Juan Carlos Urias, psicólogo del Centro Terapéutico de Adicciones El Salvador, argumentó que este tema debe ser abordado desde diferentes perspectivas cómo la violencia, el índice de suicidios “y una cantidad de cosas que nos indican que en la sociedad algunas cosas no se están llenando y se buscan hacerlo de alguna manera. Satisfacer ciertos vacíos”.
Para el especialista, antes de una adicción se encuentra un trauma, una situación que está presente en la amplia mayoría de casos. Son estos factores los que pueden estar desde la niñez en el caso de las víctimas de violencia o abuso, quienes aunque buscan tener un vínculo de acercamiento al núcleo familiar sienten miedo de este.
Adolescentes encabezan el consumo de tabaco en El Salvador
A través de su experiencia el psicólogo ha observado que la adicción es solo un trastorno visible, antes de este se encuentra otro factor que puede ser depresión, bipolaridad, trastornos de personalidad o ansiedad. Las personas tienen un problema para regular emociones y en este punto las drogas son empleadas para inhibir las emociones.
El médico llama a prestar atención al conjunto de comportamientos en los adolescentes debido a que un solo cambio no indica problemas de drogas, pero un brusco cambio en la rutina de las personas podría ser un factor de alarma.
“Estamos observando conductas más arriesgadas en los jóvenes, lo usual es que comenzarán con tabaco, alcohol, marihuana. Ahora en las primeras ya están con alucinógenos, con opiáceos”, explica y añade que en los 90 era muy raro que se usaran productos alucinógenos. “Tenía que pasar un buen tiempo para que la gente los usara”.
“Solo yo puedo y no puedo hacerlo solo”
Urías recalca la necesidad de crear vínculos entre los padres e hijos, aunque esta relación sana no garantiza que los menores no se van a meter en problemas, ya que “existe un deseo natural de agradar a los papás y es mucho más probable de confiar en ellos para pedir ayuda”.
“Ambientes de inseguridad” en los que los padres están en constante conflicto puede orillar a los niños a “buscar diferentes estrategias para lidiar con esa falta de seguridad que hay en el ambiente, en todo caso va generando un modelo mental de cómo funciona el mundo”.
El mal manejo de emociones es producto de las “sociedades traumadas”, de las cuales provenimos no solo el ambiente de guerra en el territorio, sino conflictos anteriores, en los últimos años la violencia por pandilla y el contexto del régimen de excepción, lo que tendrá un efecto sobre las siguientes generaciones.