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Por qué se secó el humedal de Santa Clara, en San Vicente

La población asegura que el humedal aportaba ingresos a personas de escasos recursos y alimentación para el ganado de la zona. El fenómeno ocurrió en Semana Santa. De acuerdo con los lugares y expertos fue un hecho que no se registraba desde hace 46 años.

Por Miguel Martínez | May 01, 2022- 21:00

Uno de los tres espejos de agua de San Vicente ha desaparecido por completo este 2022. El humedal de Santa Clara, conocido como Laguna Ciega o Ciénaga ha perdido sus aguas. Habitantes de Agua Helada en Santa Clara manejan distintas explicaciones pero autoridades siguen sin investigar. Video EDH / Miguel Martínez

La preocupación comenzó en el 2021 y la tragedia llegó al humedal hace varias semanas. En ese año, los habitantes de Plan de Ramos, San José Obrero, La Hacienda, y demás, en el municipio de Santa Clara, observaron que ingresaron tractores en los terrenos en el contorno del humedal del lugar.

“Entró maquinaria, tractores a las tierras. Supuestamente iban a trabajar y otros dicen que iban a hacer construcciones. Empezaron a arrollar tierra, hacer barreras para darle salida al agua. Hicieron un desagüe también para que el agua se fuera y quedara seca la laguna”, dijo Celso Iván Sorto, de 38 años, es padre de dos niños y es miembro de la ADESCO de la comunidad de Plan de Ramos, en el cantón Agua Helada del municipio de Santa Clara, departamento de San Vicente.

VER: El sitio de descanso de aves migratorias se secó

En noviembre de 2021, un grupo de personas llegó a la laguna y utilizaron “achicadoras” , para la extracción del agua para hacer sembradíos húmedos en las parcelas próximas a la que se conociera como Laguna Ciega, añade Sorto.

Estas parcelas se ofrecieron a los agricultores de la localidad para obtener la venta de la cosecha, pero según pobladores de comunidades aledañas “nadie agarró porque saben que aquí, en cuánto llueve, es un metro de agua que sube. No hay planta que lo resista. Por eso nadie alquiló”, expone Amado Osmín Domínguez de 61 años de edad.

La zona donde antes estaba el humedal, hoy pasta el ganado. La humedad de la tierra ha permitido que comience a crecer vegetación. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Domínguez vive en la comunidad San José Obrero, a dos kilómetros en línea recta hasta el humedal. Él asegura que en repetidas ocasiones “se les dijo que este espejo de agua iba a colapsar si seguían haciendo las maniobras”, sin que se obtuviera resultado.

“Estas son las consecuencias que se obtienen cuando se abusa del medio ambiente”, dijo, dirigiendo su mirada hacia el suelo con grama, en donde antes fue sitio de descanso para aves migratorias y peces.

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Domínguez forma parte de la junta del agua de Los Cocos, en el cantón de Agua Helada, San Vicente. Su primer contacto con la junta fue hace 20 años.

“Aquí, la laguna ya se secó. Y sí, el invierno ya viene y va a volver, de nuevo. Pero, si seguimos destruyendo, peor va a ser el resultado el próximo año”, reflexiona.

En diciembre de 2021, Amado Domínguez observó que los tractores empezaron a zanjar la tierra para formar barreras para aumentar la presión y canales de salida para que el agua se saliera por la presión.

Ante las dudas que ciernen sobre los habitantes, Domínguez pide que “alguien interceda por nosotros, porque nosotros no conocemos quienes son los dueños actuales”, del terreno.

Celso Iván añade que “el agua es bastante escasa” en la zona y los pobladores se abastecen de agua potable que proviene de un pozo ubicado en la zona urbana de Santa Clara, a 5 minutos a pie de la Alcaldía del municipio.
Mientras el agua del humedal, conocido como ciénaga, por su composición pantanosa es utilizada para riego de cultivos y consumo del ganado vacuno.

Según Celso Iván, la profundidad promedio del humedal era de unos 30 centímetros; y de acuerdo con Amado Osmín, antes de ese promedio, la profundidad podía pasar la barrera del metro.

De las aguas de la ciénaga, Domínguez asegura que se podía obtener pepesca y tilapia. Aunque la actividad pesquera de la zona es principalmente en la laguna de Apastepeque, lo que coincide con la información sobre actividad económica que maneja el Ministerio de Medio Ambiente en un documento de 2017, sobre humedales en el territorio nacional.

Iván, como es conocido entre sus vecinos, recogió las peticiones de los habitantes de Plan de Ramos, La Hacienda y Agua Helada que exponen a una preocupación general y un llamado a la acción de parte de las autoridades competentes.

“No sabemos quiénes son los que están detrás de todo esto”, aseguró Celso Iván Sorto.

Por ello, la población de las comunidades de Agua Helada, pide al Ministerio de Medio Ambiente y la Alcaldía de Santa Clara “Investiguen si esta laguna pertenece al Estado o si las personas que la están trabajando tienen documentos legales”, para que tomen una posición y persigan y apliquen sanciones económicas ante lo que los habitantes consideran que fue “delito ambiental”.

También piden al MARN promover una propuesta “para recuperar su humedal y que se legalice o declare un área protegida”.

Estas peticiones intentan provocar la ayuda de otras personas para que la preocupación no quede solo en los habitantes de la comunidad.

“Nos ponemos a platicar de cómo nosotros podemos ayudar a que otros se preocupen porque nosotros no tenemos el poder suficiente para solucionar este problema”, dijo el representante de la ADESCO local.

“¿Por qué la están destruyendo? Si así estaba bonito”, le dicen a Celso sus hijos. Celso es padre de dos niños que recuerdan admirar el paisaje lleno de agua y con variedad de pájaros de distintas especies y colores.

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Lucía del Carmen Portillo, de 40 años, es comerciante en un local de comida en uno de los dos miradores de la parte alta desde donde comienza la pendiente rocosa, desde la que el ganado y los pobladores accedían a las aguas del humedal.

En su negocio, Lucía del Carmen solía recibir clientes que admiraban el clima fresco de la zona en horas de la tarde noche y disfrutaban departiendo con alimentos y la vista de la llamada laguna de Apastepeque y el humedal de la ciénaga o laguna Ciega.

Desde las alturas se contemplaba el vuelo de aves migratorias como garzas comunes.

“Ahora me dicen mis clientes, qué lástima es venir y ver que todo está seco. Todo está destruido”, recordó la emprendedora local.

“No sé qué podemos hacer, si hay una institución o algo que nos pueda ayudar para resolver este problema”, expuso Lucía del Carmen.

Sobre los Chimbolos y la pepesca que se podía obtener del espejo de agua, Lucía comentó que un grupo de personas obtenía insumos mínimos de la comercialización de los peces que sacaban de un desagüe, al final del humedal.
Esta actividad se realizaba durante octubre, cuenta Lucía.

“Cuando el viento reventaba la marea y los pescaditos se salían. Ahí los pescaban y de ahí ya tenían ellos su fuente para sobrevivir”, añade.

Lucía recuerda que la laguna se secó por completo en el tiempo de Semana Santa, cuando esperaba en su negocio, en Plan de Ramos, la misma frecuencia de clientes y turistas que en los años anteriores.

La Laguna Ciega se catalogó en los últimos 5 años como humedal porque su profundidad promedio era de 15 a 30 centímetros. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

“Yo toda mi vida aquí he vivido. y para este tiempo aunque sea un pozolito de agua se mantenía en la laguna”, expresa.

Lucía todavía conserva la esperanza de que el humedal de su “laguna Ciega” vuelva a formarse con las lluvias de junio, julio y agosto.

“Si nuestro Señor Jesucristo quiere volverá a florecer nuestra laguna. Nosotros tenemos negocios y queremos ver si podemos levantar el turismo. Quisiéramos apoyo de la alcaldía y también del gobierno para que le den importancia a esta laguna”, dijo la comerciante.

Sobre la leyenda de la ciénaga:

Lucía y Amado, escucharon de sus antecesores los mitos que existen sobre la formación de la laguna Ciega.

“Los brujos de Nicaragua, los Managuas, ellos estaban llenando de agua todo el departamento de Managua. Para ello, robaban las lagunas de otros lugares. Vinieron acá y se levantaron la laguna de Calderitas y ahí quedó el gran hoyo”, narra Domínguez. .

Luego añade: “El esfuerzo de levantar el agua les tomó toda una noche. Cuando venían por acá, les cantó el gallo. Cuando el gallo canta se acabó todo (la brujería). De esa forma, el cascarón del huevo con el que daban forma al agua se les cayó boca abajo, por eso es que aquí salta el agua, pero no profundo, sino que la laguna está volteada para arriba”, relata el jornalero de San José Obrero.

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