Un grupo de pandilleros vigiló cada una de las actividades diarias realizadas por Luis Armando Sorto el 9 de enero de 2016.
Sorto era pastor evangélico residente en la colonia La Paz, del municipio de Chapeltique, San Miguel.
La razón de vigilarlo todo el día era para matarlo porque sospechaban que Sorto al ser hermano de un subinspector destacado en la División Antinarcóticos de la delegación de Usulután, le pasaba información a la Policía.
A las 8:00 de la noche de ese día el pastor evangélico fue atacado a balazos frente a su vivienda.
Luego del ataque, la víctima fue trasladada por personal policial de la localidad al hospital San Juan de Dios, de San Miguel, pero murió camino al centro hospitalario debido a las múltiples lesiones de arma de fuego en piernas y tórax.
Quizá te interese: El Barney, cabecilla que le decomisan sus bienes pero no lo han podido capturar
Por este hecho, el Juzgado Primero de Sentencia de la ciudad de San Miguel condenó a 37 años de prisión a José Geovanni Chávez Hernández y José Eduardo Guevara Quintanilla, según informó la Fiscalía General de la República.
Ambos condenados son integrantes de la mara Salvatrucha, la cual tenía el control en la zona donde vivía Sorto.
En el juicio, la representación fiscal demostró Chávez Hernández y Guevara Quintanilla fueron los responsables de ordenar el asesinato del hermano del Policía, por lo que fueron condenados como autores intelectuales del homicidio agravado.
La investigación reveló que tras recibir la orden de vigilar a la víctima durante todo el día, otros mareros que se encuentran prófugos, acribillaron a tiros al pastor frente a su vivienda.
Por este homicidio, también fueron procesados Ramón de los Ángeles Contreras López y Víctor Manuel Gómez Peralta pero al no probarse su participación en el asesinato, fueron condenados a 12 años de prisión por el delito de pertenecer a organizaciones terroristas.
Quizá te interese: Isabel se considera víctima de las pandillas y del Estado
Las investigaciones establecieron que el religioso fue asesinado porque la mara Salvatrucha sospechaba que él colaboraba con la Policía, proporcionándoles información.
En 2016 las pandillas atacaron a 17 familiares de policías. Entre ellos, cinco hermanos, tres padres y tres madres.
En ese momento, Marvin Reyes, secretario general del Movimiento de los Trabajadores de la Policía, denunció que los asesinatos a familiares de policías eran una medida para presionar a las autoridades: “Tanto el director de la Policía, como el ministro de Seguridad (Mauricio Ramírez Landaverde) no han actuado con la rapidez que se requiere. ¡Son vidas las que se están perdiendo!”, dijo a este periódico.