“Levantese hija”, fueron las palabras que el militar utilizó para sacar a Johana de su cama y que han marcado a la familia, pues desde ese día se la llevaron, junto a otras menores que viven en el mismo caserío.
“No sé, abuela, porque me llevan”, fueron las palabras que Johana repetía a su abuela cuando fue capturada y que Candelaría recuerda muy bien. “La vamos a llevar para investigar pero ya va regresar, señora, no se preocupe”, fueron las palabras del militar que la extrajo de su hogar.
“Ella solo salía a la escuela o salía a la tienda, yo no la dejaba que anduviera en la calle”, relata Candelaria, entre lágrimas, al recordar cómo fue separada de su nieta.
Antes de ser capturada, Johana estudiaba noveno grado en el Centro Escolar Caserío El Flor, en el cantón Miravalle, a unos 10 kilómetros de su vivienda. Estaba próxima a graduarse de tercer ciclo.
Su abuela no consigue entender la razón del por qué se la llevaron y asegura que nadie le dice nada, solo sabe que su nieta tiene semanas detenida y las autoridades no brindan mayor detalle de ella. “Solo sabemos que está en el Rosa Virginia Pelletier”, dice Candelaria, al referirse al Centro de Internamiento para Menores Rosa Virginia Pelletier, en Ilopango, donde están recluidas más de cinco menores del mismo lugar.
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“Mi nieta hacía el oficio en la casa y, de vez en cuando, iba a lavar ropa donde otro hijo mió, acá cerca, y así lograba tener dinerito para nosotras”, relata Candelaria.
Ella lamenta que su nieta tenga que dejar sus estudios. “Mi nieta soñaba con enlistarse y ser militar. Ella siempre lo mencionaba y así salir de la pobreza, hacer una vida de bien y ahora se la han llevado presa”, lamenta.
Algunos vecinos han quedado sorprendidos por la captura de Johana. Ellos creen que la adolescente no era una joven que anduviera en “malos pasos” y también cuestionan por qué se han llevado a varias jóvenes de la zona, que no tienen relaciones con las pandillas.
Por su parte, Rosalba Pineda, maestra con más de 20 años de experiencia en educación pública de tercer ciclo, teme que muchas de las niñas que son capturadas no tendrán la oportunidad de continuar con sus estudios y tendrán que abandonar sus sueños de continuar progresando en ellos.
“Si de por sí las niñas que viven en zonas rurales tienen pocas posibilidades de continuar sus estudios, si son capturadas es peor” añade la educadora.
Pineda asegura que en el centro escolar en el que ella labora, de parte del Ministerio de Educación llegaron a capacitarlos sobre la la Ley Crecer con Cariño, pero en ningún momento se abordó el tema sobre los derechos que las niñas y niños tienen si son capturados y después se les comprueba que no tienen relación con pandillas.
“Hasta la fecha, no nos ha dicho nada, como maestros no sabemos qué tenemos que hacer, a veces los padres de familia vienen a la escuela y nos piden las notas de sus hijos o hijas y nosotros las entregamos esperando que, con eso, se compruebe que ellos están estudiando, igual no sabemos si en realidad siguen estudiando donde los llevan. ¿Qué va a pasar cuando salgan? ¿Cómo se va recuperar ese tiempo perdido en las aulas?”, cuestiona la docente.
Además, agrega que “aunque en los lugares de internamiento se les brinde la oportunidad de seguir estudiando, al regresar a sus entornos familiares y de comunidad ellas van a ser marginadas y muchas veces hasta rechazadas aunque hayan sido capturadas injustamente y sean inocentes”.
Candelaría espera que su nieta sea liberada y pueda regresar a su vida, “Si yo supiera que ella andaba en malos pasos yo no la defendiera, pero como sé que ella era una buena joven, por eso quiero que regrese”, asegura.