Teresa tiene su cumpleaños el 14 de octubre. Ella planeaba decirle a sus hijos y demás familiares que no le dieran regalo ni hicieran una fiesta porque prefería que le dieran el dinero en efectivo para reunir un buen paquete de limpieza, comida e higiene para llevárselo a José Sura, su hijo mayor que se encontraba detenido en el penal de Ilopango.
Ella se dedica a cocinar y vender. Esto le requiere su total atención, y aun más cuando prepara la masa para las tortillas; es por eso que no escuchó cuando sonaba su celular. Al terminar su trabajo, revisó su teléfono y reconoció inmediatamente el número del cual le llamaron. "Ese número lo conozco porque de ahí me llamaron para decirme que mi hijo necesitaba medicinas y que se las llevara al penal", recordó Teresa. Era el número de Centros Penales.
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Teresa se emocionó y, a la vez, se preocupó. Primero porque pensó que le llamaban para avisarle de la liberación de su hijo luego de estar detenido dos años y cuatro meses. Luego porque, al no haber atendido esa llamada, volverían a encerrarlo. Sin embargo, no era esa la razón de las llamadas perdidas.
Ese mismo día, llegaron un par de hombres a visitarla. "La hemos andado buscando. Su hijo tenía otra dirección, pero al fin la encontramos", recuerda Teresa que le dijeron. "Por favor, madre, no se vaya a poner mal, pero su hijo falleció", cuenta que le dijeron, mientras mira hacia el cielo.
Ella recuerda que, aún sin creerlo, acompañó a los dos hombres hasta Medicina Legal para reconocer el cuerpo que ellos afirmaban que era su hijo. Entró, y los trabajadores del lugar le acercaron uno de los siete cuerpos que habían llegado desde los penales. "Una como madre reconoce a sus hijos. La cicatriz en su rostro me ayudó porque estaba irreconocible", dijo Teresa. "Mi hijo murió peor que Cristo. Todo delgado", explicó.
El rostro con los pómulos marcados, los ojos abiertos igual que la boca y un agujero en el cuello. Eso fue lo que logró ver Teresa. Lo demás del cuerpo siguió envuelto en una bolsa blanca encima de una camilla.
De un día a otro, Teresa tuvo que organizar la vela de su hijo luego de 860 días sin tener mayor información. Durante la vela, le sorprendió la cantidad de personas que se sumaron para darles apoyo.
Su casa en Santiago de María, Usulután, está al final de un pasaje con calle de tierra que se lava cada vez que llueve; pero a pesar de los baches que se forman a lo largo del terreno, las personas lograron acomodarse para acompañar a la familia de José Sura Luna, de 36 años de edad.
Él era reconocido en la zona por haber sido militar. Estuvo en la Sexta Brigada por muchos años, ahí hizo su carrera. Hace un par de años decidió retirarse y dedicarse a hacer trabajos varios, principalmente en construcción. "Su único pecado era que le gustaba tomar. Ponía su música romántica y se quedaba en la hamaca tomando", recuerda Teresa.
"Ahí lo llegaron a levantar a su casa los policías. Sí nos ha dolido lo que le han hecho a este hombre. Era buena persona", recuerda una mujer de la zona. Ella relata que anteriormente la zona donde velaron a José era bastante peligrosa y que la mayoría de lugaereños tiene un familiar asesinado por las pandillas, por lo que no están en contra del régimen de exepción, sino de la muerte de personas inocentes.
José Sura fue sepultado el pasado 7 de octubre bajo una lluvia que hacía luchar a las personas por mantener los ojos abiertos, asímismo con presencia de agentes de la Policía Nacional Civil que se mantuvieron en el cementerio municipal de Santiago de María mientras los familiares y amigos de José se despedían.
Recientemente, se divulgó en redes sociales que el cuerpo de José tenía la boca cosida y estaba esposado, pero los familiares desmienten esta información. Según personas que acompañaron las exequias, tenía la boca sellada con un tipo de pegamento y solo resaltaba su rostro dentro del ataúd.
Teresa se mece sobre la misma hamaca donde descansaba su hijo luego de sus jornadas laborales. Intenta mantener la calma, pero en ocasiones se le corta la voz. "Entiendo su trabajo, les agradezco por venir hasta acá, pero esto no me va a devolver a mi hijo. Aunque venga el presidente y se disculpe, no me va a traer a mi hijo de regreso", dice Teresa a dos periodistas de El Diario de Hoy.
Como en la mayoría de los casos de las más de 300 personas fallecidas bajo el régimen de excepción que han sido documentados por distintos medios y organizaciones como Socorro Jurídico y el IDHUCA, no es sorpresa que el documento de Medicina Legal informe como causa del fallecimiento de José Sura un Edema Pulmonar, a pesar de que su cuerpo evidenciara en total delgadez y que Centros Penales haya llamado a su madre para pedirle llevar medicinas sin explicar su situación de salud.
Para esta nota se buscó la versión de la familia de José Sura Luna, de otros familiares y de personas de los alrededores donde vivía el ex militar.
Ninguna quiso brindar su nombre o aparecer totalmente expuestos en las imágenes por temor a represalias, ya que el acoso de agentes de la PNC que amenazan con llevárselos detenidos es constante, pero también contra quienes ya están privados de libertad. Según las personas de los alrededores de Santiago de María, ya son varios los fallecidos en las mismas circunstancias en las que murió José Sura.