Para Crescencio Espinal, hay días en los que tienen que priorizar si comprar agua, y pagar $3 por cada barril, o comprar los frijoles para uno o dos tiempos de comida.
Este dilema es similar para las 60 familias de la colonia Nuevo Amanecer, en el cantón El Amate, en Intipucá, La Unión. De acuerdo con los lugareños, tienen dos meses de que la alcaldía de la jurisdicción no les envía las pipas con agua, las que les proveían de agua suficiente para hacer los oficios domésticos.
Hoy que la alcaldía ha dejado de mandarles las pipas, se les han incrementado los gastos en la compra de agua; pues tienen que comprar de $6 a $9 semanales de agua. Debido a la escasez, se les dañaron sus hortalizas y otros cultivos que eran parte de un proyecto de la Fundación Salvadoreña para la Promoción Social y el Desarrollo Económico (FUNSALPRODESE).
Nuevo Amanecer es un pequeño asentamiento de familias que fueron desplazadas de los terrenos que usurparon por muchos años, los cuales son propiedad de una cooperativa. El Estado le asignó un pequeño lote a cada una de las familias, la mayoría de las personas son de extrema pobreza y sobreviven de la siembra de hortalizas, la agricultura, albañilería y oficios domésticos.
Las viviendas son pequeños ranchos hechos de láminas, madera y plásticos. Pocas son las viviendas con paredes de concreto. En la comunidad tienen varios años de que la municipalidad les ofreció el proyecto de la introducción de agua potable. Se trata de una obra que aún está inconclusa de la que solamente está perforado el pozo; faltan el tanque de captación y la red de tuberías, pero los lugareños desconocen cuándo lo terminará la alcaldía.
La mayoría de las familias tienen bidones de plástico que les fueron donados por organizaciones no gubernamentales para captar agua lluvia. En la colonia nadie gana el salario mínimo, dice Wilmer Oliva, presidente de la Asociación de Desarrollo Comunal. La gente trabaja en albañilería, agricultura y trabajos varios por los que ganan $5, $6 y hasta $10 dólares al día, aunque hay semanas en las que no consiguen trabajo.
Crescencio Espinal, de 68 años, no sale a trabajar debido a problemas de salud, es su hijo Guadalupe Guevara, de 30 años, quien se encarga de trabajar y conseguir la comida: “No todos los días se encuentra trabajo, a veces gana $6 desde las 5:00 de la mañana hasta las 11:00, y eso es lo que tenemos que gastar en comprar agua en la semana”.
Esperan respuesta de la alcaldía Espinal lamenta que la alcaldía tiene en abandono el proyecto del agua, pues es un ofrecimiento que les hacen cada año y temen que solo les quede el pozo les deje perforado. Pastora Sorto, de 71 años, y su compañero de vida Éntimo Hernández, de 79 años, lamentan que necesitan buscar trabajo para poder comprar el agua, pues la alcaldía no les envía las pipas desde hace más de un mes.
Wilmer Oliva, líder de la comunidad, asegura que hace dos meses que la alcaldía dejó de enviarles las pipas. “Hemos tratado de hablar con el alcalde, pero siempre nos dicen que está fuera del país, por esa razón estamos buscando gestionar con otras organizaciones que nos ayuden a finalizar el proyecto”, agregó Oliva.
El alcalde de Intipucá, Leonzo Gallo, manifestó que el proyecto se ha detenido porque el terreno donde se construyó el pozo es propiedad del Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) y no pueden seguir invirtiendo en una propiedad que no es de la municipalidad. Sin embargo, están tramitando que que el Ista les done el terreno. Según el edil, entre la construcción del pozo y la red de tuberías para la distribución del agua, la alcaldía debe gastar $55,000. “No se les ha llevado el agua con la pipa porque se nos dañó el camión, pero ya adquirimos un camión para darle el servicio de agua a las comunidades, esperamos empezar a distribuirlos antes o después de estas vacaciones”, agregó el edil.