En la Nicaragua de Daniel Ortega se ha instalado una dictadura “pura y dura” y es, en este momento, el país más autoritario de Centroamérica. Eso no quiere decir que en otros países no haya asaltos a la democracia y al Estado de derecho. De hecho, el gobierno de Nayib Bukele imita algunas de sus prácticas (ver infografía al final de la nota).
En El Salvador hay un rápido declive democrático que se evidencia en la consolidación del poder en torno a una sola persona y su grupo. Además, las condiciones para ejercer críticas, cuestionamientos o el oficio periodístico son adversas y quienes lo hacen, se han expuesto a acoso, espionaje y hasta persecución.
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El Diario de Hoy identificó 16 características que vuelven a Nicaragua una dictadura. Estas tienen que ver con la violencia con la que enfrentan las voces disidentes y también con la consolidación del poder y el desbaratamiento del aparato institucional.
Estas son el ocultamiento de información oficial a la ciudadanía, el control de instituciones, las sanciones internacionales, intolerancia a la disidencia, irregularidades electorales, acoso empresarial, militarización, y el acoso a medios, periodistas y sociedad civil.
Además, hay persecución y acoso religioso, violaciones a derechos humanos, reelección presidencial avalada, exiliados, represión violenta de manifestantes, presos políticos, cierre de partidos políticos y un régimen de partido único.
¿Imita el gobierno de El Salvador a Ortega?
El gobierno de Nayib Bukele emula algunas de estas características. Principalmente las relativas a la concentración de poder, pero también algunas relativas al acoso de los disidentes.
En cuanto al ocultamiento de información, una de las principales medidas que caracterizan al gobierno es mantener fuera del alcance de la ciudadanía datos fundamentales sobre el uso de recursos del Estado, pero también otros sensibles como fallecimientos por covid-19 o capturas durante el régimen de excepción. Además, ha capturado al Instituto de Acceso a la Información que podría ser fundamental en garantizar el derecho a saber.
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Además, hay control de instituciones. Mediante destituciones ilegales, el gobierno se ha sacudido de encima a la Sala de lo Constitucional y la Fiscalía General de la República que lo incomodaban. Además, el oficialismo removió a cientos de jueces y llenó las vacantes con funcionarios afines. Otros casos revelan un cambio de actitud de funcionarios, como el procurador de derechos humanos, quien ha dejado de señalar abusos de poder.
El gobierno de Bukele y sus satélites también muestran intolerancia a las críticas y disposición de humillar a quienes disienten. Y periodistas y representantes de la sociedad civil han recibido el acoso significativo del Estado. Algunos, incluso han tenido que salir del país exiliados por temor a represalias. En El Salvador también ha habido acoso empresarial y presiones a compañías para que se alineen a los designios del gobierno.
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En el plano electoral, si bien se mantiene el pluralismo en papel, el oficialismo hizo uso de recursos estatales a su favor en las últimas elecciones, además de retener fondos para los alcaldes y los partidos de oposición, lo cual no permitió que los primeros pudieran hacer obras y que los segundos lanzaran sus campañas.
La militarización también se ha evidenciado en El Salvador. A las fuerzas armadas se les ha devuelto un rol indebido en la política, algo que se eliminó con los acuerdos de paz, algo que el presidente Bukele reniega. De hecho, hubo soldados presentes en la toma armada del Legislativo el 9 de febrero de 2020.
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En cuanto a los derechos humanos, ha habido numerosas violaciones, máxime en periodos de crisis como el régimen de excepción o el inicio de la pandemia de covid-19. En los últimos cinco meses, ha habido miles de denuncias de capturas arbitrarias, tratos crueles e inhumanos, y hasta tortura al interior de centros penales.
Si bien hay enormes distancias entre lo que sucede en Nicaragua y lo que pasa en El Salvador, de los 16 puntos que convierten al régimen de Ortega en una dictadura, El Salvador parece cumplir al menos 11.