Guillermo José Artero carga a duras cuestas el proceso de legalización de la lotificación San José, la misma que inició, al menos dos décadas atrás, Enrique Morán, su padre.
Debido a la muerte de don Enrique, el proceso legal se complicó para quienes compraron lotes; por ende uno de los hijos del propietario del terreno debió hacerse responsable del lío legal y burocrático de la legalización y escrituración de terrenos.
La lotificación San José se encuentra en la zona rural de Jujutla, Ahuachapán. Los caminos del lugar son de difícil andar, y de servicios básicos los habitantes cuentan solo con energía eléctrica.
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“Este proceso ha sido largo, engorroso y costoso. Lo primero fue decidir quién entre los hermanos iba a tomar el control por medio de la aceptación de herencia para después comenzar a desenredar esto”, relató Guillermo, quien suspira al recordar todo lo recorrido.
Luego, “entre los papeleos y vueltas”, siguió identificar a quien pagar compromisos económicos adquiridos sobre la propiedad, pues los mismos repetían y estaban en dos instituciones financieras diferentes.
Se sumó el ir y venir en instituciones del Estado, donde los trámites se prolongaron fácilmente por varios meses.
“He perdido varios años de mi vida en esto, iba y venía en instituciones de Santa Ana, Ahuachapán y San Salvador”, añadió Guillermo.
En todo ese tiempo, él también debió pagar abogados, que poco le pudieron ayudar por la complejidad y burocracia de los trámites.
Al ver sentir que la salida al papeleo era lejana buscó orientación jurídica con la campaña Renacer de COFOA (Comunidades de fe organizadas en acción) y así logró avanzar hasta el punto de estar a escasos meses de comenzar a entregar escrituras de la lotificación.
Además, ya entregó a la municipalidad las zonas verdes de la lotificación para su administración.
Antes también debió enfrentar la legislación vigente, que “exigía cosas incumplibles, y lejanas a la realidad de los habitantes del lugar”.
La esperanza
Para los habitantes del lugar, el avance que ha tenido el proceso de legalización de la lotificación San José les llena de alegría, pues ven en las escrituras la garantía del patrimonio familiar.
La satisfacción es mayor cuando algunos de los habitantes mencionan sus pagos hechos aún en colones, al igual que los precios de las propiedades.
“Mi papá, José Carreño, no verá el fruto del esfuerzo, él pagó el terreno con el dinero que ganaba como agricultor”, comentó María Esperanza Carreño, quien ha vivido desde niña en la zona.
Mientras, Zoila, medio hermana de María, sostiene que en algún momento “ya había perdido la esperanza de lograr la escritura del lote”, ella no puede evitar sonreír (como muestra de satisfacción) al hablar del documento; también de la seguridad que brindará el documento de propiedad a los más pequeños de la familia.