tardó en llegar esa presa hidroeléctrica para poder servir energía limpia”, dijo sin precisar una fecha específica de operaciones del funcionamiento. 

Según las proyecciones de CEL la presa pretende abastecer un aproximado de de 200,000 con un consumo de 100 megavatios por hora. 

La colonia de la CEL no sirve para el estilo de vida de los campesinos porque no pueden cultivar ni criar ganado. Fue planificada más bien con estándares de la vida urbana. Foto EDH / Yessica Hompanera

Una ciudad fantasma

A dos kilómetros y medio de la alcaldía de Carolina existe una ciudad fantasma donde los únicos que caminan por las estrechas calles son un grupo de empleados que llegan eventualmente a darle mantenimiento. Esta fue la ciudad pensada para las más de 70 familias que serán afectadas por el embalse. Esta ciudad fue parte de las promesas que CEL prometió y que, según los afectados, no fueron consultados para saber si eran o no viable. 

VER: El Chaparral: el “monstruo” que arrasó con las comunidades de Carolina

“La construcción de las casas definitivamente no concordó con lo que nosotros queríamos por la estructura. Cuando decimos mal elaborada, mal construida porque son casas que no están bien construidas, no tienen columnas de hierro, todas van medio bastoneadas. Nosotros construimos con suficiente material. Se ven como débiles”, dice Doré al recordar cuando él y otros habitantes recorrieron la colonia que cada casa está dividida por una malla de alambre. 

Es un escenario diferente al que estaban acostumbrados, de estar en campo abierto rodeado de naturaleza y libertad para cultivar ahora estarían bajo el control de la administración de CEL quienes no permitirían modificaciones en los terrenos o algún tipo de construcción y tenencia de ganado, algo tan cotidiano.

Foto EDH / Yessica Hompanera

“CEL les había habilitado unas viviendas en el casco urbano de Carolina. ¿Cómo fue ese caso? Fue una cosa bien conflictiva, fue una gran confusión porque, si usted tenía dos manzanas de tierra allá, le quitaban 17,500 varas, a cambio de darle una vivienda allí, en un hoyo, en el barrial”, dice Dorilio Díaz, de 58 años, quien es miembro de la Cooperativa de Ganadores de Carolina y habitante de Cantón Soledad Terrero. 

El Chaparral: "Acá vivía, pero con el embalse ya no". Familias desplazadas por construcción de represa

Tanto como Dorilio, Samuel y Doré concondaron que las viviendas en esta colonia no están aplicadas a la vida campirana a la que estaban adecuadas mucho antes de que se pensara la construcción de una presa en el río Torola. Al conocer las condiciones y la poca viabilidad, todos los habitantes de los tres caseríos decidieron sacrificarse para comprar un nuevo terreno y construir una casa adecuada a sus necesidades. Lo que implicó un gasto mayor y gastarse el dinero que CEL les dio a cambio de sus terrenos. 

“La gente acá tiene extensiones y allá van a estar encerrados. Si usted ha tenido libertad y de repente está encerrada, de pena moral se va a enfermar”, dice Dorilio.

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