Pasaron ya 16 años desde que una fuerte lluvia provocó una inundación en la colonia La Málaga, en San Salvador, lo que llevó a la muerte a 32 personas que iban en un autobús, todas de la iglesia Elim. La fuerza de las aguas no les permitió salir del vehículo. Esta dolorosa tragedia tuvo un impacto global y, años después, llevó a la acción a representantes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que incluyeron a la Zona Metropolitana de San Salvador como uno de sus puntos a intervenir, dentro del programa City Adapt.
Dicho programa City Adapt busca sumar esfuerzos entre la Organización de las Naciones Unidas (ONU), gobiernos, alcaldías, instituciones académicas, organizaciones civiles y, por supuesto, la misma población y comunidades, para generar acciones que logren que las ciudades tengan más herramientas para resistir a los efectos del cambio climático, entre ellas las poderosas correntías que bajan de las laderas y que pueden causar dolor y muerte, como en La Málaga.
Así, para evitar más tragedias como esta, City Adapt impulsó una serie de acciones, entre ellas la participación de la Cooperativa El Espino, en las faldas del volcán, en el proyecto de construcción de zanjas y pozos de infiltración y absorción de agua.
El objetivo: frenar, desde las zonas altas del Volcán de San Salvador, las correntías de agua que puedan inundar la parte baja del Área Metropolitana de San Salvador.
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"Según nos comentaban expertos y funcionarios de Naciones Unidas, el proyecto inicia justamente al identificar esa problemática en La Málaga y ver cómo se le da respuesta, cómo retener el agua arriba, en el volcán, y que no caiga de manera directa, para proteger vidas", explica Jaime Choto, director general de Procomes (Asociación de Proyectos Comunales de El Salvador), una oenegé con 38 años de vida y que ayudó a organizar la construcción de 30 pozos de infiltración y absorción dentro de la zona de la finca El Espino.
Estos pozos "consisten en excavaciones, normalmente cilíndricas y de profundidad variable, que pueden estar rellenas o no con material permeable (grava o piedra) y que permiten, en espacios reducidos, infiltrar el agua de lluvia directamente al suelo o almacenarla para un aprovechamiento posterior. Un pozo de infiltración es una obra de ingeniería que permite la recarga artificial del acuífero", detalla un informe de City Adapt.
Ana Marina Granados es la actual presidenta de la Cooperativa El Espino, y explica que "nos interesaba tener esos pozos y las zanjas de infiltración, porque tenemos un terreno en altura, que se necesitan zanjas, para que así las correntías no bajen. También por la capital, la colonia Monserrat se inunda y usted sabe todos los daños que ha habido ahí por las correntías".
Lo resume en que "con los pozos le ayudamos a la capital", porque "las correntías vienen a parar a las calles, vienen haciendo grietas. Con las zanjas y pozos se protegen los suelos, y además para que ya no lleguen a esas quebradas en el Arenal Monserrat. A nosotros nos llevaron a la IVU, a ver esa gran quebrada. A mí me conmovió todo eso, hay gente que vive en alto riesgo".
La microcuenca
El Arenal Monserrat que menciona Ana Marina es la Microcuenca Arenal Monserrat, la zona que City Adapt estudió a fondo desde 2019 y que tiene zonas en alto riesgo de inundaciones, ya que el 69% de esta área, conformada por sectores de San Salvador, Antiguo Cuscatlán y Santa Tecla, está urbanizada, bajo asfalto y cemento, y por lo tanto solo ayudan a que el agua corra hacia abajo, en lugar de frenarla o redirigirla.
Choto explicó que cada uno de los 30 pozos construidos por esta iniciativa entre 2019 y 2023, cuyo costo rondó entre $2,000 a $3,000 según la complejidad de cada uno, fueron pagados con dineros del GEF (Fondo para el Medioambiente Mundial), establecido en 1991 por Naciones Unidas para proveer donaciones y asistencia en proyectos que aporten a la protección de beneficios ambientales globales.
"Para construir los pozos, revisamos bibliografía sobre los mantos acuíferos que tiene ANDA y otras instituciones especializadas, para habilitar pozos de infiltración y de absorción. Los de infiltración llegan directamente al manto acuífero, y los otros riegan el agua de manera más local. Trabajamos en 1,200 hectáreas en el volcán, El Espino es solo una parte. En cada lugar se iba haciendo un estudio del terreno, de suelo, que nos indicaba la profundidad y el diseño del pozo. En cada lugar hicieron pruebas de infiltración, para definir con precisión cuál era el diseño, y que cumpliera sus funciones", explicó Choto.
En el proyecto también participó el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador (MARN), sobre todo con apoyo técnico e información; así como representantes de la Universidad de París, Universidad de El Salvador y Universidad Centroamericana José Simeón Cañas; así mismo, hubo apoyo de la oenegé FUNDASAL.
José Elías, quien es expresidente de la Cooperativa El Espino y trabajó activamente en la construcción de los pozos, aseguró que Procomes, como oenegé implementadora de Naciones Unidas para el el proyecto, "puso todo el material y diseño, pusimos la mano de obra pero ellos nos pagaban", y sobre los precios de cuando los construyeron, en 2021, comentó que "la camionada de grava costaba $150, el ladrillo vale $40, porque le hacíamos broquel, en dos días hacía el broquel el albañil".
Habitantes de la Cooperativa El Espino trabajaron activamente, también, porque estos pozos y zanjas protegen sus suelos de la erosión, y les permiten mantener en buen estado sus cafetales, pues en el lugar se produce su propia marca de café, tanto orgánico como de bajío.
Esta cooperativa está formada por 150 personas asociadas, y dentro de las 450 manzanas que conforman la finca El Espino viven unas 500 personas, pero ninguna en los cafetales, confirmó don José Elías.
Es la misma población la que se encarga de dar mantenimiento a estos pozos y a sus respectivas zanjas de infiltración, para que estén libres de hojas, ramas, piedras o algún obstáculo que frene la bajada de las aguas lluvias hacia los pozos.
Lidia Martínez, pobladora y vocal de la directiva de la Cooperativa El Espino, dijo que desde que terminaron las obras "ya las correntadas no bajan como antes, porque el agua en vez de correr se infiltra en las zanjas y en los pozos también", por lo que es claro el beneficio no solo en el lugar, sino que también significa un respiro para la zona baja de Santa Tecla, Antiguo Cuscatlán y San Salvador.
Pero hay señales de alerta. Las últimas lluvias han sido demasiado intensas, lo que llevó a que uno de los pozos se llenara, como confirmó El Diario de Hoy en su visita a El Espino.
"Sí, uno de los pozos se llenó, porque demasiada agua la que ingresó. Este pozo nunca se había llenado, es que ha llovido demasiado", reflexionó Elías.
Para dimensionar las intensas lluvias de 2024, se puede comparar que el destructivo Huracán Mitch, en 1998, dejó 875.57 milímetros de lluvia acumulada en 10 días de lluvia, en la estación Finca Santa Adelaida, de Sonsonate, según reportó el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales; mientras que el temporal de junio pasado, durante 8 días de lluvia, dejó casi la misma cantidad en la estación de Apaneca, Ahuachapán: 845.4 milímetros.
Entre el 14 y 21 de junio de 2024 hubo un 66% más que la cantidad lluvia promedio, y fue el mes más lluvioso de los últimos 54 años, según la fuente ministerial. Los pozos y zanjas construidas en El Espino, dentro de este proyecto, ayudaron a disminuir la intensidad de esas aguas.
Replicar el proyecto
Para Miguel Araujo, presidente de la Fundación Ecológica SalvaNatura, "tenemos que hacer más de estos proyectos de pozos y zanjas en zonas montañosas altas, porque va a venir más lluvia por el cambio climático, necesitamos que esto se multiplique".
Araujo, en plática reciente con el programa Frente a Frente, expresó que "debemos de multiplicar estos pozos, no solo en El Espino, sino en todos los centros comerciales, universidades, en el centro de Gobierno, para disminuir la velocidad de las correntías hacia las partes bajas de San Salvador. Siempre damos la noticia de que se ha inundado, pero no hacemos la referencia de las causas".
Para que no ocurra otra tragedia como la de hace 16 años en La Málaga, y en su lugar convertir el Área Metropolitana en una zona más resiliente al cambio climático, para Araujo es importante que este proyecto de Naciones Unidas sea inspiración para que más actores construyan más de estas zanjas y pozos, que "se pueden hacer fácil en El Espino porque son suelos porosos, de lava, y muchas partes son casi planos, entonces la infiltración se da directa y rápida; pero en otros lugares hay que profundizar un poco más, para poder penetrar hasta el manto acuífero".