La extracción desmedida de cangrejos, conocidos como punches, que ocurrió a mediados de junio en el cantón Barra de Santiago, del distrito de Jujutla, en Ahuachapán Sur, afectará su producción debido a que las personas agarraron las hembras con huevos y sus crías pequeñas.
Otros crustáceos murieron.
A partir del 17 de junio, miles de punches fueron arrastrados a las orillas de las comunidades de Barra de Santiago, estero y al mar, debido a la cantidad de agua dulce que llegó a su hábitat durante las lluvias tipo temporal.
La asociación comunal para la protección y restauración del bosque salado y su hábitat (Probosque) emprendió un trabajo para la recuperación de los punches con la finalidad de llevarlos hacia sus áreas.
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Uno de los miembros de la asociación, Mario Reynosa, explicó que sólo ellos lograron rescatar cerca de 30,000 crustáceos; sin embargo, lamentó que una cantidad mayor fueron extraídos por las personas y otros se murieron.
Unas 4,000 unidades lograron ser decomisadas a personas que los estaban extrayendo.
La situación ha generado que muchas áreas donde se encontraban los crustáceos están desiertas; es decir quedaron sin punches, lamentó el ambientalista comunal.
Aunque Reynosa no precisó un dato exacto, señaló que cerca del 40% de la producción se perdió debido a la práctica que realizaron por varios días muchas personas.
Agregó que cada vez que ocurre una situación similar tarda entre uno y dos años para que la población de cangrejos vuelva a la normalidad.
“Quedamos casi saqueados en la manglera. En algunas zonas casi quedamos saqueados porque sí fue un buen arrastre de cangrejos. En otras partes que tal vez no mucho afectó (inundaciones) se quedó estable el cangrejo; pero quedaron unas partes que ya no se ven (cangrejos). Fue más lo que la gente explotó que lo que se recuperó”, dijo Reynosa.
La cifra que logró recuperar Probosque es inferior a la de junio de 2020, fecha que se había experimentado un arrastre similar de punches.
El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn) señaló, en aquel entonces, que más de 51,000 punches fueron rescatados por sus guardarrecursos y habitantes de las comunidades en Barra de Santiago, tras el paso de las tormentas Amanda y Cristóbal.
Otros 3,000 punches murieron antes de ser recogidos.
Reynosa señaló que las pérdidas, en esa ocasión, fue menor a la registrada este año debido a que entonces estaba lo más crítico de la pandemia generada por el nuevo coronavirus, por lo que había restricción de movilidad y las personas no llegaron en la misma cantidad de mediados de junio.
La bióloga de la Unidad Ecológica Salvadoreña (Unes), Marcela Díaz, explicó que a largo plazo afectará en la siguiente etapa de reproducción ya que habrá menos densidad poblacional porque las personas extrajeron a las hembras, incluso aquellas que tenían huevos.
Agregó que las mismas comunidades organizadas, y que trabajan en favor del medio ambiente, se imponen de forma voluntaria una veda que comprende entre febrero y mayo debido a que es cuando se da la etapa reproductiva de dicha especie, por lo que deciden no molestarla.
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Por ello, cuando ocurrió la presencia masiva de punches fuera de su hábitat, muchos tenían huevos.
En junio de 2020, Medio Ambiente informó sobre el rescate de más de 51,000 punches tras el paso de las tormentas Amanda y Cristóbal.
“Preocupados por la conservación de este recurso, nuestro equipo de guardarrecursos y habitantes de la zona iniciaron el traslado de los miles de crustáceos a zonas seguras del manglar. El tiempo era vital para este recurso tan valioso dentro de este Sitio de Importancia Internacional Ramsar, por lo que no se escatimaron esfuerzos en su rescate”, informó la dependencia gubernamental en ese entonces.
El técnico de la Asociación Comunal de Mujeres de la Barra de Santiago (AMBAS), Eder Caceros, explicó que en tiempos normales hay una variación entre la marea alta y baja, afectando el estero.
Durante las mareas bajas, las cuevas de cangrejo son oxigenadas, estos salen a alimentarse y también mejoran sus madrigueras.
Cuando la marea está alta, el cangrejo vuelve a refugiarse en dichos sitios.
Con la situación climática que atravesó El Salvador donde hay alta concentración de agua dulce, las cuevas son inundadas, obligando al cangrejo a salir de ellas para resguardarse.
Esto provoca que salgan a las orillas donde las personas fácilmente los agarran.
Caceros señaló que, aproximadamente, en el 2010, las personas aprovechaban dichas oportunidades, conocidas como pintas, para capturar a los cangrejos, sin importar su tamaño y si eran hembras.
Por ello, Medio Ambiente elaboró el denominado Planes Locales de Aprovechamiento Sostenible (PLAS), donde están involucradas 180 personas distribuidas en siete grupos en todo el bosque del manglar.
Ellos están dedicados a proteger el recurso, dando vigilancia durante las llamadas pintas para resguardar al cangrejo y llevarlo a su hábitat natural para darle estabilidad a la especie.
Las poblaciones de punches, anteriormente, estaban mermando debido a la explotación.
“Este tipo de fenómenos, así como nos trae afectación a nosotros, los seres humanos, también a la biodiversidad; lo mismo sucede en el caso del punche porque tiene que salir de sus cuevas, de donde están seguros, para poder ir a refugiarse a otra parte debido principalmente a las inundaciones constantes que hay”, dijo el técnico de AMBAS.