La vida de Flor ha estado marcada por la violencia de género y laboral, pero ahora ella busca que otras mujeres conozcan sus derechos y puedan salir de ese ciclo.
Ella tiene 53 años y como integrante del Sindicato de Mujeres Trabajadoras del Hogar Remuneradas Salvadoreñas (Simuthres) da acompañamiento y asesoría en derechos humanos y labores a mujeres que han sido vulneradas mientras realizan labores en las viviendas donde son contratadas.
“Me siento útil y motivada por ayudar a otras mujeres que ya sea por miedo o inseguridad no se atreven a denunciar, pero se animan cuando tienen el apoyo de alguien que las apoye y las entienda” dice.
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Flor comprende muy bien esa problemática debido a que comenzó a realizar trabajo doméstico desde que tenía ocho años por la precariedad en la que vivía su familia.
Como trabajadora del hogar fue víctima de la violencia sexual durante nueve años, situación que, según asegura, soportó porque tenía la necesidad del trabajo para mantener a sus hijos.
La mujer relata que tenía 26 años cuando fue contratada en una residencia de una familia acomodada, donde el empleador comenzó a ejercer la violencia con tocamientos hasta llegar a tener relaciones sexuales, bajo la amenaza que de no acceder sería despedida.
Ella venía de una relación matrimonial donde había sufrido todo tipo de violencia de género, incluyendo un intento de feminicidio, había quedado sola con sus seis hijos pequeños, por lo que se vio obligada a aguantar este nuevo episodio de agresiones, porque la paga le permitía llevar la comida a su hogar.
“La necesidad de mantener a mis hijos me hizo soportar esa situación durante nueve años, hasta que fui despedida” asegura.
Para Flor las redes de apoyo nunca existieron, por eso ahora ella se dedica a ayudar a otras mujeres que sufren situaciones similares como trabajadoras del hogar remuneradas.
“Yo no le podía contar a mi madre o a mis hijos lo que estaba pasando, no tenía a alguien a quien contarle, creo que es la primera vez que públicamente estoy hablando de esto” expone.
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Según los casos documentados por Simuthres la violencia sexual es recurrente contra las trabajadoras salvadoreñas, pero en muy pocos casos se atreven a denunciar, debido a que en mucha ocasiones el violentador es “una persona pudiente”.
“Según los acompañamientos que he dado, quizás el 99% de mujeres lo sufren, pero lo callan a veces por vergüenza, por necesidad o porque nadie les cree” explica Flor.
Según los casos atendidos por Simuthres, algunas trabajadores del hogar han sido embarazadas por el empleador, quien luego despide a la mujer, no reconoce al hijo, pero le siguen ayudando económicamente para mantenerla silenciada.
Asimismo a las mujeres que al verse acosadas se resisten o enfrentan la situación son despedidas. “Hay trabajadoras que las han sacado a la media noche porque no acceden” dice Flor.
La Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) realizó un estudio en 2019 sobre la violencia laboral contra las mujeres en los sectores público y privado.
Según el informe de 1,090 mujeres trabajadoras encuestadas, el 25.9 % fue víctima de maltrato físico y psicológico, incluyendo en este último agresiones verbales y no verbales.
Del total de trabajadoras agredidas, sólo el 3.3 % interpuso denuncia ante las instituciones competentes.
*En esta nota se ha cambiado el nombre para proteger la identidad de la víctima de violencia de género.