"A mi edad leo libros, la Biblia y voy al banco, solo tengo un bastón para evitar una caída”, dice Marcelino Alas Rodezno, quien el pasado martes cumplió 100 años de vida.
Y es que pareciera que los años solo son un número para Marcelino. A su edad relata historias, habla sobre su vida, sale a paseos y disfruta lo que hace.
“Pocas personas llegan a este ciclo de vida, lúcidos, activos, le gusta caminar, leer, ver noticias, deportes y temas políticos, un eterno enamorado de las mujeres, ahora muy entregado a las cosas de Dios, una persona íntegra lo convierto en mi diccionario enciclopédico”, relató su hijo Carlos en la biografía de su padre.
Don Marcelino nació el 26 de abril de 1922 en el barrio El Centro, de San Francisco Lempa, en Chalatenango, pero en su juventud se mudo a Metapán, donde ahora reside.
En un siglo de vida, ha visto crecer a sus 10 hijos reconocidos, 17 nietos y 16 bisnietos, quienes se reunieron en su vivienda, ubicada en Metapán, para festejar su cumpleaños.
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Para sus familia, el cumpleaños de don Marcelino se celebra desde que inicia abril: “A mi papá se le hacen fiestas patronales”, contó María, una de sus hijas.
Otra de sus hijas que vive en Alemania viajó hasta Metapán para disfrutar junto a su padre.
Según describen sus hijos, Alas Rodezno, siempre fue un hombre trabajador y dedicado a su familia. “Muy jovencito aprendió a elaborar sombreros de palma y piscuchas, también pescaba en el río Lempa, los cuales vendía para ayudarle a mi abuelita Chica”, recordó Carlos.
Su primer trabajo fue como mensajero a los 16 años en la oficina de Telégrafos y Teléfonos de El Salvador en San Francisco Lempa. “Mi historia es larga, conocí muchos presidentes, lugares y cambios en el país”, aseguró Alas.
En 1940, con 18 años, renunció a su empleo para hacer su servicio militar en el Primer Regimiento de Infantería, frente a la antigua Casa Presidencial, en San Salvador, hoy conocido como Mercado ExCuartel, posteriormente regresó a San Francisco Lempa.
A los pocos días, lo llamarón de San José Guayabal, en Cuscatlán, para hacer un interinato de telegrafista. Sus 34 años de trabajo los dedicó a las telecomunicaciones, los cuales desempeñó en varios municipios del país.
En 1972, don Marcelino se jubiló, pero su aprendizaje no acabó ahí, pues siguió estudiando. El dos de julio de 1981 recibió un título como técnico en televisión por el Instituto Pro Educación de Latinoamérica, extendido en México.
Vivir un siglo también le ha dado mucha experiencia a don Marcelino, quien asegura que en estos años ha sido testigo de muchos cambios. “Desde los telégrafos fue un gran cambio, me he quedado sorprendido. Antes, en mi trabajo de telegrafista me despertaba a todas horas para pasar las llamadas”, contó don Marcelino.