El hotel La Tortuga Verde, en el municipio de Intipucá, en La Unión, se ha convertido en una clínica pero también, lastimosamente, en un hogar permanente para pelícanos que por sus lesiones no pueden regresar a la naturaleza. Llegan heridos por accidentes propios de su vida de cazador, pero otros son golpeados, según los encargados del hotel, por pescadores que los apalean cuando las aves se acercan para robar el pescado cuando se extraen las redes del mar.
Esta lucha por alimento, entre humanos y animales, los deja con los huesos de las alas rotas, heridas profundas y golpes que les impiden volver a emprender el vuelo. Muchas de estas aves, consideradas sagradas por la religión cristiana, terminan en las orillas de la playa, varadas en las islas o flotando en el agua, muriendo de hambre.
Son cuatro pelícanos pardos los que se han quedado a vivir acá para siempre y son el centro de atención de los turistas. Aunque su vida está en el aire y en el mar, no son capaces de volar y valerse por sí mismos por la gravedad de sus heridas. Las fracturas en huesos de aves sanan con dificultad. Estos cuatro tienen al menos un ala amputada, que fue la opción de sus cuidadores para salvarles de la muerte por gangrena.
Verónica Sánchez, administradora del hotel, explica que cuando los pescadores u otros habitantes de la playa El Esterón se encuentran con las aves, les avisan para que puedan rescatarlas. La iniciativa nació en 2010 por el dueño, Thomas Pollack, un neoyorquino comprometido con el rescate de esta especie. Hasta la fecha han atendido a 25 pelícanos.
Los pelícanos son especies cazadoras y tienen una excelente visión para atrapar a los peces debajo del agua, pero en algunas ocasiones la zambullida en el mar no resulta del todo eficaz porque suelen golpearse con fuerza contra alguna roca u otro obstáculo.
“Tenemos un veterinario que siempre está pendiente de nuestro llamado; hay unas aves que tienen golpes leves o están deshidratadas porque no han comido y se les da el tratamiento hasta su recuperación y liberación; pero hay casos extremos que sus alas no se pueden salvar y se debe de cortar para preservar su vida”, señala. El hotel La Tortuga Verde nació en 2009, es conocido también por el vivero de tortugas marinas.
Existen ocho especies de pelícanos en todo el mundo, en El Salvador hay dos, el pelicano blanco (Pelecanus erythrorhynchos) y el pelicano pardo (Pelecanus occidentalis). El blanco es migratorio y viene a pasar el invierno entre los meses de octubre y febrero y prefiere lagos y lagunas de agua dulce, y el pardo que se puede ver en las playas durante todo el año volando en impresionantes bandadas en formación de “V”. cuerpo redondo y corto puede llegar a medir de 105 a 152 centímetros revestida de un plumaje de rayas entre tonos cafés, negros y blancos. Parecen torpes al caminar en tierra, pero en el aire son ágiles voladores capaces de maniobras acrobáticas. Cuando observan un banco de peces cerca de la superficie se se lanzan en picada contra el agua, poco antes del contacto extienden sus cuellos, abren sus picos que tienen una membrana elástica que usan como red.
El huésped más querido
Rubén, ese es el nombre del pelícano que se robó el corazón de muchos en el hotel. Es un ejemplo de recuperación exitosa, llegó herido y se fue volando para vivir libre, es un símbolo del respeto por las aves. Es conocido por todos los amigos frecuentes del hotel y por los empleados que siempre regresa a visitarlos de vez en cuando y lo esperan con pescado fresco en la cocina.
“Siempre regresa porque aquí encuentra comida segura”, señala con emoción la administradora. Otros pelícanos salvajes le siguen la pista a la hora de comer. El hotel adaptó varios espacios con estanques circulares con agua fresca para que estos puedan tomar agua dulce.
Pero el hotel también ayuda a otras especies de aves marina en problemas. Por ejemplo en estos momentos hay una fregata hembra, conocida en El Salvador como pirigallo, que es el último paciente que ha llegado con un ala herida. Es una impresionante ave que tiene de casi dos metros de envergadura que es capaz de volar por semanas sobre el mar si necesidad de descansar, porque de hecho duerme volando.
Naturaleza y playa
El hotel La Tortuga Verde es ideal para tener un momento de relajación y contacto con la naturaleza. El terreno está lleno de árboles desde que se entra al parqueo hasta la zona de restaurantes frente a la playa. Cuenta con varias habitaciones desde $50 y si la idea es solo pasar el día, el consumo es de $15. “Tenemos clases y renta de tablas de surf. Tenemos muchas promociones como el ‘Happy Hour’ todos los días de 4:30 de la tarde”, explicó Sánchez.