Un vaso con la imagen de la virgen María permanece sobre una tabla en el corredor de una vivienda que se está desmoronando poco a poco. En esta casa es donde inicia el éxodo que sufrieron los habitantes del caserío Cervano Ortiz, cantón Amayón, en Panchimalco.
Las casas no tienen número ni placas con nombres de las familias, sino que algunas tienen telarañas por el abandono y otras tienen cruces pintadas demostrando su devoción religiosa.
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El 25 de mayo de 2021, la noticia de una supuesta masacre en el lugar se esparció como pólvora. Se decía que cinco pandilleros, dos soldados y un policía habían muerto en un enfrentamiento armado, pero ni la Fiscalía ni la PNC lo confirmaron. Horas más tardes en las entrañas del lugar se confirmó que lo que realmente estaba ocurriendo era que las familias huían aterradas y ante la mirada de policías y soldados que llegaron para proteger a los asustados habitantes, luego de la amenaza de la pandilla para que se fueran. Ese día todos huyeron.
Algunos pobladores relataron que la pandilla los había amenazado tras la muerte de un joven que llegó a vivir al caserío cinco años atrás en la vivienda donde aún permanece el vaso con la imagen de la virgen. La víctima fue privada de libertad y luego asesinada por tener supuestamente vínculos con la pandilla contraria.
Un año despúes de ese éxodo, El Diario de Hoy visitó nuevamente la comunidad y constató que de 34 familias que huyeron han regresaron seis, porque no tienen otro lugar para vivir, pero viven con el temor de que algo les suceda.
A algunas les ha tocado pedir prestado el terreno porque sus casas se derrumbaron. Una madre joven que regresó con sus hijos al cantón prefiere no hacer mención de lo sucedido. Comenta que la razón por la que regresó es que se le hace más fácil la vida en el campo que en la ciudad, donde se había refugiado.
Y mientras ella limpia la casa que le han prestado para vivir, los hijos aprovechan a darse un baño con el agua que extraen de un pozo por medio de una bomba.
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En el caserío todavía se puede observar algunas casas de adobe casi por caerse, en otras ya no quedan más que ruinas. Las veredas que llevaban a las viviendas ahora están llenas de maleza. Y las casas que aún se mantienen en pie permanecen a puertas cerrada, con cadenas y candados aunque no tengan nada en su interior.
Para llegar a la comunidad se puede acceder por Panchimalco, en el sur de San Salvador, aunque la calle es intransitable, y también se puede llegar por la calle que conduce del Puerto de la Libertad a Cangrejera. En el lugar no hay transporte público y los que hacen viajes en pick-up se arriesgan a ser multados por la PNC y, en el peor de los casos, a ser detenidos por no contar con permisos del Viceministerio de Transporte.
Un habitante que prefirió el anonimato relató que hay razones de sobra para que las demás familias ya no regresen.
La primera es el temor, porque los pandilleros siguen viviendo en Panchimalco, aunque haya presencia policial o siga el régimen de excepción. La otra razón es el difícil acceso a todo: salud, educación, agua potable y empleo estable.
“La gente del campo es bien temerosa. Yo no le tengo miedo a las pandillas, si me van a matar que me maten, además yo no le debo nada a nadie”, expresó el habitante.
Es más, el hombre explica que ha solicitado en reiteradas ocasiones a la alcaldía de Panchimalco y la del Puerto de la Libertad proyectos que beneficien al caserío para que las familias regresen, pero las peticiones no han tenido eco en ambas comunas.
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De hecho, se ha comprometido a que si las municipalidades le donan los materiales para arreglar la calle principal pondrá a disposición su tiempo para trabajar en el proyecto en beneficio de su comunidad, pero la única respuesta que le han dado es que no cuentan con el Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los Municipios (FODES).
“Las calles que tenemos están en pésimas condiciones, estamos totalmente abandonados. La gente se motivará si viera la mejoría del lugar, poniendo alumbrado eléctrico, agua potable; hasta ahorita no hemos recibido ninguna respuesta”, enfatizó.
La razón por la que este poblador de Panchimalco está solicitando que ambas alcaldías intervengan es porque territorialmente el cantón Amayón pertenece a Panchimalco, pero los registros de la población y documentos están en la alcaldía del Puerto de la Libertad.
Cuentan que esto lo hicieron debido a que en tiempo de elecciones no pueden votar en Panchimalco, porque hay presencia de la pandilla contraria a la presente donde viven y ya han recibido amenazas por transitar en lugares “no permitidos”.
Durante el recorrido de El Diario de Hoy se pudo observar que el cantón Amayón es custodiado por un policía y tres soldados, quienes hacen su ronda a pie, porque no hay patrulla ni motocicleta. Reconocen que sería más fácil patrullar teniendo esas herramientas, pero dicen que a pesar de eso han detenido a varios pandilleros que han intentado huir a zonas boscosas.
El policía y los tres soldados no están ajenos a la pobreza de los que viven en el cantón, pues también sufren al no tener un lugar adecuado de resguardo. La vivienda que ha sido prestada para su permanencia tiene el techo en mal estado, no hay camas, no hay donde guardar los alimentos perecederos. Para bañarse tienen que caminar hasta un pozo y para lavar los uniformes tienen que ir hasta el río.
“La prioridad es el caserío, pero nos movemos más allá para evitar que los pandilleros suban, porque las capturas que se han dado son de los que intentan tomar posesión del sector otra vez, así estamos en esa rueda de caballitos”, dijo uno de los elementos de seguridad.
Él también confirmó que los miembros de pandillas buscan zonas de difícil acceso, boscosas, o caseríos que están en los cerros para instalarse y hacerle más difícil a las autoridades la búsqueda y captura.
El cantón Amayón se compone de siete caseríos y colinda con el cantón Los Troncones y Azacualpa, ambos limítrofes por una disputa de territorio de pandillas contrarias, al menos así lo confirma uno de los soldados.