Una de las mujeres más emprendedoras, filantrópicas y visionarias en la historia moderna de El Salvador habría cumplido cien años este 23 de abril.
Doña María Rodríguez de Boet nació en San Miguel el 23 de abril de 1922, hija de don Juan Ramón Rodríguez y doña Emma Amaya de Rodríguez.
Realizó sus estudios en el colegio La Asunción, de San Salvador. Posteriormente se graduó en 1947 como secretaria ejecutiva y administradora de empresas en el Pasadena City College, de Estados Unidos. Se casó con el ciudadano estadounidense Paul J. Boet, en 1949, con quien procreó 5 hijos.
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Con su esposo fundó, el 2 de abril de 1950, el almacén Kismet, ubicado en una pequeña casa en la Calle Rubén Darío, donde vendían radiolas Grundig y discos de vinilo con los éxitos musicales de la época.
“La inquietud surgió en el año de 1950 con el plan de instalar un taller para reparar equipos electrónicos y vender discos en San Salvador”, reseñó en una ocasión.
El negocio se fue expandiendo hasta convertirse en una cadena de tiendas por departamentos. La de la Rubén Darío, su sede insignia, se convirtió en una de las principales anclas del centro de San Salvador.
En 1978 Kismet traspasó fronteras y abrió sus puertas en Guatemala.
En 1991, la Cámara de Comercio e Industria le otorgó su máxima presea la Palma de Oro y en 1997 la Universidad Dr. José Matías Delgado le confirió el doctorado Honoris Causa en Humanidades.
La Asamblea Legislativa también le otorgó la presea de Empresaria Distinguida en 1998.
Como mujer de fe, doña María apoyó mucho a la Renovación Carismática Católica y las obras de la Nueva Evangelización a través de Lumen El Salvador, así como estuvo en la organización de las visitas del Papa Juan Pablo II en 1982 y 1995 y de la Madre Teresa en 1988. Su lema era: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti mismo”.
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Apoyó también al Club Rotario y la Cruz Roja Salvadoreña, a la que le dedicó gran parte d su vida en pro de las personas necesitadas. Fue así como logró la creación del Banco de Sangre de la Cruz Roja.
Era una incansable amante de las orquídeas, por lo cual recibió reconocimientos de la Asociación Salvadoreña de Orquideología, de la que fue presienta por varios períodos y presidenta honoraria hasta el final de su vida. La empresaria falleció a los 95 años el 25 de julio de 2017.
Kismet cerró al año siguiente, después de varias décadas de preferencia entre los salvadoreños.
Sin embargo, queda entre los salvadoreños el testimonio de una mujer de fe y lucha y de uno de los establecimientos que marcaron el día a día de los capitalinos.
En una entrevista con El Diario de Hoy, doña María compartió el secreto de su éxito y para ser feliz: “En la mañana entrego mi día a Dios y me pongo en sus manos. Me da fuerza para seguir adelante”…