Un estudio de 2022 realizado por la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y la administración de entonces en la alcaldía de San Antonio Pajonal determinó que las restricciones de tránsito transfronterizo impuestas a raíz de la pandemia por covid, aún persisten. Tales restricciones causan diversas afectaciones entre habitantes de ese distrito y el municipio de Asunción Mita, en el lado guatemalteco, señalan vecinos del lugar.
Una de esas afectaciones directas y que más ha impactado en habitantes de San Antonio Pajonal es que se han dejado de cultivar aproximadamente mil manzanas de terreno agrícola, debido a que a los lugareños no se les permite el tránsito vehicular o el traslado de insumos agrícolas, o las cosechas mismas, a pesar de ser personas nativas y reconocidas como agricultores o ganaderos.
Francis Martínez, presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de San Antonio Pajonal (Asagrosap), confirma lo que muchos de sus vecinos denuncian: desde la pandemia, unas 150 familias que cultivaban tierras en el lado guatemalteco, han dejado de hacerlo para evitarse problemas con los militares del Comando Sumpul, asignado a la protección de fronteras, quienes no les permiten el tránsito con ninguna clase de automotores, necesario para el transporte de insumos y aperos agrícolas.
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Lo anterior es un problema que surgió con el despliegue de militares destinados a la protección de fronteras para evitar contagios de covid, desde marzo de 2020. Pero incluso al declarar finalizada la pandemia, los soldados continuaron impidiendo el paso tanto de salvadoreños como de guatemaltecos que viven en la franja fronteriza, y que históricamente se han interrelacionado bien con actividades laborales, comerciales, de educación o meramente por vínculos familiares.
1,000
manzanas de tierra cultivable, propiedad de residentes de San Antonio Pajonal han dejado de cultivarse con granos básicos, en el lado de guatemala, por restricciones de movilidad transfronteriza, impuestas por militares del Comando Sumpul.
“Previo a la Declaración de Estado de Emergencia debido a la Pandemia COVID-19 por las autoridades gubernamentales, no existían limitaciones en el tránsito por los pasos fronterizos no oficiales de San Antonio Pajonal entre El Salvador y Guatemala. Es a partir de marzo de 2020 con las restricciones a la movilidad, el cierre temporal de las fronteras oficiales de El Salvador y el monitoreo constante de los pasos fronterizos no oficiales, que aumenta la presencia de efectivos militares de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) en la zona limítrofes del municipio con Guatemala, los que permanecen en puntos de control de dichos pasos hasta la fecha en la que se realizó la presente evaluación de línea base. Como resultado se limitó la movilidad transfronteriza tanto para el ingreso y la salida desde y hacia El Salvador, lo que representa mayores desafíos en la circulación diaria, economía local, acceso a la educación, salud, trabajo, alimentos y retorno a su lugar de habitación temporal o permanente; conflictos o quejas por cuestiones comerciales y de tránsito; entre otros por parte de la población de las comunidades transfronterizas en ambos países”, reza el estudio denominado Matriz de Seguimiento al Desplazamiento, hecho en 2022 y citado al principio de este texto.
De acuerdo con diversos agricultores entrevistados, muchos nativos de San Antonio Pajonal se habían dedicado por años a cultivar sus terrenos, muchos de los cuales están a pocos metros del río Cusmapa, que sirve de frontera natural entre El Salvador y Guatemala.
Algunos cultivaban una, dos, cinco o hasta diez manzanas, obteniendo cosechas, por ejemplo, de 40 quintales de maíz por manzanas.
Muchos tomaron la decisión de no continuar cultivando sus terrenos, debido a que corren el riesgo de ser acusados de contrabandistas, a la hora de recoger las cosechas y traerlas a sus domicilios, en San Antonio Pajonal.
“Mire, eso es fregado porque nosotros tenemos que andar vigilando a los soldados para pasar nuestras mismas cosechas”, comentó Erasmo Ortiz, quien dejó de cultivar poco más de una manzana de terreno para evitarse problemas con los militares.
“Muchos ya no quieren trabajar en sus terrenos porque tienen miedo. Hay que vigilarlos para pasar el abono o para traer las cosechas porque si lo ven ellos dicen que es trapujo (contrabando) lo que uno trae”, comentó Óscar Ramírez, otro agricultor del área.
A las disposiciones arbitrarias de los militares, algunos lugareños le agregan la falta de agua para cultivar.
El río Cusmapa, que divide San Antonio Pajonal con Asunción Mita (Guatemala), hace ya varios años que se secó y solo vuelve a ser río en la época invernal. Algunos lo atribuyen al cambio climático; otros, a la mala gestión del uso del agua.
En un recorrido que un equipo de El Diario de Hoy hizo por la zona, en marzo de este año, solo en algunos tramos tenía algunos charcos de agua pero a mediados de junio, luego de varias tormentas, la vaguada de unos 20 metros de ancho volvió a ser río, con algunos peces de los llamados “cuatro ojos”, nadando en algunas pozas.
El presidente de Asagrosap aseguró que todos esas áreas sin cultivar hoy se han convertido en terrenos ociosos o, cuando mucho, en zacatales, pues si alguien quiere cultivarlos, tiene que cruzar hacia territorio guatemalteco, por la Frontera San Cristóbal, en el municipio de Candelaria de la Frontera, a media hora en vehículo, cuando sus terrenos están a 10 metros del río Cusmapa.
150
familias, aproximadamente, han dejado de cultivar granos básicos en sus terrenos, que tienen en el lado guatemalteco, según la Asociación de Agricultores y Ganaderos de San Antonio Pajonal.
Aunque San Antonio Pajonal ha sido un municipio del cual muchos pobladores han emigrado ilegalmente a Estados Unidos, según Francis Martínez y otros vecinos de ese distrito, dejar de cultivar entre 800 a mil manzanas es un factor que ha incidido en el aumento de migración ilegal de jóvenes de ese lugar, pues implica fuentes de trabajo cerradas.
Esto a su vez se vuelve como un círculo vicioso, pues la mano de obra se vuelve cada vez más escasa y más cara, lo cual desincentiva a otros agricultores a dedicarse a la agricultura, como lo manifestó Gustavo Ortiz, quien se quejó de que los abonos y otros insumos agrícolas se compran caros pero cuando quieren vender sus cosechas, los precios son muy bajos.
Gustavo afirmó que dejó de cultivar con maíz dos manzanas de terreno, en el lado de Guatemala, para no tener problemas con los soldados. “Antes nos extendían documentos para traspasar las cosechas, y aunque estuviera tierna la luna, uno se afanaba en sacar la cosecha antes de la fecha de vencimiento del documento, pero ahora ya ni eso se puede hacer”, afirmó.
Gonzalo Calderón, otro agricultor, confirmó lo dicho por Gustavo: no hay documento que valga ante los soldados que patrullan a lo largo del río Cusmapa.
Hace dos años, el Ministerio de Agricultura y Ganadería extendió un carnet que los acredita como agricultores y los facultaba a cruzar la frontera con insumos agrícolas y cosechas. El documento llevaba la firma del ministro de Agricultura, pero los soldados decían que si no llevaba la firma del presidente de la República, Nayib Bukele, no tenía ninguna validez.
“Tenemos que vigilar que los soldados y los policías no estén (cerca) para pasar la cosecha. Imagínese tener que andarse escondiendo para pasar su propia cosecha”, se quejó Gonzalo.
En una reciente publicación, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha advertido que “el cambio climático empeorará las condiciones de vida de agricultores, pescadores y quienes viven de los bosques, poblaciones ya de por sí vulnerables y en condiciones de inseguridad alimentaria. Aumentarán el hambre y la malnutrición. Las comunidades rurales, especialmente las que viven en ambientes frágiles, se enfrentan a un riesgo inmediato y creciente de pérdida de las cosechas y del ganado, así como a la reducida disponibilidad de productos marinos, forestales y provenientes de la acuicultura”.
“La capacidad de la población rural de convivir con los impactos producidos por el cambio climático depende del contexto cultural y de las políticas existentes, así como de factores socioeconómicos como el género, la composición de los hogares, la edad y la distribución de los bienes en el hogar”, añade la FAO.
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Sin embargo, aunque los agricultores salvadoreños han dejado de cultivar entre 800 y 1,000 manzanas en el lado guatemalteco, creen que el hecho de que los militares no los dejen cruzar la frontera para cultivar o cosechar sus terrenos no es una política de Gobierno, sino decisiones propias. Piden ayuda para evitar más afectaciones que ponen en riesgo la seguridad alimentaria y la economía de decenas de familias salvadoreñas que viven en el distrito de San Antonio Pajonal.