Nayib Bukele arriba a su tercer año de mandato arropado con un altísimo porcentaje de popularidad, según las encuestas. A la vez, hay serios cuestionamientos desde la sociedad civil y la comunidad internacional sobre sus credenciales democráticas, la sostenibilidad de su gestión y el endeudamiento más alto en la historia del país.
Para Óscar Picardo, académico e investigador, el gobierno de Bukele llega fortalecido a su tercer año, pero con puntos oscuros en cuanto a relaciones con los cooperantes internacionales.
“Está ese punto oscuro en su devenir político con EE. UU., que era un tema de su campaña, por dos cosas: la cantidad de salvadoreños que viven allá y las remesas. A estas alturas la relación no es buena”, dijo.
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No obstante, el académico opinó que el Gobierno de Bukele tiene gasolina suficiente para llegar a las elecciones de 2024 en similares condiciones de apoyo a las actuales.
“Tiene oxígeno y proyectos importantes desde el punto de vista político. El Puerto de la Libertad, los juegos mecánicos, la Biblioteca, el estadio que creo yo son elementos de amplia visibilidad, sin embargo está el talón de Aquiles de la macroeconomía del país”, advirtió.
Picardo consideró que el presidente Bukele deberá navegar lo que le resta del actual mandato entre dos aguas: el respaldo de una amplia base de la sociedad, con los márgenes que le imponga la realidad económica del país, con un alto endeudamiento internacional y una economía mundial en aprietos por la pandemia y la crisis en las cadenas de producción.