“Ni me quiero acordar. Fue pérdida total”. Así describe Alejandra Orellana Linares las pérdidas que tuvo su familia en el incendio, como dueños de 6 locales y 3 bodegas de flores naturales y artificiales. Un negocio de más de 30 años en el San Miguelito, hecho cenizas.
Alejandra es una de las 14 personas líderes entre las usuarias de los puestos, que representan a los colectivos de los diversos sectores del mercado (frutas y verduras, bazares, flores, carnes, cocinas, etc.). Para ella, no es verdad que la comuna tenga mala comunicación o una actitud lejana hacia las vendedoras.
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“La realidad es que sufrimos un incendio, que nos toca estar en la calle y que todos sabíamos que no iba a ser fácil. No le digo que estamos en las mil maravillas, no vamos a tapar el sol con un dedo”, acepta; pero defiende la gestión de Mario Durán y señala que las comerciantes deben tener paciencia.
Para “Coco”, la administración del mercado de parte de la comuna es difícil por las constantes quejas y peleas entre las mismas usuarias de los puestos, pues “aquí, si no es el árbol, es el agua, el sol, el pollito, el perrito que pasó, el tragante… aquí no es que si la alcaldía tuvo o no la culpa” del incendio.
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La comerciante aclara que “sí hay reuniones” con autoridades de la alcaldía capitalina de la gerencia de mercados; pero concede que “a veces como líderes quizá cometemos el error que no transmitimos ciertas informaciones” al resto.
Si la alcaldía decide cobrarles por la energía eléctrica, para Orellana está bien, pues “si teníamos un consumo de energía eléctrica adentro del mercado, ¿por qué no lo íbamos a tener afuera? es lógico”, argumenta. Y sobre la no remoción de los escombros dentro del mercado a casi aun año del incendio, considera que “todos sabemos que los proyectos de este tipo, sea quien sea que los lleve, son largos. Hay que ser sensatos. Desde que el mercado se quemó, les dije: esto no va a ser fácil, va a ser un proceso largo. Tenemos que tener los pies en la tierra”.
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Sabedora de que la DOM planea construir un edificio de cuatro plantas para que albergue al nuevo mercado, “Coco” señala que el problema es que las usuarias de los puestos se dejan llevar por los rumores, y tienden a encontrar el ángulo negativo a todo.
“Salió en los medios el proyecto del nuevo edificio, y todo mundo se alborota. El mayor terror de la gente es la planta en la que les va a tocar. El problema no es que sea de cinco, diez pisos, o si es el Empire State. El problema es que la gente siempre se revuelve ante la incertidumbre”, dice, y considera que es un “tema cultural” el miedo a no vender si les asignan un puesto del segundo piso hacia arriba.