El mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, adoptó un conjunto de posiciones propias de la derecha, e incluso de la ultraderecha, desde que asumió el poder, determinó un informe del Laboratorio para el Estudio de la Ultraderecha (LEU).
Según el LEU, la técnica aplicada “selectivamente” por Bukele ha sido más por conveniencia que por convicción y ha evolucionado durante sus cuatro años en el poder.
“La narrativa populista perfeccionada durante la campaña electoral ha sido constante. Pero, además, el mandatario ha adoptado tres posiciones propias de la ultraderecha: ha desmantelado los contrapesos, impulsado un agresivo punitivismo penal y defendido el conservadurismo social”, señaló el más reciente informe sobre El Salvador.
Sin embargo, el “giro a la derecha” fue selectivo, en tanto a la adopción del bitcoin como moneda de curso legal y la reforma de pensiones.
Bukele sigue adoptando posiciones que, en su conjunto, son propias de la ultraderecha, particularmente en cuanto a contrapesos, seguridad ciudadana y valores tradicionales. Ejemplo de ello son vinculantes al régimen de excepción y la transición de su uso de la religión para reforzar su imagen y haber cambiado su discurso sobre temas relacionados al aborto y a la comunidad LGTB, añade el informe.
Desprecio a la democracia
Como presidente, Bukele ha demostrado un profundo desprecio por la concepción liberal de la democracia, advirtió el Laboratorio, esto debido a su empeño por eliminar los contrapesos, desmantelar sistemáticamente las instituciones de rendición de cuentas y concentrar el poder político bajo el poder Ejecutivo.
Más allá del órgano judicial y la Constitución, Bukele ha utilizado los poderes del Ejecutivo, su “abrumadora popularidad” y su supermayoría legislativa para socavar prácticamente todas las demás instituciones que ejercían un contrapeso frente al Ejecutivo, se expone.
El estudio citó las finanzas centralizadas de los gobiernos municipales, la restricción al acceso a la información pública, el aumento del control del Ejecutivo sobre las 69 agencias autónomas y semiautónomas del Estado y el nombrar a sus aliados para presidir organismos de rendición de cuentas nominalmente independientes, como la Corte de Cuentas y la Procuraduría de Derechos Humanos.
“Desde su punto de vista, desmantelar los contrapesos en nombre de la ‘voluntad popular’ resulta políticamente rentable. Pero parece inevitable que, tarde o temprano, la popularidad de Bukele disminuya”, determinó el estudio.
Bukele y las pandillas
El informe reconoce que en el área de seguridad nacional durante los primeros dos años en el poder, el gobierno de Bukele sostuvo un proceso de diálogo “con las tres principales pandillas del país: la Mara Salvatrucha (MS-13), el Barrio 18 Revolucionarios y el Barrio 18 Sureños; a cambio de reducir el número de asesinatos”.
Este mismo recogió que el gobierno ofreció a las pandillas mejorar las condiciones dentro de los centros penales y extender beneficios a los pandilleros en libertad.
“El diálogo con las pandillas era una estrategia que Bukele venía desarrollando desde la campaña electoral de 2014-2015. El equipo de Bukele estableció contactos con líderes de pandillas de la capital, a través de estas negociaciones, se lograron acuerdos importantes que le permitieron a Bukele y su equipo ingresar a territorios controlados por las pandillas, primero para poder llevar a cabo actos de proselitismo y, más tarde, para poder ejecutar proyectos y obras públicas”, señaló el Laboratorio para el Estudio de la Ultraderecha