El 30 de noviembre era un día especial para la sobrina de Julio ese día cumplió 10 años y su tía le compró un pastel de cumpleaños para celebrar, pero una hora después, la alegría de la familia fue borrada por completo, una llamada desde el penal de Quezaltepeque les informaba que Julio, a quien ella veía como un padre, había fallecido.
Julio Emilio González Villalta, 27 años de edad, el tío de la niña, fue capturado el 8 de agosto de este año en el aeropuerto internacional de El Salvador, al llegar deportado de Estados Unidos, después que una Corte estadunidense le negara la posibilidad de iniciar un proceso de refugio.
Hace cinco años, la hermana mayor de Julio emigró hacia Estados Unidos ante la falta de condiciones económicas que le permitieran una vida digna en el empobrecido cantón La Noria, en el municipio de Jiquilisco, al irse dejó su hija al cuidado de Julio, quien tenía una relación con la niña, como si él fuera su padre.
Separación
Sin embargo, con la implementación del régimen de excepción la vida para ambos cambió para siempre, porque Julio tenía antecedentes policiales después que en 2016 fue detenido durante tres días.
Los familiares relatan que Julio estaba sentado en la tortillería, esperando las tortillas para el almuerzo, cuando la Policía iba siguiendo a un marero de la MS. “Hey bicho vení vos también" le dijeron a Julio y también se llevaron a otro joven. Julio, quien laboraba como jornalero, fue liberado a las 72 horas al no encontrarle vínculo con esas estructuras.
Cuando inició el régimen de excepción los agentes fueron a buscar a Julio a la casa de su familia, pero no lo encontraron porque el joven andaba trabajando en una cooperativa que se encarga de cultivar la semilla mejorada, que luego es entregada a los agricultores por el gobierno.
Ante el temor de ser capturado, con la ayuda de su hermana mayor Julio emigró hacia Estados Unidos de forma irregular, a pesar que estaba recibiendo tratamiento médico por problemas en sus riñones.
“Él le pidió a mi hermana que se lo llevara para allá porque él tenía miedo ir a la cárcel, porque estaba enfermo de los riñones porque se le bajaba el potasio, mi hermana recogió el dinero y lo mandó a traer” explica Mónica, la hermana menor.
El agricultor partió por primera vez la noche del 11 de diciembre de 2022, pero siete días después fue detenido en México y deportado hacia El Salvador un día antes de la Navidad.
Después de las fiestas, el 5 de enero de este año Julio emprendió nuevamente el recorrido de la peligrosa ruta migratoria, en 10 días llegó a la frontera Sur entre México y Estados Unidos.
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A la hora de cruzar la frontera, el joven por su enfermedad se quedó sin fuerzas ante una persecución de la Policía y fue abandonado por el “coyote” en una casa en Ciudad Juárez (México) donde estuvo a punto de morir debido a la deshidratación y el frío, luego fue ingresado en un hospital de esa localidad.
Los siguientes 15 días fueron de angustia para la familia, porque no sabían qué había pasado con él, porque lo último que les dijo el “coyote” es que él ya no podía hacer nada. Luego que Julio fue dado de alta en el hospital fue llevado a un albergue para migrantes, donde pasó los siguientes meses.
Según consta en la documentación médica, durante seis meses fue ingresado al menos tres veces en el hospital y fue diagnosticado con falla renal crónica, cálculos biliares y úlceras plantares.
Deportado a El Salvador
Ante el temor de regresar al país, mientras estuvo en territorio mexicano, Julio realizó los trámites para solicitar refugio en Estados Unidos y poder reunirse con su hermana mayor.
Es así como en los primeros días de junio viajó hacia Arizona (Estados Unidos) para su primera audiencia migratoria para solicitar la condición de refugiado, pero fue informado que no aplicaba debido a los antecedentes policiales en El Salvador.
“Cuando tuvo su primera audiencia allá en los Estados Unidos le dijeron que no lo podían aceptar porque tenía un proceso pendiente y que tenía que rendir cuentas acá” dice la hermana.
La última vez que su madre y su hermana vieron a Julio fue el 8 de agosto cuando llegó deportado al aeropuerto de El Salvador, donde fue capturado por el delito de agrupaciones ilícitas. “Mi mamá lo abrazó, le dieron sus cosas, su maletín y su ropa, yo también lo abracé ya con las esposas, pero lo abracé” dice conmocionada su hermana.
El 22 de agosto la Fiscalía General de la República (FGR) informó en sus redes sociales la detención por el delito de agrupaciones ilícitas contra 21 supuestos pandilleros de la MS-13 que delinquían en el departamento de La Paz, en el grupo aparecía Julio.
Lo cual para su familia es una contradicción porque Julio nunca vivió ni viajaba al departamento de La Paz, aseguran que desde que tenía 14 años trabajaba como jornalero en la cooperativa agrícola. “Mi hermano no era pandillero porque si hubiera sido pandillero yo no hubiera movido ni el dedo” asegura Mónica.
La hermana de Julio anduvo de oficina en oficina gubernamental llevando documentos que comprobaron los arraigos del capturado y su condición médica, pero nunca tuvo una respuesta que llevara a su liberación. Entre los documentos que entregó está la escritura del solar que el jornalero había adquirido laborando en la cooperativa, la solvencia de antecedentes penales y recomendaciones notariadas de personas que dan fe que el joven no era pandillero.
El detenido permaneció durante tres meses en el penal de Quezaltepeque hasta morir. Medicina Legal asegura en un documento entregado a la familia que la causa preliminar de la muerte es un edema pulmonar.
Un día después de la muerte del agricultor, los representantes de una funeraria llegaron a la vivienda de la familia y les dijeron que llegaban de parte del gobierno para brindarles de manera gratuita los servicios funerarios.
La familia rechazó la supuesta ayuda gubernamental, porque ellos de las autoridades lo único que esperan es saber que es lo que pasó realmente con Julio.
“Nosotros sentimos que no le dieron sus medicamentos porque sólo duró tres meses encerrado. Quisiéramos que nos explicarán si él murió de su enfermedad o qué pasó con él”, dice la hermana del fallecido.
Por su parte, la sobrina extraña a Julio, que para ella era un padre cariñoso y no se recupera del dolor de su pérdida. “La niña está destrozada porque esperaba ver a su tío-papá vivo, no en una caja” explica Mónica.