En la entrada al mercado San Jacinto, por la calle Lindo, sobre la avenida Cuba, el que da la “bienvenida” es “Michos”, uno de los tantos gatos que rondan las cinco secciones del lugar. Según los vendedores, los felinos son abandonados en cajas de cartón para que ellos se hagan cargo y los alimenten.
Una vez dentro del mercado, el deterioro de unas láminas transparentes denota la antigüedad del techo improvisado. Este material cubre pedazos que anteriormente eran hoyos entre el tejado.
La temperatura aumenta y la oscuridad del lugar no obstaculiza el trabajo atento y servicial de las vendedoras del mercado San Jacinto, quienes reciben a todos los visitantes con amabilidad. La mayoría de ellas han crecido en el lugar, por lo que sienten cierto apego a pesar de estar en malas condiciones.
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“Está bastante solo. Últimamente así pasa”, comenta Laura Reyes,(los nombres usados en la nota son ficticios por motivos de protección a los comerciantes) mientras separa los tomates buenos de los arruinados de una caja que le costó alrededor de $35, para vender cinco unidades por $1. “La mayoría de vienen arruinados, ni modo”, lamentó.
Laura es la única vendedora entre la sección 1 y la sección 2 del mercado. Cerca de ella hay más espacios disponibles, pero solamente están unas estructuras circulares de cemento, sin vendedores.
Según Fabiola López, otra comerciante del mercado, cada una de estas “mesas” tiene un costo de 17 dólares mensuales y ya todos los espacios están vendidos. No llegan vendedoras porque cada uno de los espacios arrastra una deuda de años. “Este puesto de adelante tiene una mora de $90. Nadie va a pagar eso para venir a ganar solo lo del día”, comentó Fabiola.
En las paredes despintadas corre el excremento de las aves que viven en el tejado del mercado. Las esquinas de los puestos sin negocios sirven como caja de arena para los gatos, mientras que los rincones del mercado funcionan como baños improvisados para algunas personas que se pasan de bebidas en los restaurantes y cervecerías ubicadas al fondo del lugar.
Ante dicha situación, los vendedores llegan temprano, antes del inicio de su jornada laboral, para limpiar los alrededores con agua y detergente; eliminar los malos olores y mantener sus puestos aseados.
Este esfuerzo les supone más cansancio que beneficio, ya que se ha vuelto una rutina de martes a domingo, los días en que están abiertos los locales de venta de bebidas alcohólicas hasta las 10 p. m., a pesar de que el horario del mercado es hasta las 5 p.m.
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Según una publicación en la página web de la alcaldía de San Salvador, el 17 de agosto del 2022 el mercado San Jacinto cumplió 50 años. Para celebrarlo hubo marimba para alegrar el día a los 1,200 comerciantes del lugar. El gerente de mercados de ese momento, Ricardo Sánchez, aprovechó para anunciar que se harían mejoras en el sistema de iluminación, reparación de techos, mantenimiento del sistema de tubería, pintura de infraestructura, jornadas de limpieza profunda y más.
De todas estas acciones, los comerciantes del mercado comentaron el 24 de junio de este año que la limpieza profunda se hizo solamente en una ocasión con motivo de la fiesta navideña del año 2022, y además les cobraron los aranceles de dicha celebración.
Desde entonces, los vendedores aseguran que la municipalidad no ha vuelto a limpiar las tuberías, quitado las telarañas o vuelto a pintar.
En la sección de lácteos hay mayor movimiento de clientes y de comerciantes, trasladando de un lado a otro mercadería para acomodarse y lograr dar un mejor servicio.
En un pasillo hay una reunión de tres vendedoras que discuten los precios actuales de sus puestos. “El mío cuando vine me costaba $12, ahora me piden $20 mensuales”, se queja una. “Si acá nada baja, todo sube”, le contestó otra.
Según múltiples vendedoras, el costo por puesto aumenta alrededor de $2 por mes y no ven un beneficio de ello.
Durante las últimas lluvias, los techos del mercado se transformaron en cascadas que caían desde los hoyos formados por el tiempo, dañando los puestos justo debajo.
Los dueños de estos negocios han tenido que incurrir en gastos para proteger sus puestos y su mercadería de la lluvia. Actualmente, se encuentran a la expectativa de que no siga lloviendo porque les implicaría aún más gastos.
Los vendedores del mercado San Jacinto se sienten preocupados por el actual estado del lugar y piden que se pueda recurrir a una intervención para restaurarlo, limpiarlo y procurar respetar los horarios en todas las secciones.
Temen que las personas que se quedan bebiendo durante la noche puedan entrar a otras áreas y hurtar mercadería, como ya ha ocurrido en otras ocasiones.