Los muros que circundan el centro escolar del caserío Potrerillos del cantón San Francisco Iraheta, del distrito de Ilobasco, en Cabañas Oeste, podrían hacer creer que adentro, los niños reciben clases en condiciones dignas, aceptables. Pero no es así.
A pesar de que “la escuela estaba bonita”, como aseguran madres de estudiantes, un día de finales del 2023 llegaron obreros a derribar puertas, ventanas, paredes, sanitarios y mucho más, luego se retiraron y no volvieron a llegar, dejando la escuelita en ruinas.
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De febrero a mayo de este año, la escuela funcionó de forma presencial en una casa cuyo alquiler terminó pagando el Ministerio de Educación debido a que, según afirman vecinos, la empresa tampoco cumplió con los pagos de arrendamiento, como habían sido convenidos.
El propietario del inmueble decidió ya no rentarlo para la escuela porque vendrían unos familiares suyos a pasar unas vacaciones, así que la comunidad se quedó de brazos cruzados, sin saber qué hacer y a quién acudir. Eso es lo que saben los padres de familia.
En junio y julio, los niños quedaron sin local donde recibir las clases y mientras encontraban una solución, los profesores dijeron que las clases serían en línea (eso afirman en la comunidad), lo cual representaba algunos desafíos porque, además del costo de comprar paquetes de internet, los padres de familia aseguran que en algunos sectores del caserío, la señal no es buena, por lo que no todos los estudiantes recibían sus clases.
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A raíz de esos problemas, a la comunidad educativa no le quedó otra alternativa que regresar a las destartaladas instalaciones, donde casi en la entrada había un gran promontorio de ripio, las aulas cuyas paredes no fueron derribadas, quedaron sin puertas ni ventanas, el piso del auditorio fue destruido, así como el local donde funcionaba la cocina y también los baños.
De acuerdo con entrevistas a madres y padres de familia, desde principios de agosto, luego de las vacaciones, el grupo de estudiantes está asistiendo a la escuela pero en condiciones inhumanas porque, por ejemplo, las niñas y niños deben aguantarse las ganas de ir al sanitario o pedir en casas cercanas que se los presten, pues los baños fueron reducidos a escombros.
“No hay baños porque hicieron la gracia de botarlos. Los niños se tienen que aguantar o ir a casas vecinas a que le presten los sanitarios”, dijo una lugareña que vive a pocos metros del centro escolar.
Vecinos entrevistados aseguraron que la escuela estaba en buen estado, pero como les ofrecieron mejorarlo, aceptaron la supuesta remodelación, pero jamás imaginaron que el Ministerio de Educación les incumpliera con el plazo estipulado para ejecutar la obra.
La empresa asignada por el Ministerio de Educación demolió cuatro aulas, el chalet donde funcionaba la tienda, la cocina y los sanitarios, según detallaron madres de niños matriculados en la escuela.
Parte de esa infraestructura había sido construida con fondos de la comunidad, que tuvo que realizar diversas actividades para recaudar fondos y así comprar los materiales de construcción y pagar a los albañiles.
Como en el caso del centro escolar del caserío Huiscoyol, del cantón La Trinidad, de Sensuntepeque, publicado esta semana por El Diario de Hoy, los lugareños aseguran que las obras fueron abandonadas desde noviembre del año pasado (2023).
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La empresa desapareció y no les pagó a los trabajadores y pareció que el Ministerio de Educación no se enteró o no le importó, pues no llegaron a ver cómo podían resolver el problema. La remodelación quedó pausada desde noviembre de 2023 hasta que el pasado 5 de septiembre, en redes sociales fue publicado un vídeo en el que se mostraba la realidad de la escuelita.
El vídeo tuvo que ser difundido por la comunidad debido a que los profesores les dijeron que ellos no podían hacer ni decir nada, porque temían ser reprendidos o hasta sancionados por la Dirección Departamental de Educación, que toma como crítica destructiva o se señala de oposición a quienes muestran problemas reales que viven las comunidades educativas de muchas escuelas que están en las mismas condiciones.
El miércoles anterior, un equipo de El Diario de Hoy intentó conocer la versión de la directora sobre las condiciones en que trabajan los maestros y reciben clases los niños, sin embargo, no permitió la entrada, diciendo que no estaba autorizada a hablar del asunto ni para hacer imágenes desde el interior.
Ese mismo día, un camión de volteo y un montacargas de la alcaldía del municipio, llegaron a desalojar el ripio, mientras que el Ministerio de Educación parecía continuar ajeno al problema, sin aportar soluciones a pesar del tiempo transcurrido y de la denuncia pública que la comunidad hizo a través de un vídeo.
El Diario de Hoy intentó conocer la versión del Ministro de Educación, Mauricio Pineda y, específicamente, de la directora departamental de Educación de Cabañas, Flor Mendoza, a través de las redes sociales que usan para dar a conocer su trabajo, sin embargo, ninguno respondió.
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