En las elecciones de concejos municipales y de diputaciones al Parlamento Centroamericano del 3 de marzo, hubo una serie de actos de violencia contra la mujer identificados por la red de observación de la Asociación de Regidoras y Alcaldesas de El Salvador (Andrysas) en las que las ciudadanas fueron las principales víctimas.
Para las elecciones del 3 de marzo, la red de observación electoral registró 96 hechos de violencia, superando los 35 de las elecciones del mes de febrero.
De los casos de violencia, quienes más ataques recibieron fueron las militantes o simpatizantes de partidos políticos, integrantes de las JRV y votantes.
En menor número, pero siempre víctimas de actos de violencia, fueron autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE), representantes de la Junta Electoral Municipal (JEM), funcionarias públicas, candidatas, observadoras electorales y periodistas.
En más de la mitad de los casos, quienes cometieron los actos de violencia fueron hombres, seguido de mujeres, ambos sexos y otro porcentaje no fue identificado por la red de observación de Andrysas.
De los 96 casos; el 18% fue cometido por ciudadanos, el 16% simpatizantes de partidos políticos, en un 14% integrantes de las JRV, en un 12% vigilantes y en igual porcentaje jefes de centro.
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Seguido de un 11% fueron integrantes de la JEM, un 4% personal de seguridad, un 3% autoridades del TSE, y en un 1% autoridades de la Junta Electoral Departamental. El 9% restante no se identificó.
De los casos ocurridos se dividen violencia física, sexual, simbólica, psicológica y emocional.
La violencia psicológica y emocional fue la que más presente estuvo en la jornada de elecciones municipales, de las que predominaron las conductas de frases sarcásticas, frases humillantes, insultos, burlas, entre otros.
Otras de las acciones cometidas fueron amenazas, toma de fotografías sin consentimiento, descalificación de participación.
En los casos de violencia simbólica ocurrieron por las situaciones de ser mujer trans, por ser mujer adulta, por ser mujer joven, y burlas por el estado familiar. En los casos de violencia física ocurrieron golpes y empujones.
Y en los casos de violencia sexual las situaciones ocurridas fueron las expresiones de insinuaciones sexuales, acoso, frases con doble sentido sexual y tocamientos sin consentimiento.