En las celdas del penal de Mariona, quienes mandan son los pandilleros. Y los custodios saben que son esos delincuentes quienes se encargan de imponer el orden dentro de las celdas, de distribuir la comida, los catres y los demás espacios. Así lo afirman personas que estuvieron en esa prisión.
Varias fuentes que permanecieron detenidas en ese lugar comentaron que en las celdas están revueltos: miembros de la mara Salvatrucha, de las dos facciones de la Dieciocho y civiles, como llaman a quienes no pertenecen a grupos de pandillas.
La pandilla que tiene más miembros en una celda es la que controla esos espacios. Uno o dos se atribuyen la autoridad y designan la cantidad de catres para cada grupo. Pero los civiles son los menos favorecidos. Generalmente, estos son los que duermen en el piso. Pero aún en el piso, hay lugares más favorables que otros.
Por ejemplo, una de las fuentes comentó que a él lo relegaron a dormir en el piso, cerca de los baños, un lugar pestilente a orina y heces, y mojado, debido al intenso uso de los baños y sanitarios.
Muchos reclusos cuyos familiares no les han llevado paquete de higiene, deben bañarse cada vez que van a defecar. Y esto hace que el espacio más inmediato a los baños esté siempre mojado.
La comida también es repartida por quienes controlan la celda. En la mayoría de ocasiones, se aplica el dicho de que el que reparte se queda con la mejor parte. Y nuevamente son los civiles quienes se quedan sin comer. Aquellos que alcanzan aunque sea una tortilla, deben compartirla con otros.
Lea más: Mujer salió de su vivienda en Juayúa para buscar leña pero fue encontrada muerta
Ayuda cobrada
Otra fuente afirmó que en las celdas, los pandilleros “toman” a los civiles que están “en sus territorios” y se vuelven una especie de tutores, asignándoles espacios o racionando los alimentos. O, incluso, brindándoles protección ante alguna intención de agresión de otros reclusos.
Una vez dentro de las celdas, los civiles tienen que decir en qué lugar viven y la pandilla que tiene presencia en ese lugar es la que se hace cargo del civil. Sin embargo, cuando ese grupo hace algún favor a un recluso, no es por buena voluntad. Prácticamente, se convierte en una deuda.
De acuerdo con fuentes de El Diario de Hoy, un recluso al que las pandillas le evitaron una agresión tuvo que huir de su vivienda cuando recuperó su libertad.
La fuente indicó que a los pocos días de haber recuperado su libertad, la pandilla que había intercedido por él llegó a recordarle el favor que le habían hecho y que, por tanto, debía retribuirles. Para evitar ser chantajeado, la persona optó por abandonar su vivienda.