Los familiares de Mauricio Guzmán Palacios, de 38 años, aún tratan de comprender las circunstancias a las que él estuvo expuesto en el hospital San Rafael, de Santa Tecla, pues señalan que las mismas determinaron la amputación de su pierna izquierda.
A Mauricio, un agricultor residente en el cantón San Juan Buena Vista, del municipio de San José Villa Nueva, La Libertad, se le incrustó una piedra en su pie izquierdo. Eso marcó el inicio de los peores días que quizás ha vivido hasta hoy.
“La diabetes que padece complicó la lesión, se le hizo una úlcera en el pie, eso fue a mediados de marzo”, relató con tono de impotencia Miguel, el medio hermano de Mauricio.
Entre el momento que se lesionó con la piedra y la complicación por la úlcera Mauricio fue tratado por la doctora de consulta privada Elisa Portillo, quien al observar la condición de Mauricio lo refirió al Hospital San Rafael.
En aquel momento, al llegar al Hospital San Rafael, Mauricio recibió como única opción de los médicos la amputación de su lastimado pie.
“Su condición era grave, pero considero que no ameritaba amputar el pie”, enfatizó la doctora Portillo, quien atendió a Mauricio en el primer momento.
Así transcurrieron los siguientes cuatro días en los cuales Mauricio se aferró a la esperanza de poder salvar su pie de la amputación, y no autorizó la operación.
En esa encrucijada se encontraba Mauricio cuando del hospital fue enviado a su casa de nuevo, según sus parientes y la doctora Elisa Portillo, sin medicamentos o indicaciones de cuido.
“En esa segunda vez, ya en casa, estuvo tratado con triple antibiótico, su condición mejoró, también sus ánimos, estuve pendiente de él, lo visitaba un día sí y otro no, pero luego desmejoró, y debí referirlo de nuevo hacia el hospital”, detalló la doctora Portillo.
Para ese entonces ya era 4 de abril, justo ocho días antes de la Semana Santa.
“Cuando volvió a ingresar al hospital nos pidieron varias cosas, entre ellas medicamentos anticoagulantes y sangre. Dijeron que no lo podían operar porque la hemoglobina estaba baja”, puntualizó Miguel.
Con la angustia que representaba la compra de las medicinas y la búsqueda de la sangre, los familiares de Mauricio pidieron ayuda de nuevo a la doctora Portillo, quien gestionó lo faltante.
En la siguiente semana, Mauricio estuvo a la espera de la operación, pero por diversas e “inexplicables” razones no llegó al quirófano.
“Preguntábamos todos los días si ese día lo operaban, pero siempre había una excusa, un día de tantos nos dijeron que necesitaban sangre para aumentar la hemoglobina, pero nosotros reclamamos que ya habíamos llevado tres unidades, que lo hicimos la primera vez que nos la pidieron, en ese momento (al preguntar) se la pusieron. Otro día dijeron que ya era decisión de los ortopedas ”, relató Miguel.
Así pasaron 14 días, en que debieron esperar por la operación, mientras la condición de la extremidad de Mauricio empeoraba.
“Creo que por nuestra condición de escasos recursos, y como era la segunda vez que llegábamos, no nos atendieron pronto; decían que ya estaba por entrar a sala, que solo debíamos tener paciencia, así estuvimos”, expone Miguel.
La doctora Elisa Portillo añadió que estuvo pendiente de la evolución del paciente, y que en más de una oportunidad trato de presionar por la pronta atención en el hospital: “Ellos, el mismo personal, decía que era inhumano lo que estaba sucediendo”.
“En esos preparativos, que entraba y no entraba a la sala de operación, pasó 6 días sin comer, eso lo debilitó mucho más”, agregó la doctora Portillo.
Para ese entonces su medio hermano estaba tan débil que “hasta la cabeza se le iba de lado, quizás esperaban que empeorara o hasta muriera”, dijo Miguel.
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Además, la doctora Portillo sostuvo que la gangrena ya había afectado parte de la pierna.
La gangrena es la muerte de tejido corporal como consecuencia de la falta de irrigación sanguínea o a una infección bacteriana grave.
“Al ver tanta negligencia, falta de empatía, o quizás desinterés, le propuse a la familia que pidieran el alta de Mauricio, para que lo pudieran operar en un hospital privado. Así fue. Ya no era salvar el pie, sino su vida”, comentó la doctora.
El 21 de abril, Mauricio fue operado. La amputación que sería solo del pie “llegó hasta dos o tres dedos de la rodilla”. Hoy él se recupera, trata de sonreír. Sin embargo, sus ojos muestran profunda tristeza e incertidumbre.
El martes 26 de abril se buscó la versión del Hospital San Rafael por medio de su oficina de comunicaciones, tras múltiples llamadas, el teléfono no fue atendido.