El 23 de abril, una visita de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) sorprendió a la abuela de Elvin Jonathan Aguilar Cruz, de 22 años de edad. Ella se encontraba en casa de su hija, María Daysi Aguilar, madre de Elvin. Cuidaba a los tres hermanos de él, entre ellos Diego de 27 años, quien padece parálisis cerebral. Elvin y su madre estaban trabajando, cada una en su oficio.
Elvin vivía de los $60 semanales que ganaba como ayudante de albañil en una granja de la zona. Su madre es comerciante y lograba salir con los gastos de la familia porque Elvin le entregaba $30 todas las semanas. Alarmada por la visita de los agentes policiales, la madre de María Daysi le llamó para que llegara de inmediato. Preocupadas esperaron la llegada de Elvin y le comentaron sobre la inusual visita.
“En la tarde que él vino, nosotras le dijimos que habían venido los policías a buscarlo. Le pregunté ¿por qué?”, relata la madre. A Elvin la noticia no le extrañó, pues él ya había jugado con ellos en un equipo de fútbol. “Quizás quieren que juegue nuevamente con ellos”, les respondió Elvin y salió a buscar a los agentes policiales.
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Elvin es reconocido en el cantón Santa Lucía, de Ilobasco, por ser bueno con la pelota. Durante los fines de semana juega con algunos equipos locales y ya ha recibido pago por ello. También es entrenador de un equipo feminino de la localidad. “Con ellas entrenaba a las 4:00 p.m., al salir de su trabajo se iba con ellas al campo”, recuerda María Daysi.
Con la seguridad de no deber nada ante la ley, Elvin fue a la búsqueda de los policías que habían llegado a su casa, temprano. Su madre le acompañó y los encontraron a la mitad del camino. “Solo queremos hablar con él, le aseguraron los agentes a María Daysi, quien confiada se regresó a su casa.
Pasaron las horas y Elvin no regresó, la angustia invadió de nuevo a su madre. Decidió ir a buscarlo al puesto policial. Cuando llegó a la sede policial, Elvin ya estaba esposado. “Yo les reclamé, quizás ese fue un error. Les dije que ellos bien lo conocían, que es un joven sano que nunca se ha metido en nada malo, que es inocente”, reconoce entre lágrimas la madre.
Esos reclamos fueron en vano, pues Elvin fue llevado de igual manera a las bartolinas. “Solo lo vamos a llevar para una investigación'', le dijeron los policías a María Daysi.
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“A pesar de que él creció sin su padre, siempre fue bien centrado, iba a los grupos de jóvenes de la iglesia”, explica la madre. Elvin también ayudaba a su madre con la formación de sus hermanos menores y el cuido de su hermano con parálisis cerebral. “Él estaba al pendiente de ellos y se preocupaba porque hicieran sus tareas”.
Elvin tenía el deseo de formar una familia y había iniciado a construir un cuarto para independizarse. Con adobe, había levantado las paredes y puesto el techo, estaba a punto de terminarlo. Ese y otros sueños han quedado en pausa.
“Fuimos a Mariona, pero estaba súper lleno. Fue el día que nos amenazaron con que nos iban a echar la UMO. Tuve que irme sin obtener ninguna información. Días después regresamos (con otras vecinas) y nos confirmaron que allí estaba”, explica María Daysi.
Sin la ayuda de su hijo, los ingresos de María Daysi han bajado considerablemente, pues el cuido de Diego demanda mucho tiempo y pocas veces puede dedicarse a laborar. El caso de Elvin es conocido en la zona, vecinos confirman la versión de la madre sobre su forma de ser e inocencia.
Al preguntar a María Daysi la razón de la captura de su hijo, solo encuentra una respuesta. “Acá dicen que una persona fue la que les puso el dedo a todos los que se han llevado, como odio que siente con ellos, con los jóvenes, porque a él no lo toman en cuenta, es como envidia”, explica.
En el Caserío El Limpio, un aproximado de 20 personas han sido capturadas bajo el régimen de excepción, según los familiares de los detenidos.
María Daysi es de escasos recursos, no tiene ni siquiera para el transporte a San Salvador cuando hace las diligencias por su hijo. Sin recursos para pagar un abogado particular, sabe que poco o nada pueden hacer los abogados de la Procuraduría General de la República, “mi único abogado es Dios”, declara.
La otra esperanza de Daysi es que la historia de su hijo se haga conocida y llegue a oídos de las autoridades, “yo le hago un llamado al presidente que me lo suelte porque él es un muchacho que no ha hecho nada. Es inocente y yo lo necesito aquí en la casa porque él no anda en nada”, concluye.