Desde la tarde del jueves, la zona aledaña al nuevo centro penitenciario en Tecoluca, San Vicente, fue intervenida por un dispositivo de seguridad militar. Los habitantes de la Comunidad Buen Amanecer, la más cercana al penal, eran detenidos por soldados e interrogados.
No había mayor información, pero Guadalupe Díaz, asegura que supo que algo iba a suceder.
“Los soldados eran nuevos y la cantidad más numerosa que de costumbre”, en la zona del megapenal, narra.
Durante la madrugada, el sueño fue interrumpido por helicópteros, drones y buses que transitaban el sector.
“Desde las 4:00 a.m. empezaron a sobrevolar unos tres helicópteros y se escuchaban subir los buses”, relata.
Durante la mañana del viernes, el silencio volvió a la zona y varios camiones con soldados se retiraron del lugar. El clima en la comunidad es caluroso.
Desde la noche del 23 de febrero se reportaron, por usuarios en redes sociales, movimientos de autobuses desde los penales de Izalco y Mariona hacia el Cecot, el megapenal de Tecoluca, San Vicente.
Durante las noches, la única iluminación en el lugar es la que procede de la plancha de concreto enorme, que el gobierno salvadoreño ha llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
La incertidumbre de Buen Amanecer
Buen Amanecer se ha asentado en los terrenos de la línea férrea, donde décadas pasadas transitó el tren. FENADESAL les otorgó permisos, a través de la alcaldía de Tecoluca, para establecerse en terrenos de 20 x 10 metros.
Otro de los habitantes del lugar es Francisco Ayala, quien llegó a la comunidad desde hace tres años, antes que empezara la construcción de la nueva cárcel.
Cuando llegó a la zona, Francisco tenía la esperanza que era un sitio seguro para establecerse, pero ahora lo único que tiene es incertidumbre.
El lunes pasado, funcionarios que se identificaron como representantes de Bienestar Social llegaron a la comunidad con una noticia: “Nadie puede vivir cerca del centro penitenciario y por tanto, serán desalojados”, le dijeron a Guadalupe.
Según ella, los funcionarios les dijeron que en seis meses, el lugar debía estar vacío.
Tanto Francisco como Guadalupe no se esperaban la noticia y todavía no pueden creerla.
En el caso de Guadalupe, su casa está construida de cemento, gracias a una donación de materiales que ella recibió.
Las demás casas son de lámina, reglas de madera y no tienen servicios básicos como agua y energía eléctrica.
Tenían señal de celular, pero desde hace algunos meses con la nueva construcción del centro penal, esta fue bloqueada.
“Cuando vino el presidente dijo que habían 15,000 voltios para la cárcel, pero acá no tenemos ni 100 para un foco”, lamenta Guadalupe.
La falta de agua también es otra carencia en la zona, los habitantes de Buen Amanecer pagan hasta $10 para que un camión les lleve agua a sus casas, les dura una semana.
Según datos publicados en redes sociales por la Secretaria de Prensa de la Presidencia trasladó a los primeros 2,000 reos inquilinos del CECOT.