Ser periodista feminista es un planteamiento político y que cuestiona con los postulados de la academia, de medios tradicionales e independientes en cuanto al quehacer periodístico. Este es un razonamiento que es propuesto desde las redacciones de dos revistas digitales dirigidas por mujeres jóvenes: La Brújula y Alharaca.
El Diario de Hoy habló con ellas para conocer la forma en la que trabajan y cómo es posible hacer prensa en un país donde el ser periodista es considerado de alto riesgo debido a los constantes ataques hacia la prensa y es más severa si quienes lo ejercen son mujeres.
Académicos y diversos exponentes del periodismo “de la vieja escuela” dictan que un profesional de la información no debe de cruzar la línea entre el activismo y la supuesta objetividad. Pero ellas plantean que es viable contar historias que muestran los problemas de las mujeres desde la propia realidad de las que producen y explicar por qué las cosas van mucho más allá de entregas informativas.
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“El periodismo feministra propone la denuncia y la demanda. Explora el por qué de las cosas que sabemos que normalmente el periodismo tradicional solo explica una situación y deja que el lector saque sus conclusiones”, señaló Clanci Rosa coeditora y cofundadora de la revista La Brújula.
Idea que es compartida con el resto de las jóvenes que incorporan las redacciones. Ellas se definen a sí mimas como feministas y creen que, a diferencia del enfoque de género, es algo con lo que se vive a diario.
¿Cómo nacieron?
La Brújula nació en septiembre de 2019 cuando Reiny Ponce y Clanci Rosa, con la iniciativa de la Asociación de Mujeres Ixchel, decidieron lanzar una revista que se enfocara en temas relacionados a las mujeres con un enfoque feminista. Aprovecharon el auge de otros medios digitales para salir con el proyecto al cual bautizaron con ese nombre del derivado “Bruja” que, según Ponce, representa sabiduría. Actualmente tiene seis redactoras y son distribuidas en las secciones de cuerpo y territorio, activismo e investigaciones y otras secciones.
“Los objetivos de nosotras es plantearnos la existencia de una medio feminista que cubriera la agenda de las mujeres principalmente las colectivas”, señaló la periodista y cofundadora de La Brújula Reiny Ponce quien ejerce el periodismo desde el 2011.
Ese mismo año, Ahlaraca también salió a la luz y en la actualidad cuenta con cinco periodistas en su sala de redacción. Su nombre se derivó de la publicación de una columna hecha por un periodista en ElFaro.net titulada “Violentados por tener pene”, en la que resaltaba el número de asesinatos de hombres frente al de las mujeres. Esto generó que Laura Aguirre, actual CEO y fundadora de la revista, replicara con el artículo “Denunciar las violencias no es una competencia de cifras” donde argumentó que las cifras ocupadas en ese artículo minimizan la violencia de género.
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Luego de este debate el autor ocupó en un tuit la palabra “Ahlaraca” donde deslegitimar el argumento de Aguirre. Esta palabra está definida por ellas como una “exageración y demasiado emocional sobre un tema considera poco importante’’. Vilma Laínez, periodista con 20 años de experiencia y parte de la redacción, señaló que la palabra tomó un significado reivindicativo. “Fue revolucionar la palabra y darle nuestro propio significado”, reiteró.
Angélica Ramírez, de Ahlaraca, explicó que “siguen haciendo estos comentarios. Dicen a las mujeres que hacen alharaca de esto. Hay que empoderarnos de esto y decir que si estamos haciendo bulla es porque queremos y necesitamos tomarnos nuestro espacios”.
Ambas redacciones se caracterizan por tener un número limitado de periodistas, pero que realizan un trabajo editorial colaborativo y colectivo que implica la propuesta de temas a investigar para su discusión relacionado a las mujeres. Una vez reportados se muestran avances y cada una de las integrantes da su punto de vista donde puede mejorar o incluso darle un resignificado.
Las periodistas concuerdan que la agenda es diferente a los medios tradicionales o independientes, ya que estas generan sus propias pautas y parten desde el interés que se tenga. La mayoría de los personajes de las historias son mujeres y también las fuentes consultadas para cada entrega.
“El enfoque feminista es un enfoque que no te habla de víctimas sino de sobrevivientes. La agenda propia es adicta a nuestros intereses y nuestros intereses a veces no son los son para otros”, explicó Campos. Las periodistas señalan que no tienen miedo de romper con las barreras del lenguaje de la Academia de la Lengua Española como por ejemplo ocupar el pronombre neutro: “elle”.
“Nuestro enfoque no es hacer periodismo de última hora, a menos que sea muy importante hacemos notas cortas, pero nos enfocamos más en temas de largo aliento que tengan un componente de explicar las realidades”, agregó Campos.
Las periodistas entrevistadas señalaron que trabajar en un medio feminista es sentirse en un espacio labora seguro, de colaboración mutua y de crecimiento. Para muchas de ellas es su primer empleo en el gremio y concuerdan que al escuchar las experiencias de sus colegas les genera temor de cambiarse a redacciones más tradicionales.
El financiamiento de estas redacciones viene de la aceptación de becas que promueven las investigaciones, convenios con organismos internacionales y compra de espacios publicitarios y pautas, como el caso de La Brújula.