“Ya son dos años que han estado sin escuela”, dice con frustración Sara Guzmán, vendedora de frutas y verduras de 33 años, quien tiene su puesto frente al mercado que está calle opuesta al C. E. Dr. Ciro Brito, en Nahuizalco.
Como tiene dos hijos en la escuela Estado de Israel, cuenta de primera mano que “cuando vino el proyecto que dijeron que iba a ser la remodelación de la escuela, todos nos sentimos contentos como padres, especialmente yo. Pero nunca pensamos que esto se iba a alargar, porque ya son dos años que los niños han estudiado, pero no en instalaciones de la escuela. Han estado en Iglesia Roca de Los Hebreos, la San Juan Bautista, otro inmueble de las Hermanas de Cristo Crucificado, y así otras instituciones que se sumaron al apoyo a los niños”.
En su caso, esta necesidad de llevar a sus hijos a lugares distintos para que estudiaran, terminó provocando que el hijo mayor no finalizara octavo grado en 2023.
“Nosotros venimos de una zona rural, en pickup, y para no pagar otro transporte para llegar a donde él estaba estudiando, se iba caminando; entonces me decía ‘mamá, ir a caminar hasta allá…’ y me dijo ‘no, ya no quiero ir’. Ya se cansó”, describe.
Sara explica además que el distribuir al estudiantado en los diversos puntos en todo Nahuizalco, afectó en dos vías más el bolsillo de cada familia: les han pedido cuota de $1 al mes para pagar agua y luz de las instituciones que les han recibido; y además han tenido que dotar con saldo para internet a los celulares, tablets y laptops de los estudiantes, ya que las autoridades de la Estado de Israel no tuvieron más remedio que activar un sistema semipresencial, con un día un grupo en las aulas improvisadas y otro al día siguiente.
“Eso me ha afectado bastante el bolsillo, porque tras que he tenido que pagar un plan, para que puedan tener internet en la casa, a veces me decían ‘mamá vamos a ocupar la compu, y la seño dice que lleve suficiente saldo’. A veces le metíamos paquete de $2.20 los días que venían, y decían que no les alcanzaba”, explica esta madre, quien con los recursos de su venta de frutas y verduras no siempre logra cubrir todas estas necesidades.
El pago de internet no se acopla al discurso de “romper la brecha digital” del gobierno para Sara y sus hijos, porque “es un dinero que se espera que con los programas que supuestamente el gobierno ha implementado, pues vernos beneficiados, y no que nos estén perjudicando”.
Arrepentida por su voto
Karla María Hernández Pimentel, de 30 años, también vende frutas, verduras y abarrotes, dentro del Mercado de Nahuizalco. En su caso tiene tres hijos que estudiaban en la escuela Estado de Israel, pero el siguiente año está pintado de dudas para ella, porque no tienen información de avances de las obras.
En kinder, tercero y quinto grado estudian los hijos de Karla, quien explica que “ha habido grados que hasta los han sacado antes de tiempo, no han cumplido el año escolar”, y agrega con molestia que ha detectado que “los niños no aprenden, van un día sí un día no, y a veces el día que les toca no hay clases”.
Para esta madre de familia, que cada niño estudie en una institución distinta, en lugar de en una sola escuela, fue un dolor de cabeza a diario en todo el año escolar recién terminado, “porque hay pagar en los distintos lugares la colaboración para agua y luz, y son tres sitios los que uno paga. Y aparte, uno pone otras colaboraciones, además del pasaje de ellos, y de ahí uno va a dejarlos y camina a otro sitio, luego a otro sitio, después a otro…”, describe, con hartazgo en su tono ante esta situación.
A pesar de que está consciente de la importancia de que sus hijos reciban educación para salir adelante, Karla explica que las cuentas ya no le ajustan.
“Desde que les han dado tablet y computadora, todo el tiempo uno es el que pone ese saldo. No existe saldo regalado (del Gobierno), uno es el que lo pone. Semanalmente siempre se les pone $2 a cada uno, entonces son $6 a la semana, más el refrigerio, el pasaje, papelería, exámenes… son muchas cosas”, narra con preocupación.
Desesperada ante el retraso en la Estado de Israel, Karla intentó matricular a sus hijos en la finalizada Ciro Brito, pero ya no encontró cupo para ellos.
La vendedora nahuizalqueña agrega que “yo veo que en otros lados se trabajan calles, más que todo, y siento que precisa más un centro educativo, porque cuando hablamos de la educación de los niños, hablamos de que eso es lo principal. Siento que el gobierno no está viendo por los niños”.
Para ella es “injusto” e “incomprensible” que la Dr. Ciro Brito fuera finalizada, frente al abandono y retraso en la Estado de Israel, por lo que lanza un mensaje hacia Casa Presidencial.
“Cuando uno puso su confianza, cuando uno votó, cuando uno eligió un presidente, entonces el presidente sabía que debía cumplirle a la gente lo que él había prometido. Si se ha preocupado en hacer penales, ¿por qué no preocuparse primero por la educación de los niños? A un niño desde pequeño se le enseña lo que es bueno y lo que es malo; con encerrar a medio mundo no termina todo, porque los niños que no tienen escuela, ni educación, ¿adónde quedan?”, reflexiona Karla.
“Como madre de familia, espero que no se tarden mucho en entregarnos la institución, porque nos afecta el bolsillo y el desplazamiento de nuestras casas a las instituciones donde les han dado para que los niños estudien. Los padres de niños de escasos recursos nos vamos a ver más afectados, si se retrasa más la entrega de la escuela”, concluye Sara.