A las 5:20 de la tarde del 20 de abril de 2023, tres viajeros pasaron por la puerta aduanera del Aeropuerto Internacional Oscar Arnulfo Romero. Dos de ellos traían una mochila robusta en los hombros, y el otro, una maleta de mano. Su idioma y el uso de turbantes les hacía resaltar entre los pasajeros como procedentes de India o Lejano Oriente.
Según la bitácora de arribos de los vuelos de esa tarde hasta la medianoche, procedían de Belice, Houston, Bogotá, Cancún, San José, Managua, Guatemala, San Pedro Sula, Washington, Los Ángeles y Panamá.
En la puerta de salida del aeropuerto, por lo general, hay dos tipos de viajeros: los que tienen emotivos reencuentros con los familiares que los están esperando, los cuales son muy frecuentes , y están los que tras salir del aeropuerto abordan algún vehículo y se van hacia su lugar de destino.
Sin embargo, en el caso de estos viajeros se quedaron en los restaurantes de comida rápida, donde esperaron por varias horas. Algunos pidieron comida, otros solo se sentaron a esperar.
“Eres el de la foto”
Luego de un tiempo llegó un joven, quien agarró una silla del comedor y se sentó. Colocó su mochila sobre sus piernas y observó su celular. A los cinco minutos de estar ahí el joven de complexión delgada, moreno y de baja estatura se sienta frente a uno de los viajeros. Con poco disimulo, sacó el celular y le mostró un retrato para confirmar si es “el de la foto”. El extranjero asintió con la cabeza.
Luego el hombre se levantó y siguió haciendo lo mismo con los otros indios, unos brasileños y otros extranjeros que se juntaban en la zona de restaurantes y del jardín en el aeropuerto.
Ese joven no era el único que estaba identificando a los extranjeros; también había otro hombre de apariencia robusta, moreno y baja estatura haciendo la misma tarea. Tratatan de reconocer y juntar a todas las personas, de quienes llevaban fotografías, con el objetivo de llevarlas hasta el costado izquierdo de la zona de llegada donde unos microbuses, taxis y carros particulares esperaban para llevarlos hasta la capital. Era transporte privado y estaban en un lugar autorizado por el aeropuerto.
“Hola, ¿ustedes de dónde son?”, pregunta una mujer a unos hombres que estaban sentados a la mesa, con la intención de hacer plática, mientras esperaban en la zona del restaurante. Entre los recién llegados se miraron extrañados, como sin saber qué responder.
“No hablamos español”, dijo uno del grupo. La mujer preguntó su procedencia y respondieron: “Somos de Brasil. Es la primera vez aquí”.
Ese día los vuelos siguieron llegando y a medida pasaban las horas, varios viajeros aparentemente indios, brasileños y de otras nacionalidades se aglomeraron en la zona de los restaurantes.
Para las 8:13 de la noche había no menos de 100 personas en la zona de comida, la mayoría de origen indio, quienes se sentaban en grupo de cuatro para platicar o comer juntos.
Un chip de celular y una pizza de pepperoni
Como podían, los extranjeros se comunicaban con los dependientes de las tiendas de golosinas, bebidas y ventas de chip de telefonía para comprar saldo y hacer llamadas desde el celular, y adquirir agua o comida rápida.
“Nosotros hemos visto la llegada de varias personas de la India desde hace un mes”, comentó una empleada. “Ellos no hablan español y lo que hacen es poner el traductor de Google para pedir comida o comprar cosas en el aeropuerto”, añadió.
Entre las 7:30 y las 8:26 de la noche, los extranjeros cenaron; la pizza familiar de pepperoni fue de lo más demandado. También hicieron videollamadas. Y a las 8:30 de la noche, los hombres comenzaron a caminar hasta el parqueo de donde partieron.
A finales de abril, Ricardo Cucalón, director de la Dirección General de Migración y Extranjería, afirmó que el flujo de turistas que ingresa al territorio nacional ha incrementado un 30% en los últimos meses y que las autoridades están atendiendo un promedio de 2,000 a 3,000 personas diarias, principalmente en el Aeropuerto Internacional Monseñor Romero.
En esa ocasión, además, el funcionario comentó que debido a que en las últimas semanas el flujo de personas provenientes de Asia había llamado la atención y se había desencadenado una serie de comentarios de rechazo en las plataformas de internet. “Es lamentable observar en las redes los comentarios xenofóbicos ante la presencia de turistas de la India; hay que aclarar que la gente procedente de ese país son clase A y que no necesitan de una visa”, declaró Cucalón.
Cucalón enfatizó en el llamado a la población: “No tenemos que alarmarnos ante la presencia de turistas de diversas nacionalidades, algunos con vestimenta llamativa. Debemos de sentirnos satisfechos de que mucha gente quiera visitar el país”.
Finalmente, el funcionario recalcó que el país está abierto al mundo a menos que exista un impedimento legal o de seguridad nacional contra un viajero, no se le puede cerrar las puertas a nadie.
¿Por qué migran los indios?
Según un reporte de Deutsche Welle (DW) la comunidad india constituyen una de las poblaciones más importantes de los Estados Unidos y esto es gracias a la migración irregular, así como lo hacemos los centroamericanos. Cualquiera podría decir que escapan de la pobreza extrema en la que viven, pero es que en la India puedes ser condenado hasta por la expresión de género en las regiones más conservadoras.
Los indios pagan entre 25 hasta 70 mil Euros a traficantes para ingresar a Estados Unidos.
Un reportaje de la BBC News explica que la India es un país altamente polarizado por lo cual muchas personas huyen incluso para salvar sus vidas. Ser abiertamente o no de la población LGBTI+, ser víctima del cambio climático, o ser opositor político y la pobreza extrema son algunas de las razones por la cuales deciden recorrer miles de kilómetros con la promesa de estar en el país nortemaericano.
Para 2022 la dirección de Aduanas y Protección Fronteriza brindó datos a la BBC en la que indican que un aproximado de 16 mil indios fueron detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México. Para 2008 fueron 8 mil y en 2014 menos de 2 mil.
El informe de la cadena de noticias alemana explica que los indios pagan entre 25 hasta 70 mil Euros a traficantes para ingresar a Estados Unidos. Su puerta de entrada a latinoamérica son los países como Ecuador para luego atravesar Colombia, Panamá, Honduras y ahora El Salvador, países con leyes migratorias poco estrictas.