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Peruana que reside en El Salvador enseña náhuat

Jessica Castro se ha dedicado a estudiar la cultura y tradición salvadoreña desde que llegó al país hace 12 años. Su amor por lo aprendido de El Salvador la motivó a buscar un espacio donde compartir sus conocimientos con otras personas.

Por Menly Cortez | Oct 23, 2022- 22:00

Jessica Castro es peruana casada con un salvadoreño. Vino a vivir al país en 2010 y en 2018 comenzó a estudiar náhuat. Foto EDH/ Menly Cortez

Jessica Castro reside en El Salvador desde hace 12 años y el amor fue el mayor motor para dejar su país, pues su esposo es salvadoreño.

Castro asegura que la cultura originaria de este país también la atrapó.

Y es que el amor de Jessica por la tradición de los pueblos indígenas inició en Perú, donde trabajaba con las diversas culturas preinca e incaicas, aprendiendo sobre las historias de danzas, los trajes típicos y luego enseñándolo en escuelas.

Sin embargo, notó desde su llegada que existían pocos espacios donde aprender y enseñar sobre las raíces salvadoreñas.

En 2018 comenzó a estudiar náhuat, gracias a que una amiga le habló del colectivo “Iniciativa Portadores del Náhuat”.

Castro comenta que Perú mantiene vivas muchas de las lenguas originarias de los distintos pueblos y los dialectos aún son parte de la cotidianidad de su país, comparado con El Salvador donde aparentemente nadie conserva la lengua originaria.

La “tamashtiani” (maestra en náhuat) comparte que aprender náhuat no solo es un dialecto, sino una cosmovisión, costumbres y tradiciones.

Sus primeros contactos con la cultura pipil iniciaron en Santo Domingo de Guzmán y en Panchimalco.

Luego de tres años de haber iniciado sus estudios, decidió en 2021 consultar al padre de la Iglesia Santa Cruz de Roma, que está contiguo al Centro Escolar Católico de Panchimalco, si podía dar clases de náhuat y tiempo después aceptaron su iniciativa.

Habitantes de Panchimalco aprenden cómo decir palabras en náhuat a través de ejemplos como estos. Foto EDH/ Menly Cortez

Los primeros en aprender náhuat durante un año han sido los niños desde kinder hasta tercer grado y en total son 318 alumnos los que Jessica atiende. El programa se ampliará hasta sexto grado.

Según la experiencia de Jessica, introducir el aprendizaje de los dialectos en la educación es importante. “Los niños aprenden el náhuat y su cultura, reconectan con sus raíces, con la tierra, aprenden más sobre sí mismos”, expresa.

Esta es una forma de aprender a quererse y sentirse bien con uno mismo, a ser mejores personas, sentirse orgullosos de quienes somos y no entrar en caminos incorrectos, porque si nos sentimos importantes se evita hacer cosas malas, explica.

Jessica recuerda que antes de viajar a El Salvador y conocerlo, todo mundo le decía cosas negativas, pero cuando llegó se dio cuenta de que no era como le decían. Además sostiene que lo que más le encanta del país es la abundante vegetación de los pueblos que ha visitado. De hecho, la escuela de Panchimalco, donde imparte las clases, está rodeada de vegetación.

Según Mirna Martínez, madre de uno de los alumnos de Jessica que está en preparatoria, el náhuat es algo que le entusiasma a su hijo, quien al mismo tiempo aprende inglés en la escuela, pero el náhuat le gusta mucho. “Él dice que le gusta la clase”, cuenta.

Martínez dice que le agrada que su hijo aprenda la lengua indígena, pues con él y otros niños que la están aprendiendo se recupera una tradición que desde hace muchísimo tiempo ya no se seguía.

Magdalena Salazar, directora de la institución, afirma que introducir el nahuat al currículo escolar ha permitido revivir las raíces y tradiciones, pero además ha logrado integrar a la comunidad educativa a los padres de familia con los alumnos y maestros.

Mientras tanto, Jessica sigue aprendiendo náhuat, pues afirma que nunca se deja de aprender.

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Comunidades Náhuat Panchimalco Perú Pueblos Indígenas Santo Domingo De Guzmán Ver Comentarios

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