En El Salvador cada día se registran aproximadamente 28 embarazos en adolescentes, según las cifras publicadas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas a mediados de 2023; pero ¿cuántas de estas menores pueden terminar sus estudios de educación media?
“Creo en lo personal que el Estado, el gobierno y la sociedad en general tenemos una deuda pendiente con todas estas jóvenes que por falta de oportunidades no han podido acceder a un nivel de educación, especialmente el bachillerato”, sostiene Ana Cecilia Chávez Luna, actual docente de la Universidad de El Salvador, quién dirigió el estudio “Programas de reintegración escolar en El Salvador: Historias de éxito y fracaso de madres adolescentes y jóvenes afectadas por pandillas”, como proyecto final de la Maestría en Educación del Programa de Maestría KOICA-CIAT (Korea International Cooperation Agency).
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Este estudio fue realizado de forma cualitativa en los departamentos de Chalatenango, Morazán y San Salvador. Se trabajó con entrevistas semi estructuradas con un 50% de las participantes del área rural y el restante de la zona urbana, quienes habían dejado los estudios desde los 15 años aproximadamente.
“Aunque la sociedad en El Salvador en términos generales haya progresado o avanzado en la lucha con las pandillas todavía hay un largo camino para la reinserción de estas jóvenes que en un momento tuvieron que detener sus estudios debido a la situación de violencia que nuestro país vivía”, señaló Chávez Luna.
Las participantes que habían dejado sus estudios por temas de violencia debido a que eran blanco de acoso por miembros de estructuras criminales, amenazas o incluso habían presenciado un homicidio y tuvieron la oportunidad de cambiar de domicilio pudieron terminar sus estudios con menor grado de retraso al salir del ambiente hostil.
Mientras que los embarazos adolescentes “actualmente no se ha podido detener, pese a las estadísticas se mantiene que muchas veces son juzgadas, estigmatizadas, pero desconocemos sus orígenes y las razones del porque están afrontando esta situación a veces ese estigma o discriminación viene desde dentro del hogar y la institución donde ellas desean continuar con sus estudios”
Uno de los primeros hallazgos de esta investigación es que las madres adolescentes tardaron entre tres a cinco años en regresar a un programa de estudio, algunas de ellas sin poder culminarlo por diferentes motivos.
“Ninguna de las participantes logró retomar sus estudios al año siguiente o el mismo año de embarazo, todas se alejaron de sus estudios”, agregó.
Pero todas ellas señalaron entre sus aspiraciones terminar el bachillerato para optar por un trabajo formal; sin embargo, ninguna de las participantes ha logrado este objetivo.
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“Ya descubrimos que muchas de estas jóvenes no estaban relacionadas a temas de pandillas y fue su mismo entorno que las hizo alejarse de los estudios por diferentes motivos (...), en el caso de las madres solteras también hay una lucha por incorporarse, pero la situación y el mismo Estado no les ha dado la oportunidad o las herramientas para poder continuar a pesar de que hay una ley que protege a las adolescentes embarazadas”, dijo la profesional de la educación.
Todos los datos estadísticos y casos para este estudio fueron retomados desde 2022.
Es necesario “hacer un llamado a todas las instituciones encargadas de velar por los derechos de las niñas y los jóvenes en general que tengan una mayor participación, que se trabaje y apoye a las jóvenes especialmente a las de escasos recursos porque también hay una diferencia entre las de escasos recursos y los de una clase media-alta”, señalando que existe una marcada desigualdad a los recursos.
Por esta investigación Chávez Luna recibió el reconocimiento a la mejor tesis presentada en Corea del programa de estudiantes. Los resultados fueron compartidos a través de la presentación de tesis de graduados, evento académico celebrado en el edificio del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Con el objetivo de facilitar el intercambio y difusión de conocimiento entre los exbecarios de ASEBAC.