En las zonas urbanas del país, cada persona produce 1 libra y media de desechos al día, según un estudio del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2012). La cifra sube la preocupación ante la cantidad de habitantes que tendrá el megamunicipio de San Salvador Sur, que estará bajo la administración de Mario Vázquez (alcalde de Ciudad Delgado por Nuevas Ideas entre 2021 y 2024): Tendrá que administrar la recolección, traslado y disposición de los desechos que produzcan los distritos de Santiago Texacuangos, Santo Tomás, Panchimalco, Rosario de Mora y San Marcos.
Serán un total de 113,302 personas a gobernar en San Salvador Sur. Vázquez hereda un reto enorme en términos ambientales, como resultado histórico de una deficiente planificación en el desarrollo de vivienda, que por supuesto se ha dado no solo en este sector del departamento central, sino en todo el país.
El Diario de Hoy contactó el 10 de abril de 2024 al equipo de prensa del alcalde Vázquez para esta nota, pero no hubo respuesta.
La ambientalista Emma García, con grado superior en Ingeniería Agronómica de la Universidad del Salvador y especialización en agroecología en Guatemala, señala sobre la situación ambiental en San Salvador Sur: “Lo que más ha estado afectando es indudablemente la ampliación de la zona de frontera de urbanización, no se ha tomado en cuenta la capacidad de uso del suelo; vemos por ejemplo que como son zonas de laderas zonas montañosas, zonas alomadas (como en Santiago Texacuangos y la zona de Los Planes de Renderos, por ejemplo); ahí debería de haberse respetado, pues esta zona no es una muy recomendada para la urbanización. Aún así, estas organizaciones (empresas constructoras) han recibido permisos y viviendas han sido construidas también donde hay zonas de recarga acuífera”.
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En busca de mejores opciones de vida en la capital, ha habido una fuerte migración de personas de zonas rurales del país a estas áreas del sur de San Salvador, que construyeron casas (con o sin permiso) en laderas de la Cordillera del Bálsamo y el Cerro de San Jacinto, cuando “la capital no tiene capacidad para tanta población que emigró; mucha gente del campo se vino a la ciudad y eso fue extendiendo toda este peso sobre estos lugares donde fueron, creándose pues todas esas colonias y lugares habitacionales”, añade García, quien forma parte de CESTA Amigos de la Tierra.
Fue ahí donde nació el caótico rompecabezas urbano que hoy existe en estos municipios (que serán distritos de San Salvador Sur desde el 1 de mayo), un desorden que fue creciendo por décadas y en distintos gobiernos ante la pasividad -señala la ambientalista- del Ministerio de Salud, el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ANDA y por supuesto las mismas municipalidades, “que son los que dan los permisos para que se aprueben estas urbanizaciones” o la construcción de viviendas en asentamientos, donde se ha normalizado lanzar aguas jabonosas, grises, servidas y hasta negras (heces y orinas) a las quebradas y ríos.
La corriente de suciedad y malas decisiones arrastra no solo a la actual administración de Nayib Bukele por Nuevas Ideas, sino al FMLN, ARENA, PDC y gobiernos anteriores.
Como ejemplo reciente, la ambientalista apunta a la colonia Sierra Verde, en Santo Tomás, la cual generó que personas que vivían en la zona perdieran el acceso al agua porque la construcción impactó en nacimientos que había en el lugar. Hubo protestas y voces en contra de la población, pero también oídos sordos de las autoridades.
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Efectos mortíferos
La suma de esta permisividad y falta de planificación, que ha durado décadas, desemboca en la cruda contaminación actual: según un estudio del MARN (2021), los caudales de los ríos salvadoreños han bajado entre un 30 a 80%, porque ha aumentado la temperatura hasta 2°C en algunas zonas del país, a causa del calentamiento global.
Un informe de la Universidad de El Salvador marcaba, en el año 2000, que ANDA reportaba que “solo entre el 2 y 3% de los servicios de alcantarillado de aguas negras recibíen algún tipo de depuración antes de verterlas a los ríos”.
ANDA, fundada en 1961, en la actualidad tiene 23 plantas de tratamiento de aguas residuales en el país, y también ha anunciado que vendrán nuevas con el apoyo de gobiernos de China y Francia. Por ahora, la capacidad instalada resulta insuficiente y el problema aumenta.
El Salvador está pagando el precio de haber reaccionado tarde a la crisis ambiental y a la contaminación de sus ríos y lagos. La Ley de Medio Ambiente se creó hasta mayo de 1998, es decir, cumplirá apenas 26 años de vigencia en 2024.
Aunque no se les cumple a cabalidad, en El Salvador hay leyes y reglamentos que buscan garantizar la calidad del agua de los ríos; entre ellos el Código de Salud (arts. 67 y 73) el cual, en resumen, prohíbe la descarga de aguas residuales hacia las quebradas, arenales, barrancas, ríos, lagos y esteros. El
También hay un reglamento sobre la calidad del agua, control vertidos y zonas protegidas (arts. 19 y 35 del mismo Código de Salud), que norma que no se realice ningún vertido de desechos sin previa autorización y sin un debido tratamiento para evitar alterar las condiciones físico-químicas y biológicas del medio acuático que lo recibirá.
Todo lo anterior no se cumple y las pruebas están a la vista para la población, tanto en San Salvador Sur como en el resto del país.